Las pequeñas memorias

Las pequeñas memorias, de José Saramago

Las pequeñas memorias

En general las autobiografías tienden a abarcar la vida del autor desde su nacimiento hasta el presente en que lo encuentra escribiendo el libro autorreferencial. No es el caso de Las pequeñas memorias, de José Saramago, ya que el mágico autor portugués nos cuenta en este libro solamente el periodo que va desde su llegada al mundo a aquél momento en que, sintiéndose hombre, se larga a andar por ese planeta al que explicará y contará como pocos.

Sin embargo, pese a narrar una parte, y a medida que avanzamos en la lectura de Las pequeñas memorias, los lectores asiduos del Nobel de Literatura empezamos a notar que ese fragmento de la vida es, al mismo tiempo, toda su vida; o mejor dicho, su infancia representa la base y todos los porqué de su amplia bibliografía.

En apenas 177 páginas, que se leen de corrido y en solo un par de sesiones de lectura, Saramago nos traslada con su pluma a Azinhaga, aquella aldea de cultivos en las que creció junto a sus abuelos, las personas más importantes de su vida; a través de decenas de anécdotas, conoceremos que la ignorancia no es ajena a la sabiduría (sus abuelos eran analfabetos y sin embargo marcaron su manera de ver el mundo), la curiosidad innata del gran observador portugués, la actitud crítica de origen que le llevó a alejarse ya de joven de las tentaciones de la Iglesia, los detalles desmenuzados de su vida cotidiana que al fin y al cabo resultan las claves para comprender la condición humana.

Resulta destacable la edición de Alfaguara, que se ve acompañada en sus páginas finales con una serie de fotografías a través de las cuales podemos terminar de formar las imágenes del niño y joven Saramago y sobre todo de sus familiares, esa saga de personajes dignos de no olvidar que dormían con los cerdos en el invierno para salvarlos del frío o que se despedían abrazando a cada árbol cuando veían que la mala hora se acercaba.

En medio de tantas historias, dedicadas a su mujer Pilar Del Río “Que todavía no había nacido, y tanto tardó en llegar” también conoceremos la visión de aquél niño acerca de momentos históricos que le tocó vivir, como los comienzos de las dictaduras de Salazar y Hitler o la Guerra Civil Española.

Para finalizar, recomiendo este hermoso libro tanto a los que nunca leyeron a Saramago, para conocer desde niño a quién luego les regalará tanta magia, como a los que ya disfrutaron de todas sus novelas, que encontrarán en su autobiografía el origen de la buena literatura.

Roberto Maydana

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