Biomega: The Ultimate Edition 2, de Tsutomu Nihei

biomega the ultimate edition 2El giro argumental de una novela es ese momento en el que te llevas las manos a las mejillas como si fueras Macaulay Culkin en Solo en casa; ese latigazo súbito pero coherente con la narración que crea una onda expansiva y sacude al lector; ese preludio, casi siempre, de un final que se paladea con nostalgia antes incluso de que la palabra de tres letras que cierra el libro se presente. El giro argumental en ocasiones convierte una novela corriente, de diversión ordinaria y de pedigrí impreciso, en un purasangre que se lanza sin cuartel en busca de la gloria. El primer volumen de Biomega ya apuntaba maneras, dejando caer algunas sorpresas entre el torrente de acción que inundaba al cómic. El inicio de Biomega: The Ultimate Edition 2 de Tsutomu Nihei es un puñetazo en la boca del estómago que deja sin aliento al lector; primer aviso de la paliza, a base de virajes narrativos, que le espera. Reconozco que yo, acostumbrado a las historias más bizarras jamás imaginadas por escritores de mente retorcida, todavía me encuentro algo grogui.

El segundo volumen de Biomega se inicia justo donde finalizaba el primero: diferencias de ideología en el seno de la Fundación para la Recuperación de Datos (podría resumirse como la corporación malvada) hace que explote una guerra civil entre sus agentes. Unos buscan continuar con el plan que involucra al virus N5S y que cambiaría el curso de la historia de todo el planeta Tierra; el resto han decidido recular ante tan descabellado plan y luchar contra quien quiera llevarlo a cabo. Industrias Pesadas Toa (los buenos de la película), con su principal agente al frente, el humano sintético Zoichi Kanoe (el protagonista que repartía estopa en la primera parte) y Fuyu, la inteligencia artificial que lo acompaña, se encontrarán en el medio de ese fuego cruzado.

Las primeras páginas del manga que hoy nos ocupa nos muestran qué fue de esa guerra, de la gente que luchaba en ella y del estrambótico plan que se pretendía llevar a cabo. A mitad del capítulo 27 llega el primero de una larga lista de giros argumentales que deja al lector tan aturdido como a sus protagonistas principales. “Lo que está claro es que ha ocurrido un fenómeno desconocido”. Si ya nos habíamos acostumbrado a las estructuras metálicas, al hormigón armado, al olor del asfalto y a los habitantes de esos lugares, el autor decide borrar de un plumazo nuestra zona de confort y enviarnos a explorar nuevos mundos y nuevas situaciones, pero sin dejar de lado el hilo principal. Ahora el dibujo resulta menos frío, menos rectilíneo, pero igual de impresionante. Tsutomu Nihei deja atrás la escuadra y el cartabón y da paso a un mundo de redondeces y bulbosidades, un mundo que parece respirar en todo su conjunto. No son pocas las viñetas que me han recordado al cómic Alef-Thau: esos mundos repletos de magia y fantasía que surgieron de las mentes de Arnaud Dombre (más conocido como Arno) y de Alejandro Jodorowsky y que narraban las aventuras de un muchacho incompleto. Y es que el autor de Biomega incluso llega a coquetear con la fantasía, a pesar de que la ciencia ficción sigue siendo el género principal al que pertenece la obra.

En Biomega: The Ultimate Edition 2 la acción pierde algo de protagonismo, la cual cosa no es difícil ni algo que debamos lamentar. Sigue habiendo acción, por supuesto, pero a un nivel más “sosegado” que evitará que al lector le pueda dar un infarto de miocardio. El texto, las aclaraciones y en general los diálogos son bastante más abundantes que en el primer volumen; algo necesario para no perder el hilo de una historia que a medida que avanza se vuelve tan compleja como surrealista. Punto que juega más en favor de la obra que en contra, a pesar incluso de esas últimas páginas en las que las explicaciones se apelotonan y fuerzan un final algo confuso.

Biomega: The Ultimate Edition 2, publicada en una impecable y lujosa edición por parte de Panini Cómics, pone de manifiesto que la imaginación de Tsutomu Nihei no tiene límites a la hora de narrar una historia, explorando complejos argumentos que fuerzan al lector a prestar atención mientras disfruta de unas escenas de acción que lo atraparán desde la primera viñeta. Además, ahora ya sí, sabréis qué cojones pintaba un oso en todo este embrollo.

 

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