El amante

El amante, de Marguerite Duras

 

El amante

 

Qué bello resulta a veces el primer contacto con una autora desconocida, comenzar a recorrer de puntillas esas primeras frases que te cazan sin remedio y de las que no podrás desprenderte más nunca (“Very early in my life it was too late…”). Recuerdo tan nítidamente la primera lectura de El amante, una tarde de corrido, en una cafetería escondida de una callejuela del centro. Quedé tan impactado por la lectura que tuve que pedir varias infusiones y pasar la tarde allí hasta acabarla de un tirón y que me echasen de la cafetería.

Después llegaron muchas otras novelas de la autora igual de buenas (recuerdo con mucha intensidad, por ejemplo, Los caballitos de Tarquinia, ¡el campari empezó a ser mi bebida favorita!), pero ninguna tan rotunda y emocionante como El amante. Lo curioso es que después he releído el libro muchas otras veces (es muy cortito) y nunca me he atrevido a comprarlo. Siempre había acabado sacando el ejemplar de la biblioteca, hasta que una tarde, de viaje en Madrid, unos amigos me llevaron a unas librerías en el Retiro y me enamoré de un ejemplar polvoriento, chiquito, con las tapas en rojo.
A veces pienso lo bonito que sería leer a Marguerite en francés, deleitarse con la cadencia de las frases, el francés es tan agradable y sonoro. Me gusta observar en Internet imágenes de la autora. Y por encima de todas hay una que me cautiva mucho donde se la ve de cuerpo entero, algo curvada, ya una ancianita, llevando unas gafas gruesas de concha. Me parece increíble que Marguerite haya vivido una historia tan intensa (la novela es semi-autobiografica) y que haya tenido una manera tan magistral de plasmarla en una novelita. Ya ves tú, una ancianita decrépita.
Las frases de El amante son cortas pero encierran grandes ideas sobre el amor, la vejez y el deseo, algo de lo que muchos autores no pueden vanagloriarse utilizando un estilo más aséptico. Resulta imposible no enamorarse en seguida de Duras.

 

El amante es la historia de una muchacha quinceañera que se acuesta con un chino, mayor que ella. La historia también de una familia, de una madre loca, sumida en la pobreza, que discrimina a dos de sus hijos en pos del que más ama, el más perverso. Pero por debajo de todo estos hilos argumentales, de todo este puzzle de relaciones, yace un poso de ideas apasionantes, de pensamientos sobre la vida que resultan abrumadores para el lector.

 

Si no han disfrutado a esta autora, empiecen con esta novela. ¿Por qué no se escapan un día con el ejemplar bajo el brazo a una cafetería perdida en su ciudad?

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