Yo maté a Sherezade

Yo maté a Sherezade, de Joumana Haddad

Yo mate a Sherezade

Voy a empezar esta reseña por lo que debería ser la conclusión, cosas de la literatura: leer Yo maté a Sherezade eliminó muchos de los prejuicios que tenía acerca de las mujeres árabes y confirmó algunos pensamientos que rondaban por mi cabeza y que no me animaba a expresar en voz alta por miedo a que me acusen de machista. Por un lado, yo pensaba que las mujeres árabes eran más o menos todas iguales: miedosas, sumisas y dominadas por los hombres. Al mismo tiempo no expresaba en voz alta, pero sí para mis adentros, otra cosa que sentía: la culpa era, en gran parte, de esas mismas mujeres, no solo por no rebelarse, sino también por conformarse y hasta disfrutar de ese estilo de vida sometida.

El primero de mis pensamientos ya es parte del pasado: Joumana Haddad es la autora de uno de esos libros que te cambian las ideas, sin obligarte, sino haciéndote comprender la realidad mediantes explicaciones simples, concretas y terrenales. Yo maté a Sherezade viene a afirmar que es verdad que las mujeres árabes son sumisas y sometidas, pero aclara firmemente: esa es una visión incompleta. Hay otras mueres árabes, de las que no se habla en occidente.

Además, y viniendo de una mujer suena más que interesante, apoya mi segundo pensamiento: muchas de esas mujeres están como están porque en el fondo les resulta conveniente, porque logran una especie de goce en ese sometimiento, porque no revelarse es una buena manera de no afrontar algo que temen: la libertad plena y la consecuente necesidad de valerse por sí mismas. En palabras de la autora: “se complace en su imagen de víctima”

Y para sus explicaciones comete un asesinato literario: mata a Sherezade, la narradora en el libro de cuentos árabe Las mil y una noches. ¿Por qué lo hace? Porque considera que ésta representa un claro ejemplo de que hay que negociar con los hombres, que entonces ocupan el lugar de la autoridad; Joumana Haddad entiende que más que negociar, hay que romper con esa dependencia. Que si bien Sherezade fue muy inteligente en contar cuentos durante mil y una noches para salvar a las esposas del sultán Shahriar, igualmente la estructura de dependencia de un hombre se mantiene. Es necesario terminar con eso.

Durante las páginas de Yo maté a Sherezade, la autora habla acerca de su infancia y de la alta influencia de la literatura; resalta la importancia de haber leído al Marquéz de Sade, que le permitió ampliar su mente, saber que no hay límites y que mediante ese y otros libros podía volar, viajar, ampliar conocimientos y conocer otros mundos y pensamientos. También nos habla de su relación con Beirut, donde vivió en medio de una guerra, demostrando su poco apego personal con el país, al que critica duramente. Más adelante, emulando las historias encadenadas de Las mil y una noches, se hace tiempo para narrar su relación con la poesía y entrega datos muy interesantes sobre lo poco que se lee en los países árabes; es muy interesante el capítulo en que se refiere principalmente al sexo y a los problemas para decir las cosas por su nombre a la hora de escribir.

Cabe destacar el capítulo en el que habla sobre las críticas que los occidentales hacen a la religión musulmana, a la que ella también reprende duramente; no obstante y aquí está el punto más que interesante, decide comparar cada una de esas críticas con los puntos negativos de la religión católica, para dejar bien claro que a la hora de ser enjuiciarlas, no se salva ni una ni la otra. Interesantísimo.

Los buenos libros son imposibles de abandonar. “¿Me convertí en el sultán Shahriar y Joumana Haddad es Sherezade contándome historias hilvanadas?” me pregunté cuando solo me quedaban cincuenta páginas. No tuve tiempo para pensarlo, porque la autora de este libro ya me seguía contando historias de su vida: de las acusaciones de la sociedad árabe cuando decidió sacar a la venta una revista de arte y sensualidad, de la censura y la autocensura, de la doble moral árabe que aplaude los desnudos de Man Ray pero califica de pornografía el arte erótico similar hecho por  artistas árabes, y de tantas otras cuestiones que conforman un libro genial, lúcido, pero también divertido y fácil de leer. Altamente recomendable.

3 comentarios en «Yo maté a Sherezade»

  1. Estando por la mitad de este libro me doy cuenta de la importancia de los tópicos y de como nos ayudan a fraguar una idea fija y de como ésta nos impide muchas veces “ver más allá”. Es increíble leer un libro de estas dimensiones que te haga cambiar tanto la percepción de determinadas realidades. Como siempre y una vez más. has conseguido plasmar lo que exactamente significa, incluso esa agresividad con la que Joumana rompe los esquemas en sus primeras lineas.

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  2. Con todo, un árbol no crecería ni en el más fértil de los suelos si en el no se hubiera plantado una semilla. ¿Y cual fue mi <>? ¿Quién fue, y sigue siendo, mi mentor principal en este viaje?

    Un cómplice omnipotente llamado <>.

    *

    Descubrí (¿o tal vez debería decir que me descubrió el?) al marqués de Sade cuando apenas tenia doce años de edad.

    De libro en libro, de lectura en lectura, de encuentro en encuentro, el marqués de Sade se fue apoderando de mi cerebro. Me agarro por los hombros, me miro directamente a los ojos y me dijo: <>

    En resumen: me pervertí.

    Yo mate a Sherezade. Joumana Haddad.

    lo recomiendo, realmente abre los ojos.

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