Firmin (II)

Firmin, de Sam Savage

Firmin

La rata es el mejor amigo del hombre, pero el hombre es ciego, no sabe mirar y opta por elegir perros o gatos, esos animales extremadamente tontos que, pudiendo hablar como pueden, eligen mover el rabo y escuchar. Yo me voy a comprar una rata, le voy a poner de nombre Firmin y me voy a sentar a su lado en los atardeceres gallegos para escucharla tocar el piano. Las ratas saben tocar el piano. Y saben leer.

Quien esto escribe no perdió el juicio de tanto leer, como le ocurrió al Quijote, ni estuvo experimentando con sustancias raras y alucinógenas durante el fin de semana, sino que se la pasó genial con cada una de las 222 páginas de Firmin, aventuras de una alimaña urbana, uno de esos libros fabulosos escrito por el estadounidense Sam Savage y que se convirtió en best seller gracias al boca a boca, lo que le permitió atraer la atención de Seix Barral y entrar en los grandes circuitos. En una primera etapa, había sido publicada por una pequeña editorial de Minneapolis.

Nacido en un sótano en los años 60, Firmin, hijo de una rata alcohólica y hermano de doce ratitas que lo ignoran totalmente, ya desde sus primeros días se siente al margen de todo. La vida no será fácil, se lo ve venir, y por eso, como todos alguna vez hicimos, decide entretener a su soledad con lo primero que encuentra. Firmin será desgraciado, pero también tiene suerte: vive en un sótano, como dijimos, pero no en uno cualquiera, sino en el de una librería. Borges dijo alguna vez que el paraíso debe ser una especie de biblioteca, y todos los que visitamos esta página seguramente estaremos de acuerdo. De elegir un sótano para vivir, sin dudas lo llenaríamos de libros. Firmin no puede elegir, su destino es este: una rata rodeada de libros, abandonada por su familia y con una curiosidad innata ante la vida de Boston, una de las ciudades más antiguas de Estados Unidos, que discurre pobre y en crisis detrás de los cristales de la librería Pembroke.

Original, sorprendente, llena de humor sutil y referencias literarias, esta historia, como todas las buenas historias, va más allá de la vida de una rata divertida, sino que se convierte en una fábula sobre la condición humana, llena de alegorías y mensajes que nos dejarán pensando. Por otra parte, sentiremos que este libro es una defensa total de la importancia de la lectura, de los efectos positivos que produce y del crecimiento personal que podemos obtener gracias a devorar libros, ¿pero qué le pasa a una rata en ese caso? ¿Humanizarse, comprender el mundo de los hombres la hará más feliz? ¿De qué le sirve a una rata aprender de y sobre todo si no puede relacionarse con los humanos? ¿El destino de una rata que quiere ser humana es la soledad absoluta?

Eso es lo que se propone averiguar Firmin, cuál es su destino, qué papel le toca en la tierra, cual debe ser su aporte a la prosperidad. Y por eso buscará constantemente la amistad de algunos humanos, específicamente del librero, su ídolo, y de un escritor amateur que vive solo en una casa caótica. De fondo, la crisis económica y de valores que amenaza con la quiebra de cada tienda y hasta la eliminación de la plaza Scollay en manos del “progreso”

Mi sobrina me había recomendado leer Firmin afirmando que era uno de esos libros mágicos, de aquellos que no aparentan mucho a simple vista pero que terminan convirtiéndose en inolvidables; como antes ya me había recomendado Amor en minúscula, de Francesc Miralles, y el resultado había sido fabuloso, decidí hacerle caso. Y sin dudas estuvo en lo cierto, una vez más. Mi sobrina, así como todos los que lean este libro, ya nunca más podrá mirar a una rata de igual modo.

Sé que puede parecerles una tontería, pero no obviaré este último dato teniendo en cuenta que estamos entre lectores y por ende conocemos de estas cosas: cuando terminé de leer el libro, que me puso muy triste pero a la vez me hizo reír un montón, lo primero que hice fue abrazarlo. Lo segundo, lamentar que tenga que devolverlo a la biblioteca, y lo tercero, hacer cuentas para ver cuándo me lo puedo comprar, solo para poder tenerlo en mi biblioteca personal, y cada tanto darle otro abrazo. Ustedes entienden a lo que me refiero.

 

5 comentarios en «Firmin (II)»

  1. Lo he leído, sí que te quedas con cierto sentimiento de tristeza, pero desde luego es un libro muy especial que merece la pena poseer y devorarlo cual ratita, es todo un compendio de filosofía. Saludos ! S.

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