El asesino entre los escombros

El asesino entre los escombros, de Cay Rademacher

el-asesino-entre-los-escombrosSe nos presenta la edición de bolsillo de El asesino entre los escombros, novela ambientada en el Hamburgo postnazi y de la posguerra, en el año 1947. El autor, Cay Rademacher, rinde homenaje a un subgénero narrativo que se cultivó por aquel entonces y que se llamó, precisamente, literatura de los escombros. Al empezar a leer El asesino entre los escombros, inmediatamente adivinamos el porqué, gracias a la buena ambientación lograda por el autor: Hamburgo es una ciudad extremadamente castigada por la Segunda Guerra Mundial y azotada ahora por los males o los fenómenos típicos de cualquier posguerra: el estraperlo, el pillaje indiscriminado, la aparición de grandes bolsas de desplazados y refugiados sin identidad ni futuro, el deber de la reconstrucción sin perspectivas halagüeñas y bajo el control de los aliados. Así pues, El asesino entre los escombros es, principalmente y de forma muy eminente, novela histórica; no tanto novela de misterio, o no tan lograda en ese aspecto, a pesar de que se nos presente como tal.

La novela cuenta la peripecia del inspector jefe de policía Frank Stave, que debe esclarecer el asesinato de una joven cuyo cadáver aparece en medio de unos escombros, de los que Hamburgo estaba sembrado en aquel año de 1947. Para ello, se le asigna la ayuda del oficial de Orden Público Lothar Maschke y del teniente británico James McDonald, como representante de la disciplina aliada a la que estaba sometida Alemania después del nazismo y de la guerra.

La parte histórica es el punto fuerte de El asesino entre los escombros. La ambientación está muy bien hecha y se nota que Cay Rademacher se ha documentado de forma exhaustiva y detallada. Asimismo, vemos que al autor le preocupa mucho conseguir que el lector se sumerja en el ambiente y la desolación de aquella ciudad en aquel momento concreto, y para ello se sirve de la situación en la que se encuentra el propio protagonista, que vive en un apartamento improvisado, expuesto al frío que hizo aquel año en Hamburgo -con temperaturas inferiores a los 20 grados centígrados-, a la soledad, a la pérdida de su mujer e hijo, al racionamiento, al hambre y al pesimismo en general. Presenciamos multitud de escenas en las que se hace hincapié en las penurias de la posguerra en Hamburgo, tanto por parte de Stave como de los habitantes de la ciudad. En ese sentido, hay que decir que la preocupación del autor por recalcar estos hechos hace que la lectura se haga algo repetitiva en varias ocasiones, sin que se aporte más información ni sin que la repetición de lo ya dicho con palabras iguales o parecidas sirva a propósitos claros. Eso sí, seguramente gustará mucho a quienes busquen una recreación histórica y a quienes se sientan atraídos por la perspectiva de un policía que es además alemán, algo que no es tan habitual, al menos en la oferta existente en novelas traducidas. Resulta interesante conocer el punto de vista de Stave acerca del pasado reciente de su país y de la ocupación aliada, algo que además ha de vivir en primera persona puesto que se le ha asignado a un oficial británico como compañero o supervisor, según se mire.

La trama detectivesca es el otro gran argumento de la novela. A este respecto, hay que decir que resulta lo bastante atractiva para hacernos seguir leyendo, aunque no es en absoluto el pilar principal sobre el que se sostiene la estructura del libro. De hecho, las constantes contextualizaciones y repeticiones de escenas costumbristas, por llamarlas de alguna manera, frecuentemente cortan el ritmo de la trama policiaca, de forma que la parte de intriga sufre considerablemente y no llega a alcanzar en ningún momento la tensión de la que tanto disfrutamos los aficionados al género.

En resumen, El asesino entre los escombros es una propuesta recomendable sobre todo para los lectores que gusten del género de ficción histórica, quienes encontrarán aquí una ambientación muy lograda y un personaje bien construido con un punto de vista estimulante.

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