Género e Historia Pública

Reseña del ensayo “Género e Historia Pública. Difundiendo el pasado de las mujeres”, de Margarita Sánchez Romero y Marta del Moral Vargas (coords.)

Cuando leo un libro como este me siento estafada con toda mi formación y con muchas ganas de apagar el móvil y profundizar en estas nuevas líneas de investigación. Género e Historia Pública, Difundiendo el pasado de las mujeres elabora un caleidoscopio riguroso y científico para educar la mirada hacia nuestra genealogía corrigiendo los sesgos de género con que la historia de la humanidad ha sido analizada y transmitida. “El propósito es claro, (…) alcanzar así sociedades que sean capaces de compartir narrativas sobre su pasado, inclusivas en materia de género” (p. VII, prólogo). 

Es necesario intervenir el falso discurso del patriarcado y generar conocimiento verdadero desde las disciplinas académicas, algunas de ellas recogidas en este libro: arqueología, antropología o museística. “Las mujeres han sido doblemente invisibilizadas por un lenguaje pretendidamente “neutro” y por no aparecer en las imágenes o hacerlo estereotipadas” (p. 9). Las coordinadoras Margarita Sánchez Romero (UGR) y Marta del Moral Vargas (UCM) llevan un largo y prestigioso recorrido desmontando falacias como que “las mujeres son naturalmente más sedentarias que los hombres debido a los embarazos y la maternidad” (p. 9).

Para lograr los objetivos, las excelsas autoras que suscriben cada artículo, recorren desde la prehistoria hasta los códigos de narración audiovisual contemporáneos, la historia pública de las mujeres. Destaco la labor del colectivo Herstóricas que llevan años mostrando en sus recorridos los espacios femeninos de las ciudades y reescribiendo el discurso histórico e historiográfico con perspectiva de género. “Los museos nacen de las élites socio-económicas masculinas y son ellas quienes deciden qué y cómo presentar los discursos museológicos” (p. 27).

En el título Género e Historia Pública, Difundiendo el pasado de las mujeres cobra especial relevancia el adjetivo Pública pues se trata de alzar las voces invisibilizadas, que no significa que no hayan existido, sino que han sido borradas de los discursos, de los relatos, de las selecciones que han servido para construir una historia “a medias”: “El acceso de voces no hegemónicas (…) supone el reto de articular estas experiencias excéntricas desde un lugar que rehúya lo androcéntrico; es decir, que subvierta precisamente esa presunción de marginalidad (…) resultado de un proceso histórico de alterización” (p. 183).

No entro en mencionar más investigaciones o autoras porque son todas claves, fundamentales, excelentes y la reseña perdería fuerza si enumerara la magnífica cantidad de contenido que ha recogido esta edición de Comares. “Uno de los objetivos de la historia pública: democratizar el acceso a la producción y difusión del conocimiento (…) haciendo accesibles los mecanismos que se ocultan detrás de dicha producción epistémica (p. 75).

Solo me queda decir que este libro es el primer escalón de un trayecto de largo recorrido para leer más y mejor, a la par que cambiar la mirada por una más auténtica cuando veas las próximas obras de arte y exposiciones, “uno de los dispositivos más útiles (…), que posee la capacidad de armonizar la dimensión háptica, sensual y estética de la experiencia artística con su dimensión discursiva, social y política” (p. 77).

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