La vuelta a Europa en avión

La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja, Manuel Chaves Nogales

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Aun relatando uno, La vuelta a Europa en avión es más que una obra de viajes. La inteligente mirada del autor excede la crónica de viajes para convertirse en testimonio de lo que fue Europa, de un continente que aun veía con asombro el transporte aeronáutico y que cifraba sus esperanzas de futuro en un desarrollo tecnológico que si bien en si mismo ha excedido con toda probabilidad lo que imaginaron, no ha llevado de la mano a lo que soñaron. Es también el testimonio de una forma de mirar extinta en el periodismo actual, de una forma de escribir tristemente desaparecida, pero es sobre todo, por decirlo en sus propias palabras, es el honesto legado de un hombre consciente de que a veces uno grita Sésamo y la puerta no se abre.

Esa conciencia de la imposibilidad de descubrir la rueda en cada crónica no impide a Chaves Nogales ejercer su labor periodística brillantemente: ante las puertas cerradas que se encuentra es consciente de que no es su labor abrirlas tanto como describirlas fielmente, mirar por cada rendija y mostrar lo que ve, no lo que cree que hay detrás. Unido este ejercicio de honestidad intelectual a su independencia de criterio y a su elegante y certera forma de escribir, porque hay que decirlo, Manuel Chaves Nogales escribía muy bien, el resultado es esta obra tan seria como deliciosa, tan lúcida como divertida, tan ilustrativa como evocadora.
Los mundos que sobrevoló y relató este insigne periodista ya no están, la historia los ha llevado por caminos en muchos casos diferentes de lo que él imaginó, lo que no es objeción. Hoy, a toro pasado, podemos decir que su mirada inteligente e insobornable igual que sorprende en ocasiones por su acierto, se equivocó en algunas de sus valoraciones tanto como en algunas de sus predicciones, pero es que hay ocasiones en las que, con la porción de realidad que a uno le es dado conocer, equivocarse es la única opción intelectualmente honesta. En cualquier caso es preciso ser muy clarividente para darse cuenta en 1929, y decirlo, que no era el comunismo, sino el nacionalismo, la fuerza que realmente mantenía cohesionada la Unión Soviética.
En esta vuelta a Europa en avión, Chaves Nogales nos habla lugares y personas, de Francia y los franceses, de Alemania y los alemanes, de Suiza y de los suizos, de Rusia y los rusos, de Checoslovaquia y de los checos, de Austria y los austriacos, de Italia y los italianos, y en ese viaje, sin embargo, aprende uno sobre todo de los españoles. Por las comparaciones que establece, claro, por las referencias que hace el autor, de más está decirlo, pero sobre todo por lo inevitable de preguntarse no por quienes fuimos ni por quienes somos, sino por quienes podríamos haber sido si no hubiésemos desperdiciado, exiliado, asesinado o relegado al ostracismo a las extraordinarias generaciones de científicos, profesores, periodistas, técnicos, literatos e intelectuales que años después de la publicación de estos textos dejaron de tener cabida en esta España que tanto habría necesitado de ellos.
La visión de Chaves Nogales es libre, expresa sus discrepancias y sus coincidencias con aquellos con quienes se identifica y con quienes no, sus textos son territorio libre de sectarismos, y es una pena que él no supiera lo que sabemos hoy, porque su concepción de la realidad soviética, que ya era crítica, habría sido sin duda diferente, pero es que era periodista y hacía periodismo, no jugaba a ser historiador del presente, no escribía panegíricos ni enmiendas a la totalidad. Son sus textos testimonio no de la realidad, sino de la percepción que se tenía entonces con lo que se conocía, que era poco, y es de agradecer que para un espíritu libre, enemigo de totalitarismos de toda clase, fuese no obstante lo suficientemente objetivo como para tratar de elogiar lo que le parecía digno de tal, así como de criticar lo que consideraba merecedor de ello. Hoy eso no se hace, se traviste la neutralidad con atavíos de falta de compromiso y hasta hemos revestido de negatividad un término, “equidistancia”, para descalificar a quienes tratan de buscar la objetividad. Se puede ser neutral y comprometido como se puede ser justo y objetivo guardando fidelidad a las propias ideas, incluso, porqué no, se puede ser equidistante sin ser falaz porque la distancia que el periodista debe mantener con todas las posturas no se mide en términos matemáticos, sino éticos, y sí, es siempre la misma, la justa, la que merecen.
Pero si La vuelta a Europa en avión no hablase de la Europa de finales de los años 20 del siglo pasado y no tuviese el valor documental que tiene desde el punto de vista histórico, si hablase de un territorio imaginado y de personajes de ficción cuyo desenvolvimiento futuro no hubiese tenido la menor influencia en nuestras vidas, seguiría siendo un libro digno de leerse, se disfrutaría igualmente con la elegancia de la prosa del autor y se divertiría uno terriblemente con los despliegues de humor e ironía que hacen de este libro un verdadero regalo.
Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es

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