Por si se va la luz

Por si se va la luz, de Lara Moreno

por-si-se-va-la-luz

Somos depredadores. Animales que buscan llevarse a la boca emociones, libando como lo hacen las abejas, hincando nuestro aguijón para después succionar aquello que tanto ansiamos. Somos animales que huyen de los miedos, que se refugian en cavernas de ladrillo y lumbre, de arbusto y páramos donde los otros animales no pacen, sino que también se esconden de aquello que les hace sufrir. Buscamos el equilibrio, la distancia, somos capaces de entregar todo lo que teníamos, para dejar atrás aquello que nos lastra, que nos une a la tierra, a aquella desconocida que nos devora la piel, que nos la arranca de cuajo y nos deja sólo con el interior, expuestos y a merced de cualquier elemento que quiera arrastrarnos al vacío. Por si se va la luz es un exponente de la rabia que nace dentro, que sale de nuestro cuerpo y que rodea las habitaciones que ocupamos, los caminos por los que nos perdemos, la vida que se nutre de decepciones y de secretos, de huidas y escapes, de mentiras y verdades a medias. Porque nosotros somos depredadores. Moradores de aquello que no quisiéramos conocer, pero que caminamos a través de los pasillos de una casa, a través de sus habitáculos, mirando alrededor buscando fantasmas, nuestros propios fantasmas, que nos dicen en susurros que nuestra huida no ha servido para nada porque como bien dijo Cavafis, la vida que aquí hemos destruido la hemos destruido en toda la tierra. Y al final nos queda sólo una mordida que dar, la que nos dice quién tiene que morir.

 

Lara Moreno es una amazona. Cabalga sin miedo por los aledaños de una historia que trastoca a quien la lee, que le envuelve como si fuera un regalo envenenado en una novela que es como un puñetazo hondo, de esos que te dejan sin respiración, aquellos que no veías venir, una vez que abres la primera página y te das cuenta de que lo que aquí acontece, lo que suponen las vidas perdidas de los protagonistas de su novela, es la vida de todos nosotros, resguardados en diferentes casas, alejadas del mundanal ruido, pero con la misma contaminación que nos persigue según van pasando los años. Por si se va la luz no es una experiencia simple, no es una historia sencilla, es compleja como una madeja que se va desenrollando lentamente, paso a paso, estudiando cómo es la mirada de cada uno de los personajes ante lo que ocurre, dibujando un cuadro, un bodegón de los de épocas pasadas, que recuerdan a aquellos artistas que con unas simples pinceladas era posible que te dejaran sin aliento, sin la exhalación último que toda persona tendría derecho a expulsar en sus últimos momentos. Estamos ante un grito, ante una novela como pocas, que emociona y destruye a partes iguales, y que nos hace comprender que las nuevas voces a veces tienen mucho que decir, y que lo hacen de una forma maestra.

Olvidad que existe el gris, que nos movemos por la vida en esa especie de mediocridad en la que no sucede nada por nuestra propia comodidad. Estamos ante movimiento, ante un blanco y un negro, ante un arco iris que mezcla cualquier color para entregarlo a los ojos de quien quiera descubrirlo. No hay remedio. Si abres este libro, estás condenado, pero si no lo abres, también. Sería pecado no descubrir Por si se va la luz por el simple hecho de estar ante las palabras de un autora desconocida. Sería, o tendría que ser, considerado una aberración el simple hecho de acariciar con los dedos la creación de Lara Moreno y no ser capaces de llevarnos este libro a nuestra biblioteca. Suponed que esto es un reto, que se trata de un cambio, de una curva en el camino de siempre que hay que coger con rapidez, acelerando todo lo posible, sin temor a caernos por la cuneta, porque a veces los mayores golpes son los que más nos hacen reaccionar. Después, imaginad que lo que os ha golpeado es un libro, así de sencillo, pero así de inevitable a la vez, y comprended que lo que tenéis entre manos no es sólo eso, es una declaración de intenciones, es una puerta cerrada que se convierte en la ventana por la que todos quisiéramos escapar, es un horizonte que se dibuja lejano, pero al que podemos acceder todos, al que estamos destinados a caer sin remisión alguna. Sólo entonces, cuando seáis capaces de entender eso, podréis introducíos en esta historia de personajes que huyen, de relaciones que se quiebran, que se destruyen, que se miran y se tocan con dureza, como si fueran las cortezas de los árboles a las que cualquier caricia pueden hacer que se pudran. Recordadlo todos: somos depredadores, que buscan emociones y realidades diferentes. Y es nuestra labor, a través de historias como esta, convertir nuestra violencia en una vida nueva, aunque para ello tengamos que renunciar a nosotros mismos.

 

Haz click en la imagen y lee las primeras páginas del libro Por si se va la luz

icono-primeras-paginas

 

 

 

2 comentarios en «Por si se va la luz»

  1. Estimados amigos,
    Soy el Secretario de la Asociación de Biliotecarios de Toledo. Estamos organizando un curso sobre Literatura infantil y juvenil para biliotecarios y nos gustaría contar con Sergio Sancor, ya que siguiendo su trayectoria nos parece la persona adecuada para nuestros intereses. El caso es que no sabamos como ponernos en contacto con él. Esperamos vuestra respuesta. Saludos.

    Responder

Deja un comentario