Festín de cuervos – Canción de Hielo y Fuego – 4

Festín de cuervos, de George R. R. Martin

Festín de cuervos

Diario de Asha Greyjoy, hija de Balon Greyjoy y heredera de la misma casa

Soy la heredera por derecho de la casa Greyjoy y aun así, por el simple hecho de haber nacido sin nada entre las piernas, mi propio pueblo, mi propia familia, cree que no merezco el orgullo de sentarme en el trono. La casa Greyjoy se ha enorgullecido siempre de ser igual que un kraken, agarrando a sus enemigos y no soltándolo nunca, pero en este momento, después de la asamblea que elegiría el sucesor de mi padre, soy consciente que yo, Asha Greyjoy no sólo valgo menos que una moneda de cobre, sino que ni siquiera estoy a la altura de las putas de los prostíbulos que pueblan los Siete Reinos.

Tras las batallas siempre quedan los restos, las cenizas que se escapan entre los dedos, las tierras quemadas por el fuego de la ira, y el botín que repartirse entre los ganadores. Y es ahora, cuando debemos ponernos en marcha para conseguir lo que nos pertenece por derecho, todos prefieren festejar y creerse dueños y señores, a luchar por lo que nos pertenece por derecho. Esto se ha convertido en un Festín de cuervos que, tras los cadáveres, queda la repartición de las sobras.

Ya no queda nada de lo que conocimos. Invernalia ha sido pasto de las llamas, Desembarco del Rey se ha convertido en el juego personal de una reina loca de ira, y de más allá del Muro sólo llegan las historias que nadie quiere escuchar. Pero hasta en eso noscasa-greyjoyestamos equivocando, hasta en esas viejas leyendas que hoy se hacen realidad, no estamos yendo por el camino adecuado. Se acerca algo mucho más grande de lo que creemos y aquí, bajo el cielo que augura el principio de la nieve, estamos más preocupados de buscar sucesores más que en preparar las siguientes batallas. Los Lannister prueban de su propia medicina; la Guardia de la Noche empieza a moverse del Muro para conseguir la ayuda necesaria para sus hombres y antiguas alianzas empiezan a cobrar fuerza de nuevo. Las coaliciones que se habían formado se sostienen únicamente por un hilo, tan fino que, con una sola palabra, es posible hacer saltar hasta los más férreos cimientos de lo que había sido nuestro mundo. Nadie lo ve, nadie quiere aceptar que se acerca un cambio, y aquí, como en Desembarco, como en sus alrededores más próximos sólo nos queda una opción: guardar las espadas bien cerca para lo que pueda venir. Los cuervos graznan con más fuerza y, en cualquiera de los caminos, es posible encontrarte cuerpos colgando de las ramas, devorados por las alimañas negras que han salido a la luz.

Mi pueblo, la casa Greyjoy, no hace caso a las noticias de nuevos dragones. Ni siquiera dan un voto de verdad a las historias que llegan a través del mar, del medio de transporte que se ha convertido en el orgullo y la desgracia de mi familia. Soy una mujer, pero tengo la misma inteligencia que mis compañeros masculinos. No todas las mujeres enloquecemos como la reina Cersei, ni somos defensoras de una causa perdida como los rumores de la gesta iniciada por Brienne de Tarth. Mujeres bobas y enamoradas que se aferran al amor para tomar decisiones. Yo, Asha Greyjoy, me aferro a las espadas, a los barcoluengos que podrían llevarme a la gloria más inmediata, ya que el plan que he trazado es simple pero certero. Pero ante mi propia familia, ante los ojos de mi propio pueblo, no soy más que una fémina que pretende ser caballero, y nadie me toma en consideración.

En este Festín de cuervos, todos nos hemos convertido en alimento para carroñeros. Veremos qué ocurre cuando la nueva Danza de Dragones tome el vuelo y nos carbonice a todos con su aliento de llamas y putrefacción.

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