Versiones de nosotros, de Laura Barnett

Versiones de nosotros

A veces, el acontecimiento más banal puede marcar nuestro destino. Por ejemplo, un perro que se escapa de su dueño, un giro brusco de nuestra bicicleta para no atropellarlo y un oportuno clavo tirado en el camino nos hace caer al suelo y, gracias a ello, conocer el amor de nuestra vida. Puede ser, incluso, que aunque nos hayamos enamorado, las circunstancias nos hagan abandonarlo, arrepintiéndonos el resto de nuestros días por tan estúpida decisión. O, quizá, nuestros extraordinarios reflejos nos libren de pisar el clavo y pasemos de largo, sin percatarnos de la presencia de esa persona y sin imaginarnos si quiera la maravillosa historia de amor que habríamos vivido. Esas tres versiones son las que nos cuenta Laura Barnett en Versiones de nosotros.

Laura Barnett recrea tres posibles futuros o, más bien, tres universos paralelos donde sus protagonistas, Eva y Jim, parecen predestinados a encontrarse, a enamorarse. Alternando capítulos de la versión una, la versión dos y la versión tres, asistimos al encuentro (o desencuentro) de estos jóvenes, allá por el año 1958, y recorremos con ellos las diferentes etapas de sus vidas hasta llegar a la vejez, momento en el que es posible hacer balance de las decisiones tomadas y los errores cometidos, de lo que fue y de lo que pudo ser.

Aunque este planteamiento de historias alternativas a partir de un hecho puntual ha sido utilizado anteriormente en películas como Dos vidas en un instante (1998), Versiones de nosotros lo desarrolla mucho más, sacándole el máximo jugo, para cuestionar varias falacias que tenemos bastante asentadas y dejarnos claro que las oportunidades no solo pasan una vez ante nosotros, que las decisiones correctas no siempre son las mejores y que encontrar nuestra media naranja no nos asegura la felicidad.

La lectura de esta novela, de estructura tan peculiar, me exigió concentración para no mezclar historias; al fin y al cabo, los protagonistas y las cronologías eran las mismas. Pero Laura Barnett logra hilvanarlas tan bien que, pasada la desubicación inicial, me fue fácil sumergirme en esos universos paralelos, todos igual de cautivadores. Ilusa de mí, trataba de elegir qué versión de Eva y Jim era la mejor, cuál de los tres posibles rumbos era el más acertado. Sin embargo, la grandeza de este libro es que ninguno de ellos lo es y, al mismo tiempo, todos lo son. No existían los errores y los aciertos, porque las consecuencias dependían de un montón de variables fruto del azar. Ninguna decisión les aseguraba la felicidad, al menos, no la felicidad completa y perenne, ese estado utópico que perseguían, resistiéndose a creer que solo son unos cuantos momentos fugaces y deslavazados.

El romanticismo estereotipado me resulta poco convincente, de ahí que no sea una lectora habitual de novelas de amor. Por eso me ha gustado tanto Versiones de nosotros. Eva y Jim protagonizan una (tres) bonita historia de amor, pero son personajes bien construidos, bastante reales, que no siempre anteponen su relación a todo lo demás. Llenos de luces y sombras, van sumando versiones de sí mismos a través del paso del tiempo y a partir de las circunstancias a las que les enfrenta la vida o a las que se abocan por sus propios actos. Logré encariñarme con ellos y odiarlos en algunos momentos, según sus acciones les acercaran o alejaran de su gran amor y de sus sueños. Tres historias de amor en una, tan independientes como complementarias, que, parafraseando a T. S. Eliot, hicieron resonar pasos en mi memoria, por el pasillo que no recorrí. Fantaseé cómo sería mi vida si hubiera tomado caminos diferentes, me pregunté si en algún lugar habría una versión de mí alcanzando esas metas que ahora se me escapan. ¿Cuál sería el punto de inflexión en el que bifurcarían mis futuros alternativos? No lo sé. Tampoco quiero saberlo. De nada valen los arrepentimientos. Si algo me ha dejado claro la lectura de Versiones de nosotros es que ningún momento vivido es un desperdicio, que nada es un acierto o un error hasta que se rememora desde la distancia y que hay que aferrarse a la felicidad cuando aparece, porque en el momento más inesperado nos volverá a abandonar.

Una historia de amor conmovedora, en la que azar y destino juegan sus cartas para que Eva y Jim acaben siendo la mejor versión de sí mismos.

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