Doble yo

Reseña del cómic “Doble yo”, de Navie y Audrey Lainé

doble yo

Ya lo cantaba Gurruchaga por allá por el 87, cuando no había tanta incorrección política como ahora y Roald Dahl aún estaba vivo y ajeno a la censura a la que se intentaría someter a sus libros en el surrealista 2023 que acabamos de empezar. Decía que Gurruchaga cantaba lo de “Ellos las prefieren muy muy gordas/ gordas, gordas, supergordas/gordas, gordas y apretás”, y, aparte de ser una letra y melodía pegadizas, era una declaración muy acertada.

Claro que sí. Porque una gorda con las carnes bien repartidas, o curvy, que es como dice ahora el equipo modernez, es hermosa, y a menudo mucho más preferida que las escuálidas mujeres de pasarela que rayan la anorexia. Ejemplos hay a montones, tanto en la red como en la vida real.

Todo esto entendido dentro de los límites de la salud y sin poner esta en peligro, por supuesto.

La prota y autora de este cómic autobiográfico, Navie, es una joven madre de 127 kilos. Físicamente come y se encuentra bien, come y no tiene diabetes, come y la tensión es perfecta y la tiroides también, come y las analíticas le salen niquelados, come y no le duele la espalda y come y no arrastra ninguna enfermedad causada por la obesidad. Y sin embargo está enferma. Es adicta a comer. Tiene hiperfagia, un trastorno alimentario consistente en la ingesta excesiva de alimentos en un corto espacio de tiempo. Come y se fabrica una identidad a la que culpar de sus miedos y sobre la que cargar sus angustias diarias. Porque el peso no es en realidad su mayor problema.

Sin embargo, tiene que bajar de peso. Una tarde de verano su hijo corría rápidamente hacia la piscina, despreocupado, pues para él era un juego, y Navie iba tras él, luchando con su doble, pegada a su espalda, intentado evitar que el pequeño cayera a la piscina y consiguiéndolo tras mucho esfuerzo…

Navie cuenta a través de estas páginas que, lo mismo que cuando una persona adelgaza en seguida se la felicita y se le dicen cosas como “¿hey, has perdido peso?”, ella necesitaba que sus amigos le cantaran las verdades del barquero cuando la cosa era al revés: “has engordado, nos preocupas, ¿cómo podemos ayudarte?”.

Doble yo es el cómic que cuenta todo el proceso de encuentro personal y autoconocimiento de una persona con un problema que no sabe que tiene, pero que va a luchar por descubrirlo y acabar con él. Puede que vuelva a tenerlo en un futuro, pero si ha podido con él una vez, podrá otras mil veces más.

Es una lectura difícil, arriesgada, seria y muy valiente por parte de la autora, que seguramente ha exorcizado sus demonios mientras escribía y recordaba todo el periplo sobre un tema en el que seguramente muchos lectores se vean reflejados y a los que a su vez, puede ser de gran ayuda.

Un dibujo en tricromía (blanco, negro y rojo) muy expresivo, ameno y divertido que trata de quitar algo de hierro a lo profundo de la historia y hacerla más fácil de digerir.

En resumen, Doble yo es un buen cómic, con una gran capacidad didáctica y un planteamiento original a la hora de enunciar, y denunciar, un problema. No es un cómic de autoayuda, por si alguien ha creído que los tiros iban por ahí, pero sin duda, puede ayudar a quien lo lea.

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