Libros infantiles 7

Libros infantiles de hoy, y de mañana 7

nina-leyendoSuele suceder que, a veces, aparecen ante nosotros historias que nos hubiera gustado encontrar cuando éramos pequeños. Cuentos que de haberlos tenido a nuestro lado cuando nos íbamos a la cama, de seguro se hubieran convertido en nuestros favoritos. Pero el tiempo pasa, las cosas cambian, y son otros los que pueden disfrutar de ellos con la misma inocencia y alegría con la que se iluminaban nuestros ojos por aquel entonces. Hoy es una de esas veces. Porque aunque yo sea mayor, a pesar de que yo haya pasado ya la juventud hace muchos años, me he encontrado reviviendo, juntos con estos Libros Infantiles lo que fue aquel tiempo en el que la lectura ocupaba gran parte de mis sueños cuando mis ojos se cerraban y yo empezaba a vivir en otros mundos. Esa es la magia de lo que nos une a todos nosotros, y por eso yo sigo aquí, cada domingo, trayendo para vosotros las historias que me han llegado al corazón, que me han hecho darme cuenta de lo inmensamente feliz que me hacen los libros. Sólo espero que vosotros los disfrutéis tanto como yo.

Un oso que ama los libros, un gran concurso de la caca, un ladrón de las palabras y un mago del desierto novato, son aquellos que os acompañarán en el próximo rato. ¡No os los podéis perder!

 

el-oso-que-amaba-los-librosCuando eres pequeño y un libro se abre por primera vez, resulta increíble cómo las imágenes se convierten en todo un nuevo universo. Quieres más, y cada noche, cada día, a todas horas, te gustaría que aparecieran esas imágenes que te han hecho vivir una nueva experiencia. Porque los libros son así: compañeros de fatigas, compañeros de una historia alegre, de aventuras que surcan los mares, que surcan el cielo para llegar hasta tus oídos y llenarte de las palabras que, de otra forma, quizás no hubieras conocido. Eso es lo que le sucede a “El oso que amaba los libros”, fascinado por un objeto rectangular que en su interior tiene letras que él no puede descifrar, pero al que leen, al que enseñan que aunque no entienda las palabras, la voz que las pronuncia le llena de unos sentimientos que son indescriptibles. Este no es un cuento cualquiera, no uno de esos al menos que se abren y se olvidan, porque es todo un alegato a la lectura, a la pasión que profesamos muchos de nosotros por un bien que no debería perderse nunca: los libros, la literatura, y toda la magia que encierra dentro de unas pastas con un título hermoso. Y para mí, es toda una suerte poder enseñar al mundo entero que todavía hoy se pueden encontrar estas historias que te marcan, que te llenan de emoción, y que te hacen querer, todavía más, la lectura y lo que la rodea.

Pero es que además de la pasión, están las aventuras, las historias alegres que te hacenel-gran-concurso-de-la-caca reír, que te hacen levantar en un pequeño arco tus labios y hacerte pasar ese rato tan divertido que es imposible que no te acuerdes de él durante años. Imaginad por un momento que sois animales y que vuestro rey, el rey Pedorro I, os convoca a un concurso en el que la caca mejor presentada será la ganadora. No hay lugar para la tristeza en estas páginas, no hay un momento para la tranquilidad, porque en “El gran concurso de la caca” aparecerán los mayores tamaños, las mejores presentaciones, de algo tan normal como sucio: cacas. Pero aunque parezca que esta historia es simplemente eso, encierra en su interior un aprendizaje, un saber que muchas veces se nos escapa y que es importante para todos nosotros: que no por ser el más grande, tienes que ser el mejor. Porque en esta historia el ganador no es el enorme, no es el que aparece con una caca grandiosa, sino el que con el esfuerzo de lo que tiene ha preparado para todos nosotros algo especial, algo que con sus detalles pequeñitos, nos encanta. Un cuento donde aprender que a pesar de ser los últimos, podemos ser los primeros, y nunca, nunca jamás, deberíamos perder la esperanza y las ganas de reír, porque en los tiempos que corren, la risa es uno de los mejores medicamentos que existen.

el-ladron-de-palabrasAunque esperad, porque allí a lo lejos, veo a un personaje del que todavía no os he hablado, al que seguro que no conocéis. Se trata de “El ladrón de palabras” que se pasea por las noches para robar aquellas palabras que salen por la chimenea, para poder juntarlas de todas las maneras posibles en su guarida. Él sí os conoce a vosotros, aunque nunca ha podido acercarse a ninguno. Os conoce por lo que decís, por lo que soñáis en voz alta, por lo que amáis con palabras. Pero en el fondo él nunca ha hablado. Así que cuando tropieza con dos niños, se enterará del poder que tiene el agradecimiento y el amor. Y es que el amor tiene ese efecto en nosotros de dejarnos mudos ante la persona que queremos, ante la persona que nos alegra, que nos quiere, que nos abraza por el simple hecho de necesitarlo. Una de esas historias que nos llena el cajón de la imaginación, pero también el de los sentimientos más puros, más sinceros. Porque en nuestro silencio se pueden encerrar muchas palabras bonitas, aunque también feas, y será entonces cuando lo que debamos hacer es fijarnos en la mirada. Y allí, mientras nosotros permanecemos callados, esperando que las palabras broten de nuestra garganta para que esa persona sepa lo que sentimos por ella, será entonces cuando decidamos, como el pequeño ladronzuelo, enseñarle palabras de amor que jamás se nos hubieran ocurrido nunca.

Y al final nos queda la magia, sobre todo la magia que inunda las historias, las buenasel-mago-del-desierto historias con las que crecemos, nos hacemos mayores, y con las que más soñamos a lo largo de nuestra niñez. A lo largo de los años, entendemos que esa magia es parte de los libros, parte de nosotros porque la hacemos real, y será gracias a esa misma magia por lo que nos hagamos mejores personas, después de su lectura. Eso le sucede a “El mago del desierto” cuando intenta poner en práctica los trucos que le ha enseñado su padre, pero que al ser un aprendiz no consigue resultados perfectos. Pero en eso consiste crecer, en ir aprendiendo, en equivocarte pero no desistir en el empeño, porque a veces de una equivocación también puedes aprender un buen final, que te llevará a muchos más aprendizajes. Se trata de eso, de avanzar, de ir hacia adelante y hacerlo con una sonrisa mientras vamos construyendo lo que sabemos, lo que podemos hacer, lo que podemos vivir. Y nunca, nunca, rendirnos. Porque gracias a la lectura, gracias a libros como éste, seremos mejores, seremos capaces de hacer aquello que nos propongamos, y sobre todo, y por encima de todo, seremos felices de ser como somos. Y es que no hay mejor lucha mientras crecemos que la de intentar aprender, intentar mejorar, sin que nadie tenga la osadía de decirnos que equivocarse es un error.

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