Te dejo es jódete al revés

Te dejo es jódete al revés, de la Señorita Puri

te dejo es jodete al revesLa vida es como un súper. Muchos pasillos por los que elegir lo que más te gusta, para al final acabar haciendo lo que te dicen los demás, mira mira, esta tableta de chocolate está mucho más buena aunque lleve dos meses caducada, que es lo mismo que un cerebro sin utilizar, total, tanto la tableta como el chico hablan lo mismo. Das vueltas y vueltas, buscando el producto estrella, ese que te haga mojas lo inimaginable, y al final te vas con el saldo, que ya se sabe, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Pasas por el pasillo del alcohol (con música de fondo, así como romántica) y piensas en darte a la bebida, cómo es posible que yo me fijara en él, por favor, si se ponía calcetines blancos con zapatos negros, cómo no lo vi venir, si estaba claro. Y bebes, bebes como si no hubiera un mañana, y cuando ya vas a la caja pensando que te llevas algo decente ahí está la cinta transportadora y la cajera, que te dice que ese producto no pasa, que no te lo puedes llevar, y además era el último así que lo siento mucho señora, o señor, o alien, lo dejo aquí guardadito. Y es cuando te la clavan, cuando te la clavan como a la Señorita Puri, que se la clavan por detrás, luego por delante, y tiene que reconstruirse a sí misma, desde los cimientos, porque la vida es como un supermercado: inmensa, complicada, y con música machacona que te deja para el arrastre. Porque así es la vida amigos, cuando alguien te deja, debemos reconstruir los pedazos que quedan, o tirarlos a la basura y comprar otro nuevo.

 

Llevaba tanto tiempo queriendo leer este libro, que casi casi, cuando lo tuve en mis manos tuve miedo de abrirlo. ¿Os acordáis de esas escenas de película en las que no se sabe si cortar el cable verde o rojo en las bombas? Pues eso igual. “Te dejo es jódete al revés” fue como un pequeño reto al que hacer frente. ¿Qué por qué? Porque tan buenas habían sido las críticas que había leído por ahí, que algo en mí lo necesitaba. Y llegó el momento. ¿Y qué sucedió? Pues que me cagué vivo señores, que me despatarré en el metro a carcajada limpia y la gente me miraba raro, como si se me hubiera olvidado tomar la medicación (qué curioso, reírse con un libro en las manos parece que es síntoma de locura en este mundo), que casi me paso de parada enfrascado como estaba en el mundo de la Señorita Puri porque mientras el mundo seguía girando como siempre, yo me había convertido en esa cajera de súper a la que dejan tirada como colilla en estercolero, sin nada que llevarse a la boca más que la comida para calmar la ansiedad, y que crea, de la nada más absoluta, un mundo nuevo con mucho más color.

Yo corté el cable verde, cuando era el rojo. Soy daltónico cuando se trata de relaciones. Veo a los cabrones como santos, y a los santos como tortugas de las Galapagos, enormes, pero tremendamente aburridos. Qué le voy a hacer, yo donde pongo el ojo pongo la bala. Pero según iba leyendo “Te dejo es jódete al revés” pensé, oye, que no soy yo tan raro chata, que van a ser los demás, que resulta que lo que a mí me parecía educación realmente lo es, que lo que me habían dicho hasta ahora que tenía que ser no es, qué lío coño, que a ver si me tengo que aprender todo de nuevo. A ver si me lo sé: relación más engaño igual a cuernos. Repítelo como un mantra, que nos conocemos. Y me reí más todavía, porque mi cajera favorita somos todos nosotros. Ella ve la vida con la mala leche que nos caracteriza a los que están hasta el moño de la falta de compromiso, de los “te quiero, pero…” o de los que te dicen no te vayas, mientras miran de reojo a la tetona de la acera de enfrente. ¡Todos somos la Señorita Puri! ¡Un hurra por ella! A ver que os oiga, que no se diga. ¡Viva, que vivaaaaa!

Terminado una vez el libro sólo puedo agradecer a la autora por varias razones: por las risas que todavía hacen que me duele el estómago, por el lenguaje, directo y tan nuestro que ¿quién no ha hablado así alguna vez?, y, por último, porque esta vida hay que tomársela con humor, con amor, con cariño, y con dosis elevadas de energía. Y eso se aprende, entre otras muchas cosas, con este libro que os traigo agarradito de la mano, como un novio que no tiene que escaparse porque sí, lo habéis adivinado, es el producto estrella y, esta vez sí, pasa por la caja sin ningún tipo de problema. Pip, pip, ¿siguiente?

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