Historias robadas

Historias robadas, de Enrique J. Vila Torres

historias robadas

Lo intento. Intento entenderlo, pero no lo consigo. Será porque, desde que yo era pequeñito, me enseñaron que el amor entre unos padres y unos hijos era sagrado, que era prácticamente imposible romper ese lazo que unía a unas personas que, de la noche a la mañana, se encontraban unidas por algo mucho más fuerte que la sangre. Y por eso no entiendo, no entiendo en qué mente cabe la venta de niños, no entiendo en qué mente cabe separar a unos padres de su hijo porque sí, por que es más importante el dinero que la felicidad, y quién se cree con el derecho de decidir quién debe estar separado de los suyos, y tenga que vivir durante toda la vida sintiendo que algo falta en su interior, que hay un vacío al que no sabe poner nombre. Repito que lo intento, intento ponerme en el lugar de aquellos que robaron niños, pero no puedo. Porque en este caso, sólo me cabe un adjetivo para todos aquellos que sembraron de pena un hogar que, en principio, tendría que haber sido alegre: desalmados.

Porque estamos ante testimonios, ante historias que nunca tuvieron que darse, pero que se dieron, arropados por la repugnancia que inundaba a ciertas personas, que no tenían compasión por nada ni por nadie. Esta es la historia de los que lo sufrieron, es la historia de los que luchan, a pesar de todo.

 

Enrique J. Vila Torres nos mueve por los rincones más oscuros de la Historia de España. Un país que se movió por la compraventa de niños como si fuera un juego de colegio en el que ganaba el más zorro. Y lo peor de todo es darte cuenta, gracias a estas Historias Robadas, que todo se hizo con la connivencia de los poderes, de los médicos que se suponía debían velar por la seguridad de una madre asustada por ser su primer parto y de la de un niño que lo único que sabía era gritar para que se le oyera al nacer. Pero sin