Memorias de un asesino a sueldo

Memorias de un asesino a sueldo, de Daniel Ter

memorias-de-un-asesino-a-sueldoHacía tiempo que no me divertía tanto con un libro, y miren que uno, modestamente, acostumbra a divertirse mucho. Memorias de un asesino a sueldo es una novela muy divertida, hilarante a ratos, pero con su enjundia: el protagonista reflexiona de forma directa y cruda, por no decir que gamberra, sobre una gran cantidad de temas y conviene detenerse entre carcajada y carcajada a hacer lo propio y acompañar la reflexión. Uno no tiene porqué coincidir con él, a fin de cuentas es un personaje que se gana la vida de forma digamos que poco edificante, pero mantiene puntos de vista originales y por tanto interesantes.

El estilo es muy directo, el protagonista se dirige al lector y le hace partícipe de sus experiencias y sus pensamientos y lo hace de forma ciertamente contundente. Daniel Ter, el autor, se nos presenta en esta obra como un Carlos Salem un tanto más áspero y con más mala leche, provisto en todo momento de un humor ácido, irónico y brillante muy propio de las tierras del norte de las que todo hace suponer que proviene.

Memorias de un asesino a sueldo suma aun otro acierto a la risa y la reflexión, la fluidez. Es uno de esos libros que se pone uno a leer y para cuando se da cuenta se sorprende de llegar al final. Con cierta pena por lo bien que uno se lo estaba pasando, sí, pero también hay que reconocerle la sabiduría narrativa al autor porque personajes tan intensos corren el riesgo de agostarse y agotar al lector de camino en las distancias largas.

El protagonista, como buen asesino, mata gente pero por decirlo según una frase hecha lo hace sin acritud. No es que sus víctimas le caigan bien, en realidad odia a todo el mundo pero no hace distinciones en su aversión entre aquellos a los que mata y aquellos otros a los que deja vivir, es una simple cuestión de negocios. Sin embargo sí que muestra una especial inquina hacia los cazadores. Esta aparentemente sorprendente contradicción entre detestar a las personas y sin embargo amar a los animales no es nueva, pero Daniel Ter consigue sacarle mucho partido.

Si no es especialmente ejemplar la actitud del protagonista como ciudadano, tampoco se puede decir que sea una gloria dentro de su gremio. No destaca por su eficacia más de lo que lo hace por si físico o su sofisticación, se trata de una persona bien corriente sólo que en lugar de vender tornillos en una ferretería mata a otros por dinero, pero esa actividad no le proporciona un glamour ni un atractivo especiales, lo que paradójicamente forma parte de su encanto. Memorias de un asesino a sueldo liquida clichés con más eficacia de la que pueda presumir su protagonista en eliminar a sus víctimas, él mismo confiesa que si un día le detuviesen y entrevistasen a sus vecinos ninguno de ellos diría de él que era amable, buena persona o al menos educado como suele declararse en estos casos. Él es un misántropo y no confía en que los demás sientan por él más cariño que el que él les dispensa. Probablemente con razón.

Podría ponerme trascendente y elucubrar sobre si esta novela es un hiperbólico alegato a favor de las vidas alternativas, de salirse del camino establecido, pero no me corresponde a mí meterme en semejantes jardines, entre otras cosas porque también es probable que el autor lo que quisiera era pasarlo bien, cosa que no me cabe duda ha logrado. Si me apuran ni él ni yo tenemos gran cosa que decir al respecto: léanla ustedes y decidan, si quieren. Yo lo que les garantizo es que disfrutarán haciéndolo, el resto es cosa suya.

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

 

 

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