Un día de cólera

Un día de cólera, de Arturo Pérez-Reverte

Un día de cólera

La cabra tira al monte y yo tiro a Pérez-Reverte.
Son ya muchos años leyendo y aprendiendo con su escritura. He visto su evolución en temática y en fuerza. En ritmo y en profundidad. Con una constante: escritura limpia como el agua clara. No hay frases equívocas, fallos de edición ni de redacción. Conjunción perfecta entre el autor, el revisor y el editor. Aquí no hay error. Es el castellano llevado a la perfección de las formas simples. Eso sí, dotando al argumento y a la estructura de los artificios necesarios para dar agilidad y emoción constante a sus escritos. Así escribe Pérez-Reverte, y así es Un día de cólera.Reverte lo pone todo de su parte para dotar de un ritmo frenético al relato del levantamiento del 2 de mayo de 1808, contándolo como nadie hasta la fecha lo había contado. Pero no nos equivoquemos, como bien dice en su primera página, esto no es una novela histórica. Ni es un ensayo histórico. Es Historia pura, grabada como un documental y luego transcrita por palabras.Arturo vuelve a vestirse de reportero de guerra, coge su mochila y su bloc de notas, y se traslada al Madrid de 1808. Corre de calle en calle para contarnos desde la puerta del Sol el combate que se entabla contra la escuadra de feroces mamelucos. Allí observa cómo el albañil Antonio Meléndez Álvarez rebana el cuello con su cachicuerna a Mustafá, legendario héroe de Austerliz. Y corre también como alma que lleva el diablo junto con un grupo de paisanos hacia el cerrillo del Rastro, huyendo de los coraceros que les pisan los talones con sangre en sus sables y ansia de venganza tras ver caer, cosidos a navajazos, a muchos de sus compañeros.
Existe mucha documentación de la época, conservada en forma de relatos, compendios históricos, artículos. Todo eso, junto con un profundo estudio de las tácticas y los usos militares lo mezcla Reverte para crear un relato feroz, contado casi minuto a minuto, imparcial en sus apreciaciones de uno y otro bando. Porque lo hecho, hecho está. Y lo que pasó, ya es Historia para lo bueno y para lo malo.

Para lograr su propósito, el autor hace en un esfuerzo de documentación tremendo. Casi obsesivo. Más de quinientas personas -y digo personas, no personajes- aparecen en estas páginas, mezclando sus pasos entre las calles de Madrid. Agazapados en la puerta del Sol, enfrentándose en los soportales de la Plaza Mayor, o rechazando al enemigo en el úlmito reducto del alzamiento, el parque de Monteleón.

Y de entre todos estos anónimos, dos nombres que quedarán para siempre en la historia, bien por convicción, bien por la -a veces puñetera- casualidad: Luis Daoiz y Pedro Velarde. Los dos capitanes que dirigiendo a un puñado de paisanos, otro puñado de reservistas y un número aún más reducido de militares, dieron las suyas y las del pulpo a las tropas imperiales que tras largas horas de combate y enormes pérdidas en sus filas, lograron tomar el parque y sofocar al fin la rebelión.

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Muerte de Daoiz y Velarde, de Manuel Castellano (1826-1880)

No faltan tampoco los episodios irónicos (casi cínicos) o aquellos en los que te puedes desternillar de la risa, como aquel en el que los reclusos de la cárcel Real piden formalmente salir a combatir, bajo la solemne promesa de volver (los que sobrevivan) tras el combate. ¡Qué habilidad tiene este hombre para novelar la historia y teatralizar sus escenas!

Tras cerrar la última página y leer los ensayos que Arturo incluye al final, me queda un sabor agridulce en el paladar. Es la historia de esta España que tanto ha sido, y tanto ha podido ser. La historia de los de siempre dando la cara, y los de siempre dando la espalda. País ingrato y olvidadizo, que sólo se esfuerza en recordar cuando conviene a unos y a otros.

Así que me quedo con dos cosas de este libro. Su homenaje a todos aquellos anónimos del 2 de mayo que se alzaron con palos, navajas y cuchillos contra las abigarradas tropas francesas. Y el descrédito para los gobernantes e instituciones que, enterrado su valor y dignidad bajo el peso de su cargo, su ineptitud, y su buena vida, dejaron solo a su pueblo. Pueblo bajo y llano, que luchó por lo único que les quedaba.

Porque la mayoría de los que lucharon, sumidos en la pobreza o en la decadencia de la época que les tocó vivir, poco tenían que perder más allá de su honor o su dignidad. Que no es poco.

Francisco Sánchez Cid (twitter: @LightMyWay78)

5 comentarios en «Un día de cólera»

  1. 9,5 es una puntuación altísima. Así que tendré que anotarme este título como lectura imprescindible (jejej). He de reconocer que casi todo lo que he leído de él me ha parecido muy bueno.

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  2. Hola Susana! Efectivamente es alta. Está muy bien escrita, pero que nadie se confunda, no es una novela histórica al uso, como comento en la reseña. Es casi una recopilación de hechos en forma de relato periodístico. Algo que García Márquez hace muy bien, por cierto.

    Y JordiM, efectivamente sus artículos son muy fáciles de leer. Ese personaje gamberro que se ha creado para el XLSemanal puede ser muy divertido cuando quiere. O muy cínico.
    Por cierto, curiosísimo blog el tuyo…

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  3. ¿Pero qué clase de novela has escrito? Quizás sea porque nunca has sido mi escritor favorito, pero lo que has hecho en esta novela es de tener muy poca vergüenza: simplemente, te has dedicado a repartir nombre sin ton ni son por toda ella ( si quiero nombres me cojo una guía) y a relatar escenas que no van a ningún lado. Siempre te he considerado un imitador de tercera de gran Don Benito, pero esto se sale de madre. Y luego para colmo, como tratando de reírte aún más si cabe, de nosotros tus lectores, has tenido la poca vergüenza, de poner al final de ella los títulos de las obras en las que te has documentado y que ni tú mismo te crees.

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  4. ¡¡Por fin un comentario en contra!!
    Que tal Rafa.
    Te agradezco mucho tu comentario, aunque no estoy de acuerdo con tu punto de vista, claro está por mi reseña.
    Respecto a la extensa recopilación de nombres que aparecen en la novela, a mí precisamente me parece un ejercicio de mucha complejidad el dar cuerpo y vida a cada uno de ellos.
    ¿No te parece complicado? Imagina ir a los periódicos y diaterios de la época, recoger los nombres, estudiar un poco de cada cual, situarlos en una escena, y poner palabras y pensamientos en su cabeza.

    Es cierto que en el libro puede resultar abrumador tanto personaje distinto, pero yo lo veo como un pequeño homenaje a esas personas.

    Respecto a la comparación con Benito Pérez Galdós, lo cierto es sólo he leído Fortunata y Jacinta y hace bastantes años de eso. No puedo comparar. A ver si un día me da por leerme algo de los Episodios Nacionales y puedo opinar al respecto.

    Un saludo y gracias por tu comentario!

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