Los juegos del hambre

Los juegos del hambre, de Suzanne Collins

Los juegos del hambre

Hay momentos en los que un libro aparece. Así de simple. Cuando cogí la primera parte de esta trilogía, Los juegos del hambre, pensé que, dada mi anterior experiencia con la saga “Crepúsculo”, me iba a encontrar con un mundo de amores frustrados, jovencitas a punto de perder la respiración por el beso del amado, y hormonas disparadas. Pero empecé a leerlo y me empecé a encontrar con un mundo que, salvando las distancias y las comparaciones que se han hecho con el “1984” de Orwell, me parecía novedoso en cuanto a la literatura juvenil sobrenatural que pueblan las estanterías de las librerías. Cansado de tanto vampiro brillante y hombre lobo con pecho depilado, encontrarme con un libro que hablaba de un mundo apocalíptico en el que un estado controlaba absolutamente todo, me dibujó una pequeña sonrisa de placer. Y lo reconozco, siempre había menospreciado la literatura juvenil porque, fallo mío, pensaba que no podía enseñarme nada nuevo, ni siquiera sorprenderme. Pero como he dicho al principio, hay momentos en los que un libro aparece, y por eso estoy escribiendo esta reseña de Los juegos del hambre. Porque realmente lo merece.

En un mundo devastado, dividido en 12 estados, se celebran anualmente unos juegos que enfrentan a cada uno de éstos en una lucha a vida y muerte. Sus reglas: dos participantes (chico y chica) deberán luchar contra los integrantes de los estados vecinos por la supervivencia, para poder hacer subsistir a su pueblo. El principio: una batalla. La solución: solo una pareja debe quedar con vida. Katniss se enfrenta por primera vez a estos “juegos del hambre”, para salvar lo que queda de su familia y para restaurar una paz que, como en todas las dictaduras, nunca fue tal. Pero, en realidad, su lucha encierra un plan mayor, aunque ni ella misma lo sepa.

¿Y qué nos cuenta Suzanne Collins en Los juegos del hambre? Sí, es verdad que la autora nos cuenta una historia de ciencia ficción para jóvenes, y no tan jóvenes, utilizando influencias de otros autores. Y aunque se la ha criticado por ello, hay que alabarle el gusto de que haya puesto sobre la mesa, y sobre los ojos de los lectores menos asiduos, una nueva forma de experimentar la literatura. Pero más allá de eso, Suzanne nos habla de la entrada a una madurez forzada, nos dibuja con pequeños matices una crítica a la política que estamos viviendo hoy en día, y las consecuencias de que no hagamos nada por evitarlo, nos habla del amor adolescente (una buena historia de amor siempre engancha más al público adolescente), de la familia y sus puntos flacos, y todo eso, ambientado en un futuro que, si bien puede parecer lejano en el tiempo, no nos es extraño cuando lo leemos. Puede que el libro no sea perfecto, pero nadie pretende que lo sea. Es más, casi diría que esas imperfecciones son las que hacen grande a Los juegos del hambre, a esta primera parte de una trilogía que, lo reconoce un detractor de las historias que se estiran y estiran hasta acabar cansando, devoré en una semana.

Aunque agradeciendo a sus predecesores, este libro bien puede considerarse uno de los máximos exponentes de ese género que ha empezado a convertirse en una adicción para las masas: la distopia. Confieso que, cuando acabé la trilogía, ni siquiera sabía que existiera este nombre para  la clase de libros que, al final, acabé leyéndome uno tras otro. Porque, además, la autora, sabedora en todo momento de que un buen final siempre te deja con ganas de más, utiliza lo que en materia de series televisivas llamamos cliffhanger, que no es otra cosa que ese reclamo de toda la vida para que nos mordamos las uñas, maldigamos a la autora por habernos hecho lo que nos ha hecho, y esperemos ávidos (afortunadamente la trilogía, en este caso, ya está editada completa) a la continuación.

Porque, queridos lectores, nos veremos en la próxima reseña de “En llamas”…

4 comentarios en «Los juegos del hambre»

  1. Sergio, ¿qué hago ahora? ;D
    Había decidido no leer los juegos del hambre, simplemente digamos que estoy mayor para ser el público objetivo de la “literatura juvenil” y, aunque leí Harry Potter y me gustó, no me veo con Crepúsculo, por mencionar el mismo ejemplo que tú. ¿Y ahora qué? ¿Son “Los juegos del hambre” en realidad unos buenos libros pensados para jóvenes pero que merece la pena leer a cualquier edad por su calidad excepcional?
    Ahora, después de tu reseña, me quedo con la duda considerando otra vez leer el librito este que todo el mundo está leyendo, y luego ver la peli, claro 🙂

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  2. Yo te digo Sonia que los leas. No considero que sean un clásico, pero al menos si que me parece un buen ejercicio para que los no tan jóvenes disfruten. Siempre he aborrecido las sagas adolescentes, y te puedo asegurar que llegar a la ultima parte del libro, y acabarla, me dejo impresionado porque no me pareció una temática para chavales, me pareció duro, me pareció muy arriesgado, y me hizo disfrutar como si fuera una gran historia!!

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