Clásicos infantiles 20

Clásicos infantiles 20

clasicos infantiles¿Qué edad es la adecuada para leer un clásico? Muchas veces me hago esta pregunta cuando quiero recomendar algún libro a jóvenes que se introducen en el maravilloso mundo de la lectura. A menudo se dice que los clásicos infantiles no son lecturas adecuadas para los niños de hoy en día, que hay que darles novedad, que hay que enseñarles lo nuevo que se hace. Pero eso sería perder una parte importante de nosotros mismos, y por eso hay un domingo al mes este tipo de recomendaciones que me permiten, desde la pantalla de mi ordenador, hablar a la gente que está al otro lado, enseñando aquellas historias que a mí me marcaron y que significaron una parte importante de lo que fue mi educación. Y es que es indudable que la literatura, ya sea para niños o adultos, es una especie de viaje a otros mundos que se nos permiten visitar, conocer y disfrutar a través de sus páginas. Eso es lo que traigo hoy aquí, un viaje ya legendario, ya conocido, pero que todo joven tendría que ver con sus propios ojos, aunque sea una vez en la vida.

 

la odiseaYo siempre me he declarado un firme admirador de la mitología griega, de sus leyendas, de los mitos que página a página han ido creciendo en mi interior el ansia por conocer ese mundo. Así que no era de extrañar que, desde bien pequeño, me viera absorto en una lectura como la de La Odisea que supuso el primer viaje, la primera historia épica, que mis ojos observaban en las páginas de un libro y que hizo que el lector que llevaba dentro despertara. Fue así como, cuando ya la adolescencia hacía acto de presencia, me hizo querer tener las ediciones que veía en cualquier librería, en cualquier estantería, que me ayudara a vivir aquella sensación de la primera vez. Y aunque han sido pocas las ocasiones en las que esa primera vez ha vuelto a nacer, hoy es uno de esos días por la edición tan preciosa, tan bella, tan elegante, que Combel ha traído para nosotros. Así fue como los latidos del corazón se sobresaltaron de nuevo, emocionándose como sólo lo hacen los chavales que encuentran un primer amor que se convierten en el amor para toda la vida. Vuelvo a viajar una y otra vez con Ulises, cuando mis ojos puedan centrarse de nuevo y el corazón ya no lata tan deprisa al abrir estas páginas que hoy os traigo.

La historia que nos cuenta este libro es harto conocida. Los viajes de Ulises han creado páginas y páginas, ediciones y ediciones, en las que una de las obras principales de la literatura universal ha conseguido que el tiempo se alargue, se estire durante generaciones. Así es como La Odisea se nos presenta como uno de los textos más importantes de la historia de la literatura, de la lectura, y que se nos presente en este caso adaptado para jóvenes lectores con un texto perfecto para ellos, con las ilustraciones de Pep Montserrat que convierten esta lectura en una experiencia tan arrebatadora que sería imposible no recomendarla con devoción, con los gritos de un admirador de las cosas bien hechas, con la sonrisa pegada a la boca como si un niño hubiera venido a instalarse a mi lado para que yo leyera esta gran historia, este gran viaje, que contribuyó hace tiempo a forjarme como soy, y a entender que las lectura, que la literatura, es ese bien preciado que llevaré conmigo para siempre . Porque se trata de que desde pequeños disfrutemos, así que, ¿cuándo es la edad adecuada para que alguien se acerque a una lectura? No hay edades, sino emociones. Acercarse a un libro, sentir con el tacto la suavidad de sus tapas, la rugosidad del papel, y oler ese aroma a nueva lectura, esa sensación se puede vivir con esta edición que nos llega como si de un tesoro se tratara, como si no hubiera nada más a nuestro alrededor, convirtiendo a La Odisea en lectura obligada para saber cómo funciona el mundo, cómo es posible soñar, cómo funcionaba un mundo que nos era desconocido y cómo, la fantasía, forjó una de las mejores historias que nos ha dado la palabra escrita. Ulises, el héroe, el padre, el esposo, que nos guiará a través de sus legendarios viajes por las zonas del alma, por las zonas del corazón, que constituyen la parte esencial por la que nos convertimos en lectores ávidos de emociones

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