Cierra los ojos y mírame

Cierra los ojos y mírame, de Ana Galán y Manuel Enríquez

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Si nos paramos a pensar en la cantidad de historias de amor que pueblan la literatura, probablemente podríamos estar horas debatiendo, intentando encontrar cuál es, de todas, la mejor, la que más nos ha emocionado, la que nos ha hecho sentir en carne propia un escalofrío. En las novelas, las historias de amor están a la orden del día. Entonces, si hay tantas, ¿qué es lo que hace especial a ésta? ¿Qué es lo que se puede decir de esta nueva historia de amor que llega a nuestras manos para, una vez abrirla, golpearnos con toda su fuerza? Un cambio de rumbo, una diferencia, una relación atípica que puede cambiar nuestra percepción de un mundo que, para el resto de nosotros, parece permanecer escondido. Así es “Cierra los ojos y mírame” y más adelante os diré por qué.

David conoce a Blanca en unas circunstancias inusuales. Ella es una chica que se ha encargado de criar un perro guía. Él, un joven que busca su sitio en el mundo, que intenta encontrarle un sentido a su vida desde que todo cambió una noche: la noche en la que se quedó ciego y su existencia significó algo completamente diferente.

Hay historias que pasan sin pena ni gloria entre nuestras manos. Son novelas que, abiertas y una vez cerradas, no te dejan ningún poso en absoluto. Ana Galán y Manuel Enríquez han conseguido lo contrario. Porque la historia de amor que se presenta en las páginas que han escrito, te hacen plantearte el mundo que te rodea, los prejuicios que podemos tener ante la gente ciega. Pero sobre todo habla de las relaciones que se crean después de un trauma, de uno de esos acontecimientos que trastocan la vida de los protagonistas y les deja pendientes de un hilo, de uno tan fino que es muy posible que se caigan y se estrellen contra el suelo muy pronto. Estamos frente a una historia de amor, cierto, y puede que a algunos el hecho de incluir el detalle de una persona ciega les pueda parecer pretencioso, les pueda hacer pensar que los autores lo han utilizado para emocionar fácilmente al lector. Nada más lejos de la realidad. En “Cierra los ojos y mírame” no encontramos mensajes edulcorados, no aparecen esos mensajes de comedia romántica en la que la chica guapa se enamora del protagonista torturado. Los autores, como sólo pueden hacerlo los que guardan dentro una buena historia, nos introducen de lleno, sin precaución, en el mundo de los dos personajes, presentándonos un mundo descarnado, haciéndonos ver que la vida puede ser muy cabrona y, sobre todo, injusta. Un relato sobre los peligros de la inconsciencia, sobre la familia que está siempre ahí y sobre el miedo, sobre la incertidumbre de lo que nos sucederá más allá del presente. Porque, ¿quién puede decir que no entendería a los personajes de este libro cuando, en un juego de palabras, se dan cuenta de que el amor es ciego de por sí?

Ya lo he dicho al principio: existen muchas historias de amor en la literatura. Por eso, comprobar que hoy en día no está todo contado, que se pueden escribir novelas donde las relaciones tengan algo nuevo, algo que te ayude a pensar, son un regalo al que todos deberíamos prestar atención. “Cierra los ojos y mírame” es una historia para adolescentes, es cierto, pero como suele pasar en estos casos, también es una historia para todos aquellos adultos que, al pasar su mirada por las letras, dejarán de estar, como el protagonista de esta novela, ciegos.

Porque, como me sucedió a mí, gracias a Ana Galán y Manuel Enríquez pude aprender que, a pesar de todo, aunque la vida intente por todos los medios hacerte caer, siempre habrá algo o alguien que te ayudará a levantarte.

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