Una noche con Claire

Una noche con Claire, de Gaito Gazdánov

Una noche con Claire
Un libro sorprendente que, a partir de una historia sencilla, es capaz de abrir ventanas por las que asomarnos a las profundidades de la emoción humana.

 

Debo reconocer que he tardado más tiempo del habitual en escribir la reseña de este libro, y no porque albergase dudas acerca de si debía recomendarles su lectura o no, que es algo que tuve claro desde el principio, sino porque Una noche con Claire me ha dejado algo desorientado.  Y eso no es necesariamente malo, al contrario: libros buenos hay bastantes, pero que además sorprendan  y desconcierten al lector son muchos menos.  Sólo por eso ya merece la pena acercarse a ellos.

También es cierto que quizá yo tenía una idea preconcebida sobre cómo sería el argumento y el estilo de Una noche con Claire, formada por lo poco que sabía del autor, la información contenida en la sinopsis e incluso por el título, y esa es la peor manera de comenzar a leer una novela.

Para empezar, su autor, Gaito Gazdánov, no tiene una biografía corriente.  Nació en 1903 en San Petersburgo y durante su infancia recorrió buen parte del país siguiendo a su padre, que era guardabosques.  No fue la suya una niñez convencional y en esos años itinerantes, viviendo en ocasiones en zonas remotas de Siberia o Ucrania, Gaito Gazdánov desarrolló una personalidad peculiar y una gran capacidad de fabulación, además de un intenso amor por su país.  Después de la Revolución, con tan solo dieciséis años, se alistó en el Ejercito Blanco cuando ya su derrota estaba clara, siguiendo un impulso extrañamente romántico.  Forzado a huir para salvar su vida, terminó recalando en Francia.

Allí trabajó en múltiples oficios a tiempo parcial mientras se dedicaba todos sus esfuerzos a la escritura.  A la edad de veintiséis años publicó Una noche con Claire, que fue acogida con admiración por los críticos, que llegaron a compararle con Nabokov y Proust.  Su prometedora carrera sufrió un parón durante la Segunda Guerra Mundial y cuando finalizó la contienda continuó escribiendo unas curiosas novelas psicológicas de intriga y espionaje.  Aunque se convirtió en un escritor de culto en ciertos círculos parisinos, nunca llegó a dar el salto que le otorgase el favor del gran público.

En todo caso es una de las figuras más interesantes del exilio ruso en Francia, junto a Irene Nemirovsky, pero esta es una “pista falsa”, porque no se parece a ninguno de sus compatriotas.  Su obra es difícil de clasificar: aunque nunca olvidó su patria ni llegó a abandonar el ruso –como sí hizo su compatriota Nabokov– su estilo es más próximo a la sensibilidad de Proust o a la psicología de Joyce que al de los maestros rusos.  Se le podría considerar un autor occidental: el único escritor francés que escribió en ruso.

Y, como les anticipé, Una noche con Claire tampoco es lo que parece.  La historia de amor entre Sosédov –protagonista del libro y alter ego de Gazdánov– y Claire que nos promete el título sólo es una de las muchas vivencias que Sosédov quiere narrar al lector en esta especie de confesión; el encuentro de ambos en París descrito en las primeras páginas del libro, tras diez años de búsqueda por media Europa, no es más que una excusa para que Sosédov abra la puerta de su memoria y deje correr libres los recuerdos de su corta y azarosa vida.

Una vida llena de aventuras y sobresaltos, de encuentros y desencuentros, pero lo que sorprende no es la acumulación de experiencias en un hombre tan joven, a fin de cuentas fue hijo de la época turbulenta que le tocó vivir; lo realmente desconcertante es el personaje en sí.

Sosédov es un individuo peculiar.  Desde el principio llama la atención (él atrae continuamente al lector sobre este punto) su dificultad para integrarse en el mundo que le rodea, incluso para aprehenderlo en su totalidad: para él sólo hay multitud de detalles aislados y fugaces, granos de arena que apenas consigue retener entre sus dedos mientras el paisaje completo se le escapa invariablemente.  Como compensación, Sosédov parece dotado de una increíble propensión a crear mundos interiores, vastos y ricos, y a refugiarse en ellos a la menor ocasión.

