Sortilegio, de María Zaragoza

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Imagina por un momento que miras una foto y puedes sumergirte en ella. Ver más allá de esas sonrisas, tal vez fingidas, conocer la historia que se esconde detrás de cada una de las personas retratadas o de los objetos que adornan la escena. ¿No sería fascinante? Sobre todo en estos tiempos, donde las fotografías son el recurso favorito de muchos para mostrar lo que querrían ser más que lo que realmente son. Pues Circe Darcal, la protagonista de Sortilegio, de María Zaragoza, tiene ese don, y eso hizo que me sintiera atraída por este libro al leer su sinopsis.

Sortilegio sigue las pautas de una novela de iniciación. En la primera parte, «Equinoccio de otoño», Circe se muda de un pequeño pueblo a la ciudad para ir a la universidad, donde poco a poco descubre un mundo nuevo y una nueva cara de sí misma. En «Solsticio de invierno», ya es conocedora de toda la magnitud de su poder y aprende a manejarlo, y en «Equinoccio de primavera», se desata la lucha contra el mal. Esta novela contiene los elementos habituales del género juvenil de fantasía: la protagonista es una joven con un poder oculto y un pasado lleno de secretos que están a punto de salir a la luz; es la pieza clave para evitar un gran peligro que se cierne sobre el mundo y se ve envuelta en un triángulo amoroso. Además, tanto ella como el resto de personajes tienen nombres raros, y eso que la historia transcurre en España. Esos clichés no me resultan demasiado atractivos, por lo que no suelo leer este tipo de novelas; pero, por suerte, María Zaragoza les ha dado un enfoque reivindicativo y feminista muy bien llevado.

«Mucha gente cree que lo que no te hace santa o madre, te convierte en bruja. Ya sabes: o eres lo que ellos quieren que seas, o eres mala».

Sin olvidar el elaborado trasfondo del mundo mágico en el que se adentra Circe, que bebe de la mitología cristiana y pagana. Me parece uno de los puntos fuertes del libro, aunque María Zaragoza ha querido transmitir tal cantidad de información que esta no siempre está bien integrada en la novela y, en momentos puntuales, corta la fluidez de la trama.

La primera parte de la historia me atrapó con su suspense plagado de situaciones extrañas e, incluso, inquietantes; mientras que las otras dos, si bien se leen con la misma facilidad, me interesaron menos. Será que las batallas finales nunca me parecen lo suficientemente apocalípticas y me quedo siempre con ganas de más. También me ha decepcionado un poco que el don de Circe de sumergirse en las fotografías solo sirva para introducir información del pasado, pero no tenga la trascendencia que yo me esperaba en el desarrollo y resolución del conflicto.

Sortilegio tiene partes que me encantan y otras que me chirrían, por eso su lectura me ha dejado una sensación agridulce. Pero no por ello deja de parecerme una lectura recomendable, ya que su enfoque feminista, su trasfondo tan bien documentado y sus frases para subrayar hacen que merezca la pena. Sobre todo para los aficionados a la fantasía juvenil que quieran darle una vuelta de tuerca a los manidos clichés del género.

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