We Stand On Guard, de Brian K. Vaughan y Steve Skroce

we stand on guardLo primero que llama la atención de la magnífica portada de We Stand On Guard es que muestra una guerra en la que los contendientes son Estados Unidos y Canadá. Puede extrañar que dos naciones que han alcanzado importantes acuerdos y que tienen en su haber sociedades que se presumen tan similares puedan llegar a un conflicto bélico. Bueno, el escenario no es tan inverosímil ni la idea tan osada. Digamos que los Canadienses son más de guardar las formas, tomar el té a las cinco e inclinar la cabeza, que no la rodilla y siempre desde su soberanía, ante la reina Isabel II. Es lo que tiene compartir lazos históricos con el Reino Unido. Por otra banda tenemos a los del American way of life, la banderita en el jardín, la comida basura y el rencor eterno hacia aquellos contra los que una vez tuvieron que batallar para conseguir su independencia.

No es de extrañar pues que, con tal acumulación de inquina, los norteamericanos crearan entre los años 20 y 30 del siglo pasado el denominado Plan Rojo. Éste preveía una hipotética guerra contra el Reino Unido. El ejército norteamericano suponía que éstos atacarían desde Canadá, así que ellos tomarían el país antes. Básicamente era un movimiento preventivo contra los ingleses. Lo mejor de todo es que por aquella época los canadienses, oliéndose la tostada, habían trazado también un plan de contingencia contra los EEUU. Cuando toda esta información se desclasificó y se hizo pública las tensiones entre estos dos países, como habréis imaginado, no mejoraron. Y ahí andan desde entonces, manteniendo el tipo mientras intercambian pullitas.

Pero dejemos la historia para ponernos con un cómic de ciencia ficción que arranca en el año 2112 con una impactante escena en la que La Casa Blanca es atacada. Este grave incidente servirá de pretexto para que EEUU vaya con todo contra Canadá. Unos Estados Unidos que sufre una grave sequía contra un Canadá que goza del mayor grupo de lagos de agua dulce de todo el mundo. Una guerra quizá no buscada, pero que para uno de los dos países resultará beneficiosa. Con lo que no contaban es que tras doce años de ocupación unas fuerzas rebeldes todavía se atrevan a plantarles cara. A grandes rasgos esto es lo que nos ofrece Brian K. Vaughan, guionista de carrera prácticamente intachable. Creador de grandes y originales obras como la intrigante y nostálgica Paper Girls o la space opera fantasy Saga.

Quien introduce al lector en este slice of life bélico de ciencia ficción es Amber, una muchacha que perdió a su familia en los primeros compases de la guerra. Al inicio de los capítulos veremos cómo se las apañó para sobrevivir en un país asolado por la guerra, para luego enlazar y mostrarnos a una Amber ya adulta. Un esquema que recuerda mucho a las series de televisión y que consigue que poco a poco vayamos comprendiendo, incluso temiendo, a esa muchacha que en un principio parecía mostrarse casi desvalida. De Amber será de la única que lleguemos a conocer un pasado. De los demás personajes Brian K. Vaughan solo nos ofrece algunas miguitas que en algunas ocasiones son suficientes pero que en otras no llegan a saciar el hambre por conocer las motivaciones reales que les llevaron a crear ese grupo de insurgentes. Con todo, triunfa incontestablemente a la hora de mostrarnos que en la guerra no existen héroes, solo supervivientes con diferentes aspiraciones. Mientras unos se conforman con conseguir la paz, otros no descansarán tranquilos hasta alcanzar la venganza. Por ello, no deja ser incómodo llegar a empatizar con personajes que ejecutan enemigos a sangre fría o que consideran la inmolación dentro de sus tácticas de guerra.

¿Y a nivel gráfico que nos encontramos? Pues perros de metal. Perracos gigantes del tamaño de un puto edificio. Camiones de un tamaño acojonante. Y drones pantagruélicos que sirven como bases flotantes. Éstos, además de otros engendros de guerra, surgen de los lápices de Steve Skroce. Maquinaria de guerra que es una clara y lógica evolución de la que existe hoy en día. Los perros, por ejemplo, no son más que una versión altamente armada y preparada para entrar en batalla de las criaturas que fabrica Boston Dynamics. Algunos de ellos de titánico tamaño son pilotados por humanos, revelando lo que podría ser una combinación entre los AT-AT de Star Wars y el típico mecha japonés pero con una bandera de los USA estampada en su fuselaje. Pero Steve Skroce no solo demuestra defenderse holgadamente en el diseño de armamento futurista, sino que también lo hace a la hora de dotar a sus personajes de un complejo y verosímil lenguaje corporal, consiguiendo que con un gesto corroboren lo que están manifestando con palabras. En lo referente a la narración visual esta es tan rápida como explosiva. Debido en mayor medida a una configuración de viñetas muy limpia, que casi nunca se sobreponen y en las que lo que contienen jamás abandona las cuatro líneas. Una configuración de escenas nada inusual para alguien que, aunque ha trabajado muchísimo en el cómic, también lo ha hecho creando storyboards para películas como la trilogía Matrix o V de Vendetta. La guinda del pastel la pone el colorista Matt Hollingsworth con un color suave pero enérgico que realza y enriquece el trabajo del dibujante.

En definitiva, We Stan On Guard es un cómic publicado por Planeta Cómic que no solo nos narra una historia bélica de ciencia ficción tremendamente ágil y repleta de acción, sino que también busca que el lector reflexione sobre como las guerras cambian a las personas.

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