Una hermosa doncella

Una hermosa doncella, de Joyce Carol Oates

Una hermosa doncella

Una sorprendente fábula moderna, sensual y provocadora, capaz de pasar de la ternura a la violencia más extremas.

En Ocean Avenue, la exclusiva calle comercial de Bayhead Harbour, un localidad residencial para gente pudiente, una atractiva joven contempla absorta las carísimas prendas expuestas en un escaparate, todas ellas fuera de su alcance, cuando detrás de ella escucha una voz cálida que le propone: “¿Y si pudieras escoger, si pudieras cumplir tu deseo?”

Que alguien aparezca de repente, como por arte de magia, y se ofrezca a cumplir tus deseos sólo puede ser el comienzo de un cuento de hadas o de una pesadilla. O de ambas cosas al mismo tiempo, si quien lo escribe es Joyce Carol Oates.

Ya desde el principio la historia se complica: Katya, la “hermosa doncella” detenida frente al escaparate, es una chica humilde y con escasas perspectivas de futuro que procede de una familia deshecha, mientras que la voz que acaba de oír a sus espaldas es la de Marcus Kidder, un elegante caballero de New York que veranea en Bayhead Harbour. Tampoco facilita las cosas que, después de que Katya se haya detenido frente a todos los escaparates de Ocean Avenue, el señor Kidder haya decidido abordarla junto a una lencería: parece que las intenciones del caballero, por refinados y amables que sean sus modales, son demasiado evidentes.

Pero lo más inquietante es el contraste entre los luminosos dieciséis años de Katya y los sesenta y siete ?muy bien llevados, eso sí? del señor Kidder. Este hecho, que no parece detener al resuelto señor Kidder, sí es de gran importancia para Katya. No en vano “para los jóvenes no existen grados significativos de viejo, como no existen grados de muerto: o lo estás, o no lo estás; o eres viejo, o no lo eres.

Si con lo que les he contado sobre Una hermosa doncella ya se han hecho una idea acerca de su argumento, olvídenlo; este perverso cuento de hadas no es en absoluto lo que se esperan. Por ejemplo, de entrada, todos consideraríamos que el señor Kidder es un “viejo verde”, un pervertido que desea aprovecharse de la inocente Katya. Pero ella no es tan inocente: esta Caperucita quiere algo del lobo. Y sabe cómo conseguirlo.

Tampoco las intenciones del señor Kidder son tan previsibles: además de los deseos más obvios y primarios, su corazón alberga otros planes muy distintos para su “hermosa doncella”.

Alrededor de estos personajes tan deliciosamente ambiguos, Joyce Carol Oates construye una subyugante fábula moderna, sensual y provocadora, como sólo ella sabe. Una sorprendente historia capaz de pasar de la ternura a la violencia más extremas, porque “cuando alguien es amable contigo, te sientes más vulnerable que nunca”.

Los dos personajes protagonistas comienzan un juego complejo y morboso impulsados por sus anhelos más bajos al mismo tiempo que por los más elevados; un juego en el que, aunque las reglas parecen estar claras desde el principio de la partida ?desde el principio de los tiempos?, nadie sabe a ciencia cierta cuál es el objetivo: no es ningún secreto que el mundo se mueve persiguiendo el dinero, el sexo o el poder, pero no es menos cierto que todos necesitamos que nos quieran y nos necesiten.

“Y ella sintió el anhelo de que la besaran, de que la abrazaran y la besaran, la amaran, la protegieran. Porque no existe miedo más primitivo que el miedo a que no nos amen y no nos protejan. El slap-slap-slap de las olas era hipnótico, y, sin embargo, lo cierto es que el océano es un lugar duro e inhumano, y al adentrarse en las olas puede romper de pronto una que nos derribe, , nos revuelque, nos arroje, nos llene la boca de agua salada y arena; en unos segundos, una puede ahogarse si no la quieren y no la protegen.”

Como en la Balada de Barbara Allen, la hermosa canción tradicional con cuyos versos se inicia el relato, no es fácil determinar quién se aprovecha de quien, quién necesita a quién. Al final, para bien o para mal, lo único indiscutible es que los destinos de los protagonistas están enlazados.


Ballad of Barbara Allen – Joan Baez

No sólo los dos protagonistas; todos los personajes de Una hermosa doncella buscan, constante y desesperadamente, algo en los demás, en todos los que les rodean. ¿Queda espacio en esta sociedad de depredadores para un sentimiento puro? ¿Y qué precio hay que pagar por ello? Puede que uno demasiado alto, pero también es posible que, a pesar de todo, estemos dispuestos a pagarlo para que nuestros deseos se hagan realidad.

Las respuestas a todas estas cuestiones son tan ambiguas como los personajes de esta novela, pero hay una cosa que si les puedo decir con certeza: si un día se detienen ante el escaparate de una librería y un atractivo desconocido les pregunta qué libro desean, cuál elegirían si pudieran elegir, no lo duden: Una hermosa doncella, de Joyce Carol Oates.

Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es
@javierbrr

9 comentarios en «Una hermosa doncella»

  1. ¿Te he dicho alguna vez a un libro que “no”? Pues tampoco lo voy a hacer esta vez, con la increíble reseña que has hecho. Y de una autora a la que llevo tiempo queriendo descubrir.
    Besotes!!!

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  2. Tanto Nabokov como Joyce Carol Oates van mucho más allá de los aspectos morbosos de la relación entre la menor y el hombre mayor, aunque son dos libros muy diferentes y Humbert Humbert no es el señor Kidder. Gracias por tu comentario.

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