Pero hay algo que no encaja, una sutil pero insoslayable contradicción entre lo que hace Sosédov y lo que dice.  El lector en seguida se percata, por ejemplo, de que, para ser una persona que se declara tan introvertida y con tantos problemas para comunicarse con los demás, su relato está repleto de personajes memorables, como la propia Claire o su tío Vitali, una especie de filósofo cínico y desengañado, con los que desarrolla vínculos muy intensos.

Dándole una vuelta de tuerca, la dificultad de Sosédov para encajar en el mundo que le rodea, más allá de esa excusa sobre la riqueza de su vida interior con la que trata de justificarse ante el lector, deja traslucir un personaje completamente desubicado.  Atrapado entre dos épocas, con unos principios  completamente anticuados (caballerosidad, idealismo, romanticismo) que de nada sirven en el nuevo orden mundial de principios del siglo XX, su figura arroja una luz nueva sobre un personaje típicamente ruso, dándole una perspectiva más centroeuropea, más kafkiana, al enfrentarlo a sus contradicciones.

Gazdánov logra en esta novela una de las metas más complicadas para un escritor, reflejar, aunque no sea explícitamente, los conflictos internos de una persona.  Esta aparente dicotomía entre cómo se describe Sosédov a sí mismo y la imagen que el lector se forma de él a través de su relato dota al personaje de una tremenda profundidad psicológica, al tiempo que crea una gran intimidad entre él y el lector.  En ese sentido, a mí me recuerda al protagonista de La conciencia de Zeno, de Italo Svevo.  Sosédov, como Zeno, entabla una relación directa con el lector, que ejerce aquí casi de confesor, y trata continuamente de justificarse ante él como si le importase su opinión.  Gracias a ese juego, Una noche con Claire es mucho más que las memorias, líricas y apasionadas, de un joven que por los azares de la historia le tocó vivir más que cualquiera, y amar con más intensidad que cualquiera.

Calificar de lírico y apasionado un texto con una vertiente psicológica tan marcada puede sonar contradictorio, pero Gazdánov logra tocar ambos registros: si en su día se le llegó a comparar nada menos con Proust fue precisamente por la fuerza narrativa de las imágenes de Una noche con Claire –los placeres del amor, los horrores de la guerra– y por su poder evocador.

Comencé hablando de la capacidad para sorprender de ciertos libros que, como este, cuentan historias sencillas y que sin embargo son capaces de abrir ventanas por las que asomarnos a las profundidades de la emoción humana o las grandes contradicciones de nuestro tiempo.  Y es que, en ocasiones, la magia de la literatura se encuentra donde menos se espera, a condición de que uno no se espere nada concreto.

 

Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es

 

6 comentarios en «Una noche con Claire»

  1. Ni siquiera conocía al autor, pero esta novela va a entrar en mi lista de pendientes y con urgencia. Y es que estas novelas en que lo importante, más que la acción, es reflejar los conflicos internos del personaje, siempre terminan atrapándome. Así que sin dudar, va a formar parte de mis pendientes. Y como lo encuentre por la biblio, lo pillo pronto.
    Besotes!!!

    Responder
  2. No conocía al autor y después de tu reseña no sólo siento un deseo irrefrenable de conocerlo, sino que me siento culpable por no haber oído hablar de él, fíjate si la reseña es buena.
    Un abrazo

    Responder
  3. Hay veces que los personajes secundarios pueden enganchar más que el propio protagonista, a mí con tu reseña me ha llamado la atención “El tío Vitali”, y creo que no solo, pero sobre todo por conocer a este personje me acercaré a este libro que tan brillantemente nos has presentado.

    Un abrazo !

    Responder
  4. Gracias por tu comentario, Susana. Efectivamente, el tío Vitali es un personaje muy interesante, con una filosofía de la vida de un pesimismo que raya en lo cínico, pero que no puede ocultar un gran corazón. Claire es también un personaje muy logrado (una chica francesa muy liberada e inconstante que contrasta con la gravedad de Sosédov), pero tiene menos peso en la narración.

    Responder
  5. Ya la vida del autor es bastante interesante y el libro aparece como un desafío digno de animarse a enfrentarlo; y esos libros que reflejan las cuestiones internas de los personajes son geniales, cuando están bien escritos y logran hacerlo bien; interesante!

    Saludos!

    Responder
  6. Gracias por tu comentario, Roberto. Coincido con tu opinión, me gustan los libros que reflejan las contradicciones internas de un personaje y más en este caso cuando el personaje tiene mucho del autor.

    Responder

Deja un comentario