La vuelta al mundo en 80 cementerios, de Fernando Gómez

la vuelta al mundoMe gustan los cementerios. Son lugares estupendos en los que perderse paseando. Me gusta caminar por entre las lápidas y hacer fotos a las tumbas antiguas, a las rotas  a las hundidas, o a las que se salen de la tendencia moderna y “normalizada”, de las lineales de ahora hechas en serie. Algunos domingos de otoño he ido a hacer fotos, (que luego subo a mi blog), y también he asistido a visitas guiadas del cementerio de Logroño en donde, caminando bajo la lluvia, se explicaban curiosidades de este, historia de los famosos de la ciudad enterrados en él, antiguas tradiciones… Y hace poco el programa Cuarto Milenio, el de Iker Jiménez, vino a grabar una de las tumbas más llamativas para el reportaje dedicado a un inventor conocido como “El ruso”.

Cuando les digo a mis amigos “mañana voy al cementerio, ¿alguien quiere venir?” Lo que obtengo son miradas de extrañeza.  Supongo que, como la mayoría de personas, ven en los cementerios un lugar al que ir cada uno de noviembre y en las tristes ocasiones en las que toca despedir a un ser querido o acompañar a alguien en la despedida del suyo.

Y sin embargo yo, si voy de vacaciones a algún lugar, una de las visitas obligadas, siempre que haya tiempo y siempre al final de la lista de cosas que ver o hacer, es visitar el cementerio local.

En los cementerios hay arte. Arte funerario, pero arte. Merece la pena perderse en ellos y admirar las esculturas, mausoleos, templetes, y hasta, de vez en cuando, leer los epitafios… Son un conjunto artístico. Hablo de cementerios más bien grandes, no los de, por ejemplo, un pueblo en el que en dos minutos ves las quince lápidas que tengan y que además son todas iguales.

Por eso he querido leer este La vuelta al mundo en 80 cementerios.  Para ver cementerios por los que me gustaría rondar y fotografiar.

En este libro conoceremos anécdotas, curiosidades antiguas, historias de famosos enterrados, cementerios simbólicos  (como el de Las Cruces, en Chile, en donde no hay nadie en sus tumbas ya que es un camposanto dedicado a aquellos fallecidos en el mar cuyos cuerpos no han sido recuperados), historias truculentas (¡vaya con Nicolas Cage!)…

Es muy recomendable tener un ordenador o el móvil a mano mientras se lee este libro, sobre todo cuando en los casos en los que el autor comenta que tal o cual cementerio es de una belleza espectacular o, como el de Skogskyrkogarden, catalogado como Patrimonio de la Humanidad, para poder comprobar y admirar lo que se nos está contando.

Vamos a descubrir bastantes curiosidades a lo largo de todo el libro. De primeras tenemos el cementerio de La Madeleine en Amiens, Francia. En donde lo más destacado es la tumba de Julio Verne, tumba que, si no conocéis, tras la descripción que de ella se hace no os va a quedar otra que echar mano de Internet para verla.

No voy a describir los 80 cementerios, pero vale la pena resaltar que iremos a Highgate; a Cross Bones, al cementerio de los marginados; a Whitby, famoso por estar en él ambientados algunos de los pasajes de Drácula; a las grutas del Vaticano, donde conoceremos sobre el Sínodo del Terror; al cementerio de los Manantiales, que no son sino cuevas repletas de calaveras; a las catacumbas de los Capuchinos, en donde está la que se considera “la más bella momia de mundo”, la de Rosalía, una niña fallecida a los dos años de edad; al muy curioso osario de Sedlec, o lo que es el primer cementerio exclusivo de vampiros; a un cementerio dedicado a animales;  al aún más curioso Cementerio Colgante de Sagada, en Filipinas, en el que multitud de ataúdes cuelgan en las rocas de los acantilados o aprovechando pequeñas cuevas; al de Waverley, en Australia, uno de los diez cementerios más bellos del mundo;  al de los 47 ronin, en Sengakuji; al de San Luis, en Nueva Orleans, en donde descansa el cuerpo de “una de las vampiras más aterradoras del continente americano” y cuya historia recuerda a las primeras páginas de Entrevista con el vampiro; y los siempre extraños cementerios caribeños (el de Colón, en Cuba) y mejicanos (el de Muñecas en Xochimilco).

Por nombrar por encima los más llamativos.

Un recorrido por el mundo en busca de los cementerios más hermosos o con las historias más atrayentes (por cierto, en los de Londres había unas cuantos con vampiros merodeando, y no me refiero al de Whitby), con las tradiciones más chocantes para nuestro modo de entender el concepto de cementerio, con anécdotas, leyendas o simples biografías de personajes célebres narrado todo ello de forma sencilla, como si el autor nos hablara de tú a tú, inoculándonos las ganas de conocer más, siempre más.

Si algún pero puedo poner es el de la escasez de fotos y que estas fueran en blanco y negro. Por lo demás, La vuelta al mundo en 80 cementerios es un libro para todos aquellos a los que los cementerios no les parecen un lugar al que ir una vez al año.

Instructivo, fácil de leer y muy entretenido.

¡Viva el necroturismo!

1 comentario en «La vuelta al mundo en 80 cementerios, de Fernando Gómez»

  1. SI te gustan los cementerios y los buenos libros te recomiendo:
    “Tumbas de poetas y pensadores”, de Cees Nooteboom.
    El autor hace breves reseñas de sus “moradores” y su esposa, Simone Sassen, fotografía las tumbas.
    Gracias por tu trabajo.
    Un saludo
    R.

    Responder

Deja un comentario