Black Hammer. Orígenes secretos, de Jeff Lemire y Dean Ormston

black hammerLlega un momento en el que uno busca cosas diferentes en el universo del cómic de superhéroes. Y no porque deje de gustarle ni porque se haya hartado de ellos. Simplemente le apetece un cambio, conocer otras historias de ese mundillo, otros autores y otros personajes con historias no tan heroicas, o al menos no en el núcleo principal.

Y así, me encuentro con Black Hammer. Orígenes secretos. Un cómic que, si es alabado por un artista del noveno arte como Mark Millar, cuyo trabajo me divierte y que se refiere a este cómic así: “Hace años que no leía un cómic tan loco y brillante como Black Hammer”, como mínimo debe de merecer la pena.

La verdad es que loco loco, lo que se dice loco no es, pero brillar, ohhh, amigos… Brilla con una luz insultantemente cegadora.

Lo bueno es que no asistimos a manidas luchas entre personajes en mallas y villanos excéntricos (aunque bueno, hay algún breve flashback en el que sí, pasa exactamente eso y más) sino que se centra en las relaciones interpersonales de unos cuantos exsuperhéroes.

Tenemos ante nosotros a un grupo heterogéneo de héroes (casi todos nos van a recordar a conocidos iconos de DC o Marvel) que hace diez años derrotó al malvado Anti-Dios (una especie de Galactus) y no se sabe cómo ni porqué, tras esa victoria fueron transportados a una granja en una localización rural de la que parece ser que no pueden salir. El mundo les da por muertos y ellos viven ocultando sus identidades. Pero no todo el mundo cree que están muertos. Una mujer, periodista e hija del único de los héroes que realmente murió, Black Hammer, está convencida de que el resto de la formación está en alguna parte y pase lo que pase se ha propuesto encontrarlos.

Lo más jugoso de este cómic es lo que ya he comentado, las relaciones entre cada miembro, en lo que parece ser una familia extrañamente estructurada en la que cada uno va a su bola, siendo Abe, el “abuelo,” el más preocupado por ser una familia y por parecerlo (y cuyos orígenes me traen a la memoria los del Capitán América). Tenemos una anciana en el cuerpo de una niña (en claro homenaje a Shazam –si hasta la palabra clave es casi idéntica: Zafram–) harta de estar condenada dentro de ese cuerpo y obligada a asistir año tras año a las aburridas clases del colegio y enfrentándose por ello a Abe, que ejerce de padre. También forma parte de la cuadrilla Barbalien (un remedo del Detective Marciano), el Coronel Wierd (a quien no logro emparejar con ningún personaje preexistente) y el cual en sus primeras intervenciones resulta gracioso pero una vez conocida su historia comprendemos su sufrimiento; Walkie Talkie, compañero del Coronel y Madame Dragonfly, que es más o menos como Madame Xanadú.

El tomo está estructurado en capítulos en los que brevemente se habla de cada miembro y conocemos algo de su historia, para posteriormente seguir con la trama principal, en la que cada uno tiene un objetivo distinto, ya sea formar una familia, ya sea escapar de esa zona fantasma.

La historia entretiene más de lo que a priori parece y engancha que da gusto.  Está bien tejida, con los elementos humanos bien configurados y desarrollados  y un guion que no chirría y en el que los homenajes al cómic clásico de superhéroes son un aliciente más. Además, ha ganado el premio Eisner a la mejor serie nueva, y aunque esto de los premios es muy subjetivo, con los Eisner suelen acertar.

Otro punto, y muy importante, es el dibujo. En mi opinión, una mezcla del estilo de Mignola y el de Kevin O´Neil que me ha dejado más que satisfecho y que se aleja del típico dibujo del superhéroe comercial. Cabe resaltar el enorme mérito de  Dean Ormston, ya que semanas después de los primeros episodios sufrió una hemorragia cerebral de la que tardó meses en recuperarse y el lado derecho de su cuerpo, incluida la mano con la que dibuja, quedo parcialmente paralizada. Gracias a mucho esfuerzo y rehabilitación consiguió recuperarse casi por completo y los resultados hablan por sí mismos.

En resumen, un cómic en el que Jeff Lemire hace el cómic que siempre quiso: su versión de los superhéroes con historias humanas acerca de la familia y la vida en el pueblo.

Black Hammer. Orígenes secretos es un cómic que apetece mucho, de esos que pueden leerse varias veces (y yo no suelo), un homenaje al cómic en general, con un estupendo punto de partida desarrollado en una gran historia, un magnífico entretenimiento que, además, te deja con el ansia viva de saber qué coño va a pasar después del cliffhanger monumental con el que acaba.

Uno de los indispensables de 2017, sin ninguna duda.

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