Historias de cine. Relatos que inspiraron grandes películas, de Juan Antonio Molina Foix

Historias de cine. Relatos que inspiraron grandes películasA todos los que nos dedicamos y/o nos gusta escribir sabemos que la parte más complicada del proceso de creación de un texto es empezar, encontrar un hilo del que tirar; encontrar esa semilla que crezca poco a poco hasta convertirse en un árbol alto, fuerte y sano; encontrar, en definitiva, la idea del millón. Y para encontrar esa idea bebemos de la inspiración, ese estímulo que nos anima a crear.

La inspiración puede encontrarse en todos lados. En la visión de una pareja que discute y airea sus trapos sucios delante de todos en el súper; de un niño que le cuenta emocionado a su padre como le ha ido en el último entrenamiento de fútbol; de dos amigas que intercambian maquillaje en el metro mientras van a una cita a cuatro; de una chica que pide consejo a una dependienta para elegir un vestido para la boda de un exnovio; de un anciano que con su nieto le echa migas de pan a las palomas… La inspiración se encuentra a la vuelta de cada esquina. Todo lo que vemos, leemos, oímos o nos pasa es susceptible de convertirse en la semilla que nos inspire una gran historia. Y a veces esa inspiración nos viene de la idea de otro. Mientras leemos una historia, nuestra mente va imaginándose lo que lee, va poniendo cara a los personajes; va desplazándose por la casa, el parque, el bar, la calle… donde se desarrolla la historia; va asimilando y comprendiendo, empatizando, con los sentimientos de los protagonistas de la obra… Eso es lo que supongo que le ha pasado a muchos de los grandes directores de cine de la historia. Algunas veces las ideas les habrán surgido de manera directa y novedosa y otras veces, al leer las palabras de otra persona, se habrán imaginado como lo plasmarían en imagen. Gracias a Historias de cine. Relatos que inspiraron grandes películas, edición de Juan Antonio Molina Foix, podemos ver el origen de algunas de las grandes películas de la historia del cine.

J.A. Molina Foix ha creado una antología de relatos que inspiraron a algunos de los mejores directores de cine de todos los tiempos. Pero, además, esas historias fueron escritas también por algunos de los mejores escritores. Así bien, en este libro podemos leer historias escritas por autores como Guy de Maupassant, Stefan Zweigt, Agatha Christie, Daphne du Maurier, Fiódor Dostoievski o James Joyce. Historias que inspiraron algunas películas como Rashomon de Akira Kurosawa, La paura de Roberto Rossellini, Testigo de cargo de Billy Wilder, El hombre que mató a Liberty Valance de John Ford, Los pájaros de Alfred Hitchcock, Una historia inmortal de Orson Welles o Dublineses de John Huston. Como el propio Molina Foix dice en el prólogo, no están todos los que son, pero sí son todos lo que están.

Como en toda antología de relatos el nivel de todos ellos no es lineal, unos son mejores que otros y, además, en este caso, al ser de distintos autores las temáticas son muy distintas. No obstante, todos tienen un nivel bastante alto y aunque Molina Foix no ha podido incluir en el libro todas las historias que le habría gustado por cuestiones de espacio y de permisos, ha escogido una muestra que pretende ser una buena representación de la idea que defiende con esta obra: cuando una película está inspirada en un libro, más que una adaptación totalmente fiel al mismo, debe tratarse de una creación nueva y autónoma. Por eso, ha seleccionado once relatos, porque al ser historias más breves y menos desarrolladas que una novela, los directores tienen tanto la oportunidad como la obligación de extenderse más y elaborar una historia mayor, creando así una película autónoma y personal. Como decía, no todos los relatos me han parecido igual de buenos. Mientras que unos son un pequeño esbozo de una historia a la que los directores han tenido que darle forma y empaque, en definitiva, convertirlos en una historia de verdad; otros brillan por sí solos y aunque breve, nos cuentan una historia con una presentación, un nudo y un desenlace.

Esta reseña es, probablemente, una de las que más me ha costado porque quería hacerlo bien. Quería tener la oportunidad de ver las dos caras de la moneda: el relato y la película; al escritor y al director. Así pues, me he leído los once relatos y he visto las once películas correspondientes, tras lo cuál, creo que he podido vivir la experiencia completa y sí, estoy de acuerdo con Molina Foix. Cuando lo que se lleva al cine es un gran libro, pocas veces (por no decir ninguna) se supera al libro. Pero la cosa cambia cuando lo que se lleva a la gran pantalla es una historia corta. La experiencia es mucho más libre y mientras ves la película, ves la película. Me explico. En muchas ocasiones cuando vemos la película que se ha hecho de un libro (que encima amamos) no podemos evitar comparar cada escena y cada diálogo; comparar a los actores escogidos para dar vida a los personajes del libro con la idea que nosotros habíamos creado de ellos en nuestra mente. Sin embargo, al ver estas películas, apenas pensaba en el relato porque en este caso las películas vuelan solas ya que gozan de una autonomía casi absoluta.

Entonces, ¿qué estoy diciendo?, ¿me ha gustado Historias de cine. Relatos que inspiraron grandes películas o no? Sí, sí me ha gustado porque me ha hecho ir más allá en muchos sentidos. He descubierto historias no tan conocidas de algunos autores muy conocidos y películas que no había visto, me ha hecho reflexionar sobre las diferencias entre el lenguaje literario y el lenguaje cinematográfico y además, aunque algunos relatos no me han”llenado” del todo, otros sí lo han hecho. Como ejemplo, Miedo de Stefan Zweig. Es un relato maravilloso que en pocas hojas te hace experimentar el éxtasis y la emoción de lo prohibido y el miedo y la angustia a verse descubierto. Pocos autores captan mejor los sentimientos y pensamientos de sus personajes y te hacen empatizar más con ellos que Stefan Zweig. Por lo tanto, aunque recomiendo más este libro a amantes del cine que de la literatura, creo que los segundos también se verán recompensados con algunas buenas historias que es posible que no conocieran de algunos de sus autores de cabecera.

 

 

 

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