Furia

Reseña del libro “Furia”, de Clyo Mendoza

Furia

Quizás sea masoquismo pero confieso que prefiero despertarme de una pesadilla, sudorosa, febril y con las sabanas pegadas que no soñar nada. La alteración de la conciencia que nos brindan los sueños es algo que siempre me ha atraído y la aproximación desde el arte onírico me parece una de las mejores formas de experimentarlo, ya que reproducen esa atmósfera mágica de los sueños. No sé si podríamos considerar a Furia dentro del arte onírico, pero por lo menos en mi caso, ha conseguido que entrase en ese estado de desconexión de la realidad. Como si de un ritual se tratase, antes de ir a dormir, cogía el libro y me adentraba en este mundo de confusión. Me gustaba penetrar en él justo antes de que el sueño se apoderase de mí. Se creaba una antesala al sueño, un limbo en el que vagar justo antes de caer en brazos de Morfeo. Y con una facilidad pasmosa Furia ha conseguido escarbar minuciosamente introduciéndose en cada una de las capas de mi conciencia hasta desfigurar mi mirada, como si un animalillo nocturno escarbara sin detenerse hasta realizar un profundo, húmedo y oscuro agujero. Una madriguera por la que Alicia (la del país de las maravillas) no habría dudado entrar.

Es la primera novela que escribe Clyo Mendoza, galardonada con el Premio Internacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz por su libro Silencio en 2018 y la encontramos dividida en cinco capítulos diseccionados como si de un cuerpo sin vida se tratase. Este concepto de corporalidad se manifiesta a través de los paisajes, especialmente con el desierto, el cual sangra y llora pero también creo que pasa al contrario y que los personajes llevan dentro esos paisajes, que son poseídos por los mismos, desatándose en ellos la fuerza propia de la naturaleza, siendo todos ellos salvajes y fieros con un alma indómita.

El desierto es una pieza clave de la novela, convirtiéndose en un personaje más y al igual que ellos está en continuo conflicto, sufriendo la violencia más salvaje. Las vidas de nuestros personajes parecen estar interconectadas de una manera o de otra, siendo el nexo común siempre el desierto. Las relaciones de amor que los atraviesan, son relaciones enrevesadas y entroncadas, y el peso del linaje cobra aquí una gran importancia, siendo determinante en el sino de los personajes, influyendo en su forma de ser y estar en el mundo. Se encuentran en una constante búsqueda de lo que son y de lo que fueron, de lo que desean y de lo que desean los demás de ellos, esto unido a la atmosfera onírica que todo lo envuelve, altera nuestra percepción, haciendo que nos cuestionemos lo que es real de lo que no lo es.

Quizás se me haya contagiado el otorgarle corporalidad a las cosas que no tienen cuerpo, porque en ciertos pasajes tenía la sensación de que el libro me miraba como quién mira el que quiere entender. Furia destila poesía, una poesía cargada de oralidad, donde las historias que escuchaba la autora cuando era niña en las montañas encuentran aquí un espacio para revelarse. El erotismo y la muerte traspasan la vida de todos los personajes y llegan al lector en forma de cuento, pero no un cuento susurrado al oído sino un cuento que grita, que gime, que suda. Un cuento que sin pretenderlo tiene un carácter sanador y transformador.

Es un libro poderoso, que contiene  la fuerza de la naturaleza, desatándose bello y brutal.

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