Los niños del otro lado: segundo ciclo

Los niños del otro lado: segundo ciclo, de Nykko y Bannister

los niños del otro lado 2Una de mis películas de animación favoritas es “El castillo ambulante” de Hayao Miyazaki. No podría decir cuántas veces la he visto, y la de cosas nuevas que saco cada vez que la observo, con verdadera devoción. Empiezo esta reseña así porque, a pesar de que nunca me ha gustado demasiado hacer comparaciones, por considerarlas demasiado odiosas para las dos partes, he sentido parte de lo que sentí en el primer visionado de dicha película al leer “Los niños del otro lado: segundo ciclo”. Es difícil de explicar, porque una historia de jóvenes que encuentran otro mundo quizá es un argumento muy trillado para la mayoría de vosotros, pero ha sido un puro divertimento, una novela de aventuras en imágenes, una historia de fantasía tan épica que aquello de “segundas partes nunca fueron buenas” no viene al caso. Porque no sólo es buena, sino que es mucho mejor que la primera parte de la que ya hice su reseña en su momento. Y es que estoy cautivado, diría que intrigado, diría que con ganas de mucho más, de más aventura, de más fantasía, de más niños que buscan experiencias nuevas y que se encuentran, sin pretenderlo, en un mundo desconocido a la espera de lo que le pueda ofrecer.

Noe, Teo y Máximo vuelven al otro lado para ayudar a Rebeca a salvarla de la enfermedad que la consume. En él, se encontrarán con el viejo Gab, al que creían muerto, que les descubrirá que aquel otro mundo guarda un secreto que tiene mucho que ver con él y que tienen que destruir a cualquier precio.

 

Lo reconozco, Dibbuks lo ha hecho de perlas. No sólo por ponerme en las manos este segundo volumen, sino por haber apostado por esta historia y dejar a todo el mundo disfrutarla como se merece. No sólo porque la edición me parezca perfecta, sino porque se nota que los autores han madurado, han cogido las riendas de su historia y nos han puesto la miel en los labios a los lectores para que disfrutemos mucho más, para que nos divirtamos mucho más y para que fantaseemos qué será de estos niños en el otro lado del espejo. Estamos ante una historia mucho más madura (aunque sigue siendo apta para los públicos más jóvenes) y mucho mejor trabajada que la primera parte, y eso se nota en la capacidad de expresión de las imágenes, mucho más inmensas, mucho más panorámicas, mucho más evocadoras que te hacen meterte de lleno en lo que nos están contando. Por todo ello, le doy un diez (porque el once no está disponible, sino quizá se lo daría de mil amores).

Nykko y Bannister siguen siendo unos completos desconocidos para mí. Navegando por la red me ha sido casi imposible encontrar alguna referencia de su trabajo, de su vida, de su biografía como autores (quizá es que yo sea un negado, que todo puede ser). Pero si de algo estoy seguro es que, más allá de este segundo volumen, nos esperan cosas mucho más grandiosas, inmensas, porque está claro que la tercera parte tiene que llegar, lo exijo, lo grito a quien haga falta, porque a un lector como yo no se le puede dejar con esa última imagen, esa mano que agarra a otra y el diálogo nos dice “estamos vivas… las dos” porque no puede ser, porque eso no es justo, porque eso no se hace, porque madre mía, necesito ser capaz de desentrañar lo que va a suceder ahora y no lo consigo. De hecho, casi diría que esa es una de las bazas más importantes de este “Los niños del otro lado: segundo ciclo”: que a pesar de conocer el mundo que rodea a los protagonistas, siempre puede suceder algo distinto que no te esperas. Algo por lo que tus ojos se abren de par en par y sueltas un: joder, esto sí que es bueno.

Así que aquí me tenéis, queridos lectores, alabando las gracias de esta novela gráfica de aventuras como si no hubiera un mañana. Porque en el fondo cuando algo es bueno sólo te salen buenas palabras, y eso que yo suelo intentar sacar una puntillita a todo lo que leo, decirme para mí mismo “sí, sí, esto está bien pero le ha faltado…” y aún no lo he conseguido con lo que nos proponen Nykko y Bannister. Será, supongo, porque no lo hay, y el que quiera buscarlo se dará contra una pared, tremendamente divertida, pero pared al fin y al cabo

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