Hombres desnudos

“Hombres desnudos”, de Alicia Giménez Bartlett

hombres desnudos

Bueno. Pues con esta reseña cierro el círculo planetario que comenzaba al asistir por primera vez a la cena de entrega del premio y a sus actos previos y posteriores. Esta ha sido también la primera vez que me enfrento a un premio Planeta y estaba claro que si alguno tenía que ser el primero tenía que ser este. ¡Qué menos!  Ha sido una lectura obligada que me he impuesto, pero no lo digo en el sentido de autocastigo, sino, como ya he dicho, por cerrar un capítulo y también por curiosidad, para ver si todo lo que alguna vez se ha dicho sobre el galardón es tan terrible. (Tengo una amiga que compró allá cuando todavía se oía hablar del Círculo de Lectores, la colección de los premios Planeta y me comentó que no le había gustado ninguno). Pues eso, curiosidad por todo lo que conlleva el premio, sus presuntos trapicheos y supuestos amaños (lo que ya comenté en su día las palabras de Marsé) y por ver si realmente era tan mala la obra ganadora.

He tenido la enorme suerte de que este año la ganadora haya sido Alicia Giménez Bartlett, de quien ya había leído algo, Mensajeros de la oscuridad, en donde Petra Delicado recibía paquetes con penes amputados, (hay qué ver: penes amputados, ahora hombres desnudos…) y me gustó el estilo y la historia.

Además, Giménez Bartlett es una cachonda que no se corta un pelo, que recoge un premio como este con una camiseta con la palabra “merde” estampada bien grande y que lo mismo gana un Planeta como un premio en el súper de su barrio. Enorme, Alicia.

Lo cierto es que cuando se nos entregó a la prensa un dossier con los títulos de las obras, los pseudónimos de los autores y los argumentos el de Nubes de tormenta (que finalmente resultó ser Hombres desnudos) no me sedujo nada. Una trama corriente. Me llamaban más cualquier otra. Una mujer, al cargo de una empresa heredada de su padre, es abandonada por su marido, abogado de esa misma empresa, para irse con otra más joven. Paralelamente, un profesor que da clases de refuerzo de Literatura en un colegio de monjas es despedido. Poco a poco la situación de paro irá haciendo mella en la relación con su pareja, y por azares de la vida acabará conociendo a un poligonero que le ofrecerá trabajar como stripper con él.

Si ya ella misma afirmó en la rueda de prensa, como ya dije, “no sé de qué demonios habla mi novela, es la verdad”, ¿quién diantres soy yo para hacerlo?

Pues bien, la historia no me atraía pero fue empezar a leer la cotidianidad de lo que se contaba, y el desparpajo de la Bartlett poniéndose en la mente de cada uno y alternando tan acertadamente —no en vano Alicia Giménez Bartlett es filóloga– el lenguaje definitorio de las clases sociales protagonistas (ahora culto, ahora choni, ahora nivel medio,…) que, para mi sorpresa, me costaba soltar el libro.

La estructura es curiosa (recuerdo que la escritora empezó a hablar sobre ella y comentó también que “era un lío”): hay un diálogo y con la última frase tenemos la “voz en off” del último que ha hablado, creándose en ocasiones largos monólogos interiores. Curiosa y efectiva estructura si se hace bien, como es el caso, ya que la Bartlett domina la empatía y los diálogos como nadie.

Como fondo, como un personaje más, invisible pero agobiante, la crisis que a día de hoy (antes del 20 D) ha agravado la panda de imbéciles que nos gobierna, que en la novela se refleja con el cambio de roles típicos (la mujer preocupada por su empresa y primándola sobre los compromisos familiares), crisis de valores y existencial en la que nadie, ya sean hombres o mujeres, saben qué hacer ni dónde acabarán.

“Lo malo, lo jodido, es tener un empleo pero que te paguen una mierda. ¿Ahí sí te puede entrar el complejo de la falta de dignidad y la hostia divina! Y la mayoría de la gente está en ese caso. Se pasan la vida en un curro que les importa tres carajos y a final de mes les pagan una puta mierda que no les llega ni para comprarse calcetos nuevos.”

Resumiendo: no puedo hablar mal de Hombres desnudos (tampoco era mi intención). Me ha entretenido bastante, en ocasiones me ha hecho reír, y el final ha sido inesperado y merecido. Muy bien escrito y desarrollado, excelentemente intercalados todos los personajes con sus diferentes puntos de vista, un ritmo ágil y un vocabulario directo y sencillo pero a la vez cuidado.

No sé otras veces, pero al menos esta vez el premio me parece justo, o mejor dicho, no me parece injusto.

Termino con una frase con la que me quedé:

“Está claro que los libros te dan cultura pero no te enseñan nada de la vida”

 Recomendado 100%.

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