Gente corriente, de Vincent Zabus y Thomas Campi

Gente corrienteDel mismo modo que, según dicen, el sentido común es el menos común de los sentidos, podemos decir que la gente corriente es la más extraordinaria que existe. Coged una revista y leed sobre la vida y milagros del futbolista estrella del momento, escuchad al actor de moda contar su vida, descubrid cómo le gusta pasar el tiempo libre a esa cantante revelación. Rascad un poco esa superficie de glamour y famoseo y veréis que sus vidas no son tan diferentes de las del resto de los mortales. Rascad un poquito más y os convenceréis de que, en realidad, sí son diferentes: son infinitamente más anodinas que la de cualquier hijo de vecino. Y hablando de hijos de vecinos, hoy os traigo unos personajes tan interesantes como el señor del cuarto segunda. O más.

En una calle adoquinada de edificios de tres plantas, que desemboca en una plazoleta con una pequeña iglesia, en un barrio de París, viven, cual obra de Pirandello, seis personajes en busca de un sentido a su vida. Uno de ellos, Paul, se regodea en su amargura, que recientemente se ha visto acentuada por la llegada a su oficina de un hombre que sonríe. Paul, que anhela una vida banal y plana, no tolera que alguien que tiene el mismo trabajo que él pueda lucir esa sonrisa. Se ve obligado a tomar medidas.

En otra casa vive Lucie, una anciana que trabaja limpiando casas y dedica su tiempo libre a construir maquetas de ferias. Lucie es, además, una mujer invisible. Nadie se da cuenta de si viene o se va, si está aquí o se ha ido, porque Lucie no significa nada para nadie. Ni siquiera sus cuarenta años de trabajo constan en sitio alguno, por lo que le deniegan un aumento de la pensión en una escueta carta de la administración, cuando ella esperaba una felicitación de su hijo por su cumpleaños. También se ve obligada a tomar medidas.

El papá de Louis es otro de los personajes corrientes que deambulan tristones por esta calle de adoquines. Perdió a su mujer y no ha superado nunca su muerte. Ni siquiera la presencia de su hijo da sentido a su vida, y levantarse cada mañana es una mera función biológica. Es más fácil seguir vivo, contestando con un simple “bueno” a todo lo que le dice su hijo, que languidecer en la cama hasta el fin de sus días.

El señor Armand ha convertido la ventana de su casa en el mostrador de su biblioteca. Desde allí observa los ires y venires de los vecinos, aunque los ojos siempre se le van tras Irina, una bella y enigmática señora de largos cabellos grises.

En las veinticuatro horas que transcurren de la primera a la última viñeta, estos seis personajes van a vivir un día tan corriente como sus vidas, o lo que es lo mismo, van a sucederles cosas extraordinarias. Con las cálidas ilustraciones y los exquisitos rostros que da Thomas Campi a los personajes, y con el excelente guión de Vincent Zabus, que consigue entrelazar con maestría, sencillez y sin costuras estas seis historias, Gente corriente nos cuenta una hermosa y emotiva historia de nuestro tiempo. En esta sociedad en la que tanta gente se limita a dejarse llevar, arrastrando los pies y mirando al suelo, Gente corriente quizá no cambie nuestras vidas, pero sí nos demuestra que ese cambio está a nuestro alcance.

 

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