Un baño de bosque, de Éric Brisbare

un baño de bosqueYa no hay vuelta atrás, la nature writing se ha convertido en una moda. ¿Y qué es lo peor de todo esto? Que las modas, todas, pasan; y este sentimiento que tanto florece últimamente entre humanos y naturaleza no debería ser una moda, no debería pasar con el tiempo, no debería ni plantearse. Debería ser un hecho, que no es. Y una demostración de que no lo es son todos los libros que copan en estos días las mesas de novedades con lemas muy parecidos al que este Un baño de bosque de Éric Brisbare lleva como subtítulo: «Una guía para descubrir el poder de los árboles». Sí, en efecto, autoayuda verde. Pero yo, aunque pueda molestar a los más puristas, todo lo que lleva verde lo compro. Y si son libros, más. Este es uno de tantos. Y uno bueno.

En Un baño de bosque, publicado por Alianza en traducción de Elena-Michelle Cano e Íñigo Sánchez-Paños, Éric Brisbare empieza contándonos su experiencia personal y vital en relación con la naturaleza: cómo se crió rodeados de montañas, cómo se inició en el ya tan manido shinrin-yoku o en la especialidad que más domina y que poca gente todavía conoce: la silvoterapia. Siempre desde una visión personal, contando sus propias experiencias y opiniones y, como él mismo dice: «sin pretensiones de exhaustividad», Brisbare nos lleva de la mano por cerca de 250 páginas con el fin de amoldarnos a lo que la naturaleza nos pide (que es muy poca cosa) para aceptar acogernos. Con todas las páginas adornadas en alguno de sus espacios o contenidos por el color verde, esta guía para principiantes en el asombroso mundo de la conexión con lo natural es, por así decirlo, como el empujón que todos necesitamos para respirar por fin bien, para sentirnos conectados con aquello que nos rodea sin necesidad de tecnología, para darnos cuenta de que hay tanto bien a nuestro alrededor que solo por comparación ya no nos quedan motivos para estar así: mal. Hablaba del color verde y es que Brisbare explica en un apartado del libro que, además de ser el color que asociamos por antonomasia a los bosques y que por ello ya de por sí nos transmite paz, es también la mezcla del color amarillo, «tonificante, solar y cálido», con el azul, «color de la sombra fría y apaciguadora», combinación que solo con posar la mirada en ella ya relaja, tranquiliza, calma al observador.

Aparte de ser una guía o manual con el que se busca animar al lector de que se aleje un rato de la ciudad y se adentre en los bosques, el libro ofrece un apartado en el que nos explica qué tipos de árboles son los más comunes según la región en la que vivamos (se nota que ha habido un trabajo importante de edición, ya que la obra original es en francés), qué nos puede aportar cada uno de estos árboles o qué podemos tratar con las propiedades de cada uno de sus frutos, hojas o flores. Al estilo de un cuaderno de viaje (lleva incluso una cuerda, verde, cómo no, con la que cerrar el libro para que sea más cómodo su transporte), este Un baño de bosque invita al lector a que lleve con él el libro, siga los pasos que tan minuciosamente ofrece para conectarse poco a poco con los árboles e incluso anote, en una sección final donde hay pequeñas fichas que cumplimentar con la experiencia de cada uno, todo lo que vea y sienta en sus caminatas y paseos.

Escuchaba hace unos días que cada vez más la población mundial se está yendo hacia las ciudades y que en pocos años alrededor del 80 o 90% vivirá en ellas, convirtiéndolas en megalópolis. Tienen sentido estos datos pero también lo tiene el hecho de que a medida que eso va pasando necesitamos más la desconexión, la huida del ruido, la paz mental que ya (y a veces incluso ni ahí) solo se consigue en los bosques. Un baño de bosque, como libro, no te puede prometer eso, aunque te invita a ello, pero un baño de bosque, como concepto, como hecho, como realización, sí. ¿Te animas a hacerlo?

 

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