Reseña del libro “Psicología del mal. Víctimas y verdugos: aspectos psicosociales de los campos nazis”, de Pablo Martínez-Botello
Hace unos años, concretamente en 2017, leí El Holocausto. Las voces de las víctimas y de los verdugos, de Laurence Rees. Aun así, Psicología del mal. Víctimas y verdugos: aspectos psicosociales de los campos nazis, de Pablo Martínez-Botello, recién publicado por la editorial Sine Qua Non, llamó mi atención hace unas semanas. Las atrocidades de aquel periodo del siglo XX fueron de tal calibre que, por mucho que se lea al respecto, es imposible llegar a entender del todo lo que pasaba por las cabezas de unos y otros. Pero yo no dejo de intentarlo.
La psicología social siempre me ha fascinado; de hecho, fue una de mis asignaturas favoritas de la carrera. Por eso me resultó especialmente interesante que este libro abordara el nazismo —en especial, el funcionamiento de los campos de concentración y de exterminio— desde esa perspectiva.
En las primeras páginas de Psicología del mal. Víctimas y verdugos: aspectos psicosociales de los campos nazis, se señala que es una obra divulgativa apta tanto para quienes ya tienen muchas lecturas en su haber sobre este tema —puesto que encontrarán en ella datos nuevos—, como para los que apenas saben algo al respecto, gracias a que sus explicaciones son muy fáciles de seguir.
Pablo Martínez-Botello comienza exponiendo conceptos básicos, como los distintos tipos de campos y de prisioneros. Todo el mundo habla de los judíos, pero no fueron los únicos explotados y exterminados. En los campos se mezclaban comunistas, socialistas, anarquistas, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, criminales, asociales… Cualquier persona que no encajara con los ideales nazis. Allí penaban por lo que eran, no por lo que habían hecho, y en las páginas de Psicología del mal. Víctimas y verdugos: aspectos psicosociales de los campos nazis hay sitio para todos ellos.
El autor recurre a testimonios de víctimas y a estudios históricos, sociológicos y psicológicos para hablarnos de la organización de los campos, de los roles y jerarquías, de la relación entre presos y entre presos y las SS, sin olvidarse de los efectos psicosomáticos que desarrollaron durante la reclusión y de otros que aparecieron una vez liberados. Algunos estudios demuestran que hubo un impacto negativo en la estructura cerebral de los supervivientes que incluso se transmitió a sus hijos y a sus nietos.
Debido a lo mucho que he leído sobre el nazismo, conocía gran parte de lo que se menciona en Psicología del mal. Víctimas y verdugos: aspectos psicosociales de los campos nazis, sobre todo lo concerniente al día a día de los reclusos. La parte final del libro se centra en el análisis de los aspectos psicosociales. Eso es lo que a mí me ha interesado más, pues otras obras no van más allá de la recopilación de vivencias; aun así, se me ha quedado algo corto. Pero entiendo que otros prefieran que se explaye en los testimonios, sobre todo si nunca han tenido oportunidad de leerlos. En ese sentido, este libro es una buena manera de hacerse una idea bastante completa de lo que allí sucedió. Sin embargo, considero que el ensayo de Laurence Rees, que mencionaba al principio de la reseña, aportará mucho más a los que ya sepan del tema.