Al fin y al cabo

Reseña del libro “Al fin y al cabo. Reflexiones en la muerte de un amigo”, de Francisco José Soler Gil

Como dice la sentencia: mors certa, hora incerta. ¿De verdad te hace falta una pandemia para pensar en la muerte? Yo creo que no y no tendré que argumentarlo, porque ya lo ha hecho por mí Francisco José Soler Gil, en su nuevo libro: Al fin y al cabo: reflexiones en la muerte de un amigo.

El profesor Soler Gil es un reputado especialista en Filosofía de la Ciencia y más concretamente, en Filosofía de la Física, al que sigo desde que leí su interesante libro: Aristóteles en el mundo cuántico. Así que cuando tuve noticia de que había escrito un ensayo sobre la muerte, no pude resistirme a su lectura. ¿Qué cómo ha sido la experiencia? Aunque está escrito, tal y como indica el título, a raíz de la muerte de un amigo y contiene algunos toques autobiográficos, no es una exploración literaria de la propia vivencia, como La invención de la soledad, de Paul Auster, o las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique, por mencionar algunas reconocidas obras del género. Se trata de un ensayo filosófico y como tal, su autor recopila datos y las pruebas más sólidas que nos pueden proporcionar las ciencias actualmente, para elaborar argumentos en torno a cómo afrontar la muerte. Por eso, está escrito en un tono sobrio con un estilo anglosajón. No permite que nunca te pierdas, explicándote en todo momento qué va a hacer y qué ha hecho ya. Deliciosa pieza analítica.

Al fin y al cabo: reflexiones en la muerte de un amigo comienza con lo que sabes con seguridad sobre la muerte. ¿Es que se sabe algo sobre la muerte? Pues sí, sabes que el cuerpo cesa en su actividad y comienza a descomponerse. ¡Bienvenido al mundo de lo real! ¿Significa eso que aquí acaba todo? No necesariamente: tu mente podría seguir con su actividad, pero eso no lo sabes con seguridad. Quizás alguien esboce una sonrisa maliciosa, pensando: ¿No es esto como creer en los Reyes Magos? Desde luego, hay toda una legión de pensadores que afirman sin una pizca de duda que la muerte es el final. Pero Francisco José Soler se enfrenta a ellos y desmonta los argumentos que esgrimen, tras lo cual, defiende la posibilidad de una vida después de la muerte, apoyándose en dos tipos de razones. Por una parte, busca pruebas de que la mente es independiente del cuerpo, en informes de experiencias cercanas a la muerte o en la naturaleza unitaria y continua de la conciencia, lo cual, resulta interesante, pero no definitivo, como el autor reconoce. Por eso, recurre a una segunda vía, que no es sino tratar de demostrar que Dios existe, coherente con su postura de creyente. Soler Gil tira aquí de sus amplios conocimientos de Física y Cosmología para defender que “el universo parece como si estuviera diseñado” y que su diseñador no puede sino ser Dios. ¿Te parece demasiado poco creíble para ser cierto? Pero, pregunta el autor: ¿No es más increíble creer que todo este mundo ordenado surja sin un diseñador? Un debate constante desde que el mundo es mundo.

Otra cosa que sí sabes de la muerte es que, con ella, las relaciones con los demás y los proyectos personales quedan interrumpidos, rotos. Esto no suele sentar bien a los que quedan, testigos de las muertes de otros, y muchas veces despierta un sentimiento de absurdo, como el que embarga a quien de un día para otro ve cómo la lava, el fuego, o lo que sea, destruye de repente su casa, junto con todas sus pertenencias, que tanto tiempo y esfuerzo le había costado acumular. Por eso, huérfanos de sentido, los humanos inventan distintas estrategias para enfrentarnos a la muerte y todo lo que supone. Estas estrategias las aborda en la parte de Al fin y al cabo: reflexiones en la muerte de un amigo denominada “Reacciones ante la muerte”, donde habla de rituales y relatos presentes en distintas sociedades, así como de actitudes individuales ante la muerte. 

La muerte, tan presente en la vida como su cara B, como la luz y la sombra, continúa siendo un misterio, tanto para la razón como para los sentidos. Sin embargo, la humanidad seguirá reflexionando acerca de su condición y sobre la posición vital que se asume según las creencias de lo que está más allá de esta grieta, visagra o pliegue. ¿Tú qué opinas?

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