Un largo sábado, de George Steiner

Un largo sábadoSoy un lector obediente y disciplinado, ya lo saben quienes me hayan ido leyendo estos años, de forma que si leo un libro que se titula Un largo sábado empiezo a leerlo un sábado, como debe ser. Sin embargo no he podido acatar la otra premisa, la de la longitud porque por más que me hubiese gustado disfrutar de su lectura un largo día o mejor varios de ellos, lo cierto es que el sábado se me hizo muy corto. Así de apasionante y adictiva me resultó la lectura de este libro de George Steiner que se lee literalmente de una sentada. Y eso contando con que no hay página que no suscite muchas y muy complicadas reflexiones. Las opiniones de Steiner y su capacidad para expresarlas de modo tan claro como inteligentemente polémico son, naturalmente, las principales responsables de la brillantez de este libro, pero sería terriblemente injusto si le adjudicara a él todo el mérito cuando en gran parte lo debe compartir con Laure Adler, cuyas preguntas tan inteligentes como pertinentes así como su papel de periodista que no sólo registra respuestas sino que las discute o las matiza para extraer más contenido del entrevistado son una característica tan definitoria de Un largo sábado como un motivo de envidia para quienes vemos el periodismo actual con tan pocas razones para la ilusión o la esperanza. Gracias, Laure Adler por demostrar que otro periodismo es posible.

Una pequeña muestra de lo original y diferente que es el pensamiento de George Steiner podría ser el siguiente párrafo mediante el que trata de explicar su visión del judaísmo, que es la de su papel en el mundo:

Un árbol tiene raíces, yo tengo piernas. Es un progreso magnífico. Me gustan los árboles. En mi jardín los adoro. Pero cuando llega la tormenta, se parten, caen a tierra; por desgracia un árbol puede ser abatido por el hacha o por el rayo. Yo puedo correr. Las piernas son un invento de primer orden y no pienso sacrificarlo.

Ese papel de intelectual global, apasionado de las muchas lenguas que habla y de los muchos viajes y experiencias vitales que le permiten vivir es sumamente atractivo. Él lo relaciona con el carácter del pueblo judío, y seguramente con razón, pero yo quisiera verlo como un compromiso con la ciencia y la cultura más que como un ascendiente cualquiera de origen racial o de cualquier otro tipo. En cualquier caso la visión del judío como alguien que ante cualquier circunstancia lo primero que piensa es “puedo mejorarlo”, no como muestra de arrogancia sino de compromiso con la superación personal, es sumamente interesante. Más como definición del intelectual, pero eso es otra historia.

Sus reflexiones sobre su propia vida, sobre la educación, sobre el judaísmo, sobre la mujer, sobre la lengua, sobre la biblia, sobre las humanidades o sobre la muerte son siempre interesantes por lo que de voz autorizada en el debate intelectual tiene el autor, claro, pero sobre todo por su capacidad de hacer partícipe al lector en el debate. Es un libro que invita a pensar y a debatir sobre ello y en eso tanta responsabilidad tiene el contenido de sus reflexiones como su forma de expresarlas. No conozco la obra de Steiner, pero por lo visto en Un largo sábado es lo que podríamos definir como un polemista. Brillante, educado y siempre interesante, sin duda, pero agitador intelectual al fin y al cabo. Lo que verdaderamente me ha seducido de este libro es que no tengo la sensación de que el entrevistado tratase de convencerme de nada como lector, sino de invitarme a reflexionar, y eso hoy día no tiene precio ni por su calidad ni por su escasa frecuencia.

Al final debo concluir que Goerge Steiner y Laure Adler tienen razón, es Un largo sábado al fin y al cabo, tanto como que no acaba nunca porque el mundo de reflexión y debate al que uno es invitado es inagotable y le debe acompañar siempre, o así sería deseable.

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

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