Momentos de inadvertida infelicidad, de Francesco Piccolo

momentos-de-inadvertida-infelicidad

No sabemos vivir sin los contrarios. Buscamos en las cosas más cotidianas los sentimientos que, como si de una pequeña batalla se tratasen, sean polos opuestos que, al final, se atraen sin remedio. Amor e indiferencia, alegría y tristeza, felicidad e infelicidad. Y así vamos generando recuerdos, pequeñas fotografías que se convierten en una historia tan cierta como subjetiva de todo aquello que hemos vivido o que, nosotros, creemos haber vivido. Así es el género humano, qué se le va a hacer. Y en ese entramado de pequeñas visiones que nos recuerdan que tendemos a irnos por las ramas, a olvidarnos de nosotros mismos en virtud de lo que sucede fuera de nosotros, nos encontramos con Momentos de inadvertida infelicidad como un reverso, la imagen que devuelve un espejo oscuro, negativo, de todas esas cosas que incluso superándonos y convirtiendo una experiencia en algo en ocasiones indeseable o repleto de ironía, es necesario. Porque al fin y al cabo tendemos a convertir nuestra existencia en un bote salvavidas que a veces zozobra y otras se mantiene a flote, tranquilo, simplemente observando cómo el agua nos lleva. Y aquí, mientras Francesco Piccolo dosifica las píldoras que para él suponen esos momentos de los que habla el título, comprobaremos que la realidad, o quizás la ficción, o una mezcla de las dos que no se sabe cuándo terminan y cuándo se fusionan, tiene tantos momentos de felicidad como de la misma infelicidad que, como siempre, también nos describe a la perfección.

Pequeños destellos, mínimas gotas llenas de inteligencia y sorpresa, recuerdos y momentos que nos dejan sin saber muy bien cómo reaccionar ante nosotros mismos. Estos son los ingredientes de un libro que habla por sí solo mientras nosotros nos observamos sonriendo o, simplemente, enmudeciendo.

Comprobé lo que era capaz de hacer con la realidad Francesco Piccolo hace un tiempo ya con su otro libro, de título muy parecido pero con una diferencia importante, que se titulaba Momentos de inadvertida felicidad. Y aunque pueda parecer una misma cosa, una excusa como cualquier otra para crear un libro que se venda solo, hay que entender lo siguiente: a pesar de tener la misma forma, llevar en el fondo el mismo concepto sólo que extrayendo un sentimiento contrario al de aquel libro, poco importa cuando lo que estamos leyendo se conjuga tan bien que nos haga disfrutar. Y es curioso porque, cuando uno lee el título, no siente la llamada de acercarse a él por miedo a lo que se vaya a encontrar. Tendemos, algunos lectores entre los que me incluyo, a en ciertos momentos no acercarnos a lecturas que contengan sentimientos negativos. Resultará extraño, pero las decisiones son tan propias como ininteligibles a veces. Pero lo que quiero contar aquí no es la historia de un desencuentro, sino todo lo contrario. Las anécdotas que nos cuenta el autor, los pequeños episodios que se viven como si fueran fogonazos de luz que nos dejan ciegos, es lo que provoca en esta obra – no novela, ni siquiera ensayo, ni mucho menos una biografía – aquellas palabras que, unidas, se convierten en momentos que podrán parecernos más o menos surrealistas, pero que mueven al lector.

Escribir de lo que se conoce, o de lo que al menos se vive, es algo que siempre me ha parecido muy valiente. Como si estuviéramos ante un ejercicio de expiación, de confesión ante una figura anónima, o incluso de una terapia absurda donde en realidad el significado es muy relevante. Momentos de inadvertida infelicidad nos lleva por la contrariedad, por el asombro, por esos pequeños detalles que configuran momentos irónicos, sarcásticos e incluso, a veces, dependiendo del ánimo lector, dolorosos. Pero como siempre digo: no somos nada sin todos los sentimientos que nos inundan. Poco importará que sean negativos o positivos, creadores o destructores, visionarios o ciegos, todos estos reversos son vitales para entender cómo nos comportamos. Francesco Piccolo no ha escrito un análisis del comportamiento humano, eso es cierto, pero lo que sí ha hecho ha sido condensar, en pocas páginas, todo aquello que la infelicidad puede darnos, envolviéndolo en la sorpresa de quien no se espera lo que está a punto de encontrarse.

Deja un comentario