Cuentos escogidos, de Joy Williams

Cuentos escogidosEscribe Joy Williams (1944) en El patinador, uno de los relatos que integran esta recopilación de Cuentos escogidos, traducida por Albert Fuentes y publicada por Seix Barral, que en los mitos hay dos caminos hacia el desastre. “Uno de ellos consistía en responder a una pregunta que no tenía respuesta. El otro era no ser capaz de responder a una pregunta que sí la tenía”. Pues bien, querido lector, el presente volumen es un compendio de ambos senderos. Un hermoso camino, en cierto modo, hacia el desastre que centra la mirada en el detalle, abre el plano e invade las casas del ciudadano medio. Como si sus relatos estuvieran plagados de esa gente normal que inunda algunos informativos de sobremesa o protagonizan los sábados por la tarde cualquiera de los telefilms de Antena 3. Vecinos, buenas personas, con vidas corrientes y anodinas que adquieren nuevas texturas, una extrañeza que los hace únicos pero a la vez, he aquí la tragedia, también comunes.

A lo largo de sus textos, una amplia y acertada recopilación que incluye 46 historias, 13 de ellas nuevas, Williams somete sin ningún tipo de piedad a niños, adolescentes y adultos, hombres y especialmente mujeres, en función de su propia literatura, retorciendo sus vidas hasta esculpir sentencias irrefutables, llenas de una lógica absurda, de un humor inteligente, difícil de empañar. Así, por ejemplo, escribe en Química invernal: “Si en el infierno hacía calor, entonces en el cielo tenía que hacer un frío espantoso”. Y lo hace a lo largo de más de 700 páginas donde la escritora esboza personajes inquietantes, desolados, tristes y crueles bajo un aspecto inicialmente inocente e inofensivo. Williams, que entiende la oscuridad como un elemento más del que servirse para arrojar luz sobre nuestra propia existencia, investiga a partir de ellos las grandes inquietudes de la vida como el duelo, la enfermedad, la soledad, la paternidad, la infancia, la tristeza o el amor.

Así, a pesar de que sus protagonistas tiendan, de algún modo, a una absoluta incomprensión de sí mismos y de los demás, de fondo se observa a veces una despiadada necesidad por conectar con el otro o, al menos, con el universo. La autora norteamericana, una de las escritoras de relatos más interesantes de la actualidad, escribe con imágenes. Sus palabras son capaces de recrear la realidad con una mirada única que, aunque retorcida, resulta oportunamente precisa. “Lo curioso es que nunca se había enamorado de ningún animal”, relata en Congreso con una brutal contundencia simbólica. Una historia que arranca con la obsesión de una mujer por una singular lámpara, construida a partir de cuatro patas secas de ciervo . “Sencillamente –continúa-, se había saltado ese erotismo entre especies para ir directamente al amor por los fragmentos de animales modificados. Había algo malo en ello, pensó. Era tan desesperado. Pero el amor lo era siempre”.

Y es que donde el resto de nosotros vemos la realidad en bruto, sin limar, ella ve palabras. Es complicado, al menos, encontrar una sola frase entre todos sus párrafos que no conduzca en varias direcciones, que no te cuente o que no te diga. Aunque la clave de su propia escritura probablemente la hallemos en este otro párrafo de uno de estos Cuentos escogidos, titulado Centro de belleza, en el que es posible que la norteamericana sintetice también la esencia del relato corto e incluso de la literatura: “Solo eran palabras, lo sabía, palabras que podía usar cualquiera, pero detrás de las palabras siempre había cosas, a veces cosas que no podías contarle a nadie, ni mucho menos a tus seres queridos, cosas que daban miedo y que ni si quiera eran verdad”.

Porque los personajes que esboza Joy Williams se mienten, como nos mentimos nosotros con mayor frecuencia de la que seríamos capaces de admitir. Las mismas mentiras que proporcionan a la vida “un ritmo y una estructura que la verdad aún no alcanza a justificar” (La excursión). Estos relatos que, en realidad, nos contamos a nosotros mismos, que disfrazan y someten nuestra propia realidad, desfigurándola hasta tratar de encontrarle el sentido, de responder a lo que no tiene respuesta o a lo que sí la tiene. Algo muy parecido a lo que hace Williams en este libro.  Entre líneas, de hecho, la autora se expresa, a veces, a sí misma. “Necesita otra lengua, otras palabras. Tiene más que aburridas sus palabras. Disfruta buscando. ¿Acaso la búsqueda no lo es todo?”.

 

1 comentario en «Cuentos escogidos, de Joy Williams»

  1. Me imagino cada relato de cada una de sus historias a mi tambien me gusta la escritura y aunque no soy conocida a veces me pongo a pensar que no debo de ser tan expresiva por que las palabras suelen cambiarte la vida de manera inmediata yo creo que no devi dejar ni a mi amigo fantasma ni al cibernetico ni a yo soy yu robot 1,2 irse de mi vida y renunciar a su existencia la cual yo forme con tanto cariño.

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