Te potaría encima, de Andrew Matheson

Te potaría encima¿Os acordáis de UPyD? Vale, igual es un poco pronto para hacer esta pregunta, pero la memoria colectiva suele ser corta y pronto olvidaremos que aquel partido tintado de magenta surgió en el no tan lejano 2007 como la gran esperanza frente al bipartidismo. Sus ideas fundacionales parecían atrayentes y sólidas, varias personalidades de renombre apoyaban el proyecto y había encontrado un espacio político que llevaba mucho tiempo sin explorarse en España, el centro, desde el que forjarse. ¿Por qué, con tan buenos ingredientes y a pesar de su prometedor comienzo, el partido acabó cayendo en el más cruel de los olvidos? Seguramente fueron muchas las razones, pero una de las principales, al igual que en el caso de los Hollywood Brats, fue sin duda el haber nacido antes de tiempo.

La banda de Andrew Matheson, el autor de Te potaría encima, también lo tenía todo para triunfar: un grupo de jóvenes rebeldes y deslenguados, una estética llamativa y provocadora a más no poder, una música que rompía con todo lo que se escuchaba en aquel momento… Pero a comienzos de los años setenta el público todavía no estaba preparado (o simplemente no tenía ganas) para cambiar sus gustos musicales, a pesar de que unos años más tarde fuese a abrazar con fuerza a grupos como los Sex Pistols o los Clash, no demasiado alejados de lo que habían propuesto los Brats. Pero, acabando ya con la analogía política, tampoco la propuesta de Ciudadanos en su irrupción a nivel nacional fue muy diferente a lo que había intentado UPyD unos años antes y no hay más que mirar cómo les fue a unos y a otros.

Aparte del atractivo del propio fracaso, el que fuera vocalista del grupo consigue hacer muy interesante la lectura gracias a la sinceridad y al humor ácido que acompañan a todo el relato. No deja tema sin tocar, por vergonzoso que sea, ni títere con cabeza, por famoso que sea; a lo largo de la narración de sus vivencias en los Hollywood Brats, organizadas en los cinco años que duró la banda (1971-9175), el autor nos hace partícipes de anécdotas tales como su descubrimiento de la forma menos adecuada de deshacerse de unas ladillas o de cómo resolvió el conflicto por el nombre de Queen, que había elegido en un principio para su banda. Solo puedo decir que Mercury se llevó algo más que los derechos de aquel encuentro…

No obstante, además de estos y otros tantos chascarrillos, Matheson pone sobre la mesa las numerosas penurias por las que pasó con sus compañeros de viaje, tanto con los incondicionales (el teclista Casino Steel y el batería Lou Sparks) como con los que fueron entrando y saliendo del grupo, reclutados a través de anuncios en la revista Melody Maker: días enteros sin probar bocado, borracheras y peleas sobre el escenario y lejos de él, una preocupación por la estética que rozaba lo enfermizo… Todo ello viene perfectamente narrado en Te potaría encima: la historia de unos chavales que decidieron jugárselo todo por la música y les salió mal. Y lo que este libro busca demostrar, en definitiva, es que, al igual que defienden los fundadores de UPyD, era el mundo el que aún no estaba preparado para ellos y no al revés.

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