Apegos feroces, de Vivian Gornick

Apegos feroces, de Vivian GornickCuanto más me gusta un libro más me cuesta hacer la reseña. Es algo que vengo notando últimamente. Debo tener alguna tara, porque se supone que es cuando más debería explayarme, pero me quedo en blanco, quizá asimilando aún lo que he leído y solo me sale deciros: leed, leed, malditos. Y podría quedarme ahí, simplemente en la vehemente recomendación y puede que ya con eso me entendierais. Pero claro, es mucho más lo que puedo contaros de esta novela, así que allá voy.

Ya que Apegos feroces es una novela autobiográfica, me parece imprescindible hablaros de Vivian Gornick, su autora. Nacida en 1935 en el Bronx, (Nueva York), Vivian ha trabajado como periodista para medios como Village Voice, The Nation o The New York Times. Es periodista y ensayista y ha escrito textos críticos, periodísticos y memorias. Eso sí, su escritura siempre viene marcada por el mismo rasgo y es que todos sus escritos se conciben desde la perspectiva de género. Gracias  a esta característica, Vivian se ha convertido en una de las voces más representativas del feminismo en Estados Unidos. Algo que me fascina, pues ya sabéis mi devoción por la gente que promueve y reivindica el feminismo. La literatura, además, me parece uno  de los mejores vehículos para ello.

Publicada en 1987, gracias a la editorial Sexto Piso podemos disfrutar de ellas en español por primera vez. Como os decía, Apegos feroces es una novela sobre mujeres. Las memorias de Vivian Gornick se desarrollan a través del vínculo de ésta con su madre. Y creedme cuando os digo que es una de las relaciones madre-hija más desquiciada, cautivadora y, en cierto modo, emotiva sobre la que jamás haya leído. Ese vínculo, tan estrecho, tan irrepetible e inquietante que sólo puede establecerse entre una madre y una hija aparece reflejado a lo largo de toda la novela. En torno a él, la autora realiza un ejercicio autobiográfico que no sólo se limita a la relación materno-filial, sino que resulta ser el reflejo de la sociedad de aquella época.

Ahora que las dos son ya mujeres mayores y que, a pesar de lo conflictivo de su relación, ambas disfrutan (o comparten) sus paseos juntas por Nueva York. Y entre caminos, parques y calles transitadas, se desgrana la historia de madre e hija. Una historia irremediablemente compartida, pero que cada una interpreta a su modo. La infancia de la autora en el Bronx en casa de sus padres, las historias de los vecinos y amigos, su relación con los hombres, su vida, en suma.

Y la sombra de su madre siempre presente, en cada momento, en cada decisión, en cada vivencia. Porque, a pesar de lo difícil de la relación entre ambas, su madre es la figura que prevalece en el relato de su vida. Como una especie de recordatorio o de advertencia de lo que podrá ocurrir, de todo lo común y todas las diferencias.

Todas las vivencias, todos los recuerdos vienen acompañados de todas las mujeres que conforman la vida de la autora. Mujeres fuertes, valientes. Dos modelos antagónicos en los que fijarse, que van a servir como guía de su propia vida: el de su madre y el de Nettie, la independiente y apasionada vecina.

Una novela sobre mujeres escrita por una de las voces más destacadas del movimiento feminista. Se me hace imposible no recomendar Apegos feroces, no invitaros a adentraros en esta relación madre-hija, en este brillante reflejo de todas esas grandes mujeres. Sin duda, una de las mejores novelas que he leído últimamente.

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