Otra vuelta de tuerca

Otra vuelta de tuerca, de Henry James

Henry James - Otra vuelta de tuerca

 

La más clásica de las historias de fantasmas.


Miedo me da escribir una reseña para este libro, y no precisamente por tratarse de una historia de fantasmas, sino porque probablemente es la historia de fantasmas más conocida, más versionada y más analizada de la historia de la literatura.  ¿Qué puedo añadir yo a todo lo que ya se ha dicho sobre esta obra?  Poco, o nada, pero ya que hace poco la tuve entre mis manos y no pude evitar la tentación de leerla de nuevo, no quiero dejar pasar la ocasión de recomendar su lectura a los que aún no hayan tenido la oportunidad de disfrutarla.

Una joven e inexperta institutriz se hace cargo de la educación de un niño y una niña, contratada por su tutor, un atractivo caballero que le otorga plenos poderes sobre los pequeños y sobre la casona familiar perdida en el campo, con toda la servidumbre incluida, a condición de que nunca, bajo ningún concepto, se le importune con noticias de los niños o de la casa.

Desde el primer momento la institutriz siente una presencia en la casa y muy pronto deberá enfrentar la aparición de dos fantasmas que rondan a los niños.  A partir de ese momento, armándose de valor, la protagonista tratará de tomar las riendas de la situación mientras los hechos se precipitan hacia un final tan imprevisible como inevitable.

Una institutriz y dos niños acosados por los fantasmas en una aislada mansión victoriana es un argumento que puede parecernos cualquier cosa menos original, a menos que tengamos en cuenta que con Otra vuelta de tuerca James hace exactamente lo que anuncia el título: dar otra vuelta de tuerca a las ya entonces clásicas historias de fantasmas.  Y de esto hace ahora más de un siglo.  Pero la novela de James no ha perdido ni un ápice de interés, porque su atractivo va más allá de la perfección de su argumento o de su capacidad para infundir miedo al lector.  Entonces, ¿qué convierte a este libro en una lectura imprescindible a día de hoy?

Leído hoy en día, Otra vuelta de tuerca difícilmente va a asustar a nadie (después de todo lo que hemos leído y visto, en películas o en las noticias, nuestra capacidad de asombro es mínima).  De hecho, es un cuento de fantasmas de corte clásico, sin escenas violentas ni escabrosas.  Sin embargo, James, sin necesidad de sobresaltar al lector, crea una atmósfera asfixiante y claustrofóbica, un horror silencioso y opresor que envuelve al lector desde la primera página: la certeza de la presencia del mal, acechando paciente.

Ya en los primeros compases de la narración la protagonista siente esa presencia, y pronto ve a los aparecidos y se entera, por boca del ama de llaves, de quiénes son y cuál es su historia.  No hay ningún misterio en ese sentido.  Y es que el espanto no reside en ver un fantasma o en lo que éste pueda hacer a los vivos, el verdadero horror es la tensa espera, la obsesión, la angustia.

En tanto que en el texto no se hace mención explícita a la naturaleza de la relación que parece existir entre los fantasmas y los niños o cuáles son las intenciones de aquéllos, es la imaginación del lector la que va a echar la mayor parte de la leña a esta hoguera.  Porque quizá lo más importante de Otra vuelta de tuerca es lo que no se cuenta.  James administra con maestría la información que ofrece al lector jugando con los remilgos de las damas protagonistas, la institutriz y el ama de llaves, que por pudor o por temor, nunca terminan de expresar a las claras sus sospechas ni de narrar completamente lo que puedan haber visto.

Henry James es perfectamente consciente de los mecanismos que hacen que su historia funcione y juega sus bazas con gran habilidad, manejando al lector a su antojo.  Un lector que, sólo al acercarse el final del libro, va tomando conciencia, poco a poco, de que lo que creía una historia sencilla y lineal tiene múltiples lecturas y el autor le ha guiado por una sola de ellas.  De repente, como un mago que después de realizar con éxito su truco nos muestra las cartas que escondía en su manga, se hace evidente la inteligencia y maestría con la que está escrita esta novela.  E inmediatamente el lector deseará releerla para maravillarse con los recursos del autor, ahora que es consciente de ellos.

Javier BR

 

 

 

6 comentarios en «Otra vuelta de tuerca»

  1. Si al finalizar la novela lo que James consigue es que den ganas de releerla, al terminar la reseña dan ganas de (re)leerla, así que algo compartís Henry James y tú. No es mal compañero de viaje, no.

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  2. Agradezco tu comentario, Andrés, perome temo que para mi desgracia Henry James y yo compartimos más bien poca cosa. Pero desde luego es un excelente compañero para cualquier viaje y un ejemplo de que la literatura más inteligente no tiene que ser complicada.

    Un saludo.

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  3. La acabo de terminar de leer. Esta novela se anunciaba, cuando yo era chica, como la novela más tenebrosa de siempre.La quería conseguir pero en mi ciudad noe staba y el año pasado, dando vueltas por la Noche de las Librerías, lo encontré en una pila de clásicos.
    Lo que decís vos, en realidad, es cierto. Ya no causa miedo.
    Pero se pueden sacar tantas conjeturas, el misterio y el terror tienen justificaciones que se las da el lector. Yo tengo mi conclusión como otros lectores tendrán la suya.
    Henry James realmente escribió algo distinto.
    Muy buena reseña, como siempre!

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  4. soy natalia necesito saber si tan mal esta que mi sobrina esta leyendo este cuento ya que le gustan este tipo de escritos y en la escuela la reprendieron por ello y encontrarla leyendo la otra vuelta. si bien asiste a un colegio catolico, no creo que deba influir en sus actitudes el hecho de leer este famoso y recomendado cuento….espero respuesta de alguien que sepa mas que yo. muchas gracias!!!

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  5. Estimada Natalia:
    No hay nada en el cuento que sea contrario a las enseñanzas católicas. Es un excelente relato y lo único que demuestra el interés de su sobrina al leerlo, es una saludable curiosidad de aprender y amor por la lectura. Dudo mucho que pueda influenciarla en su comportamiento. En resumen: no creo que sea malo que lea el cuento de Henry James.

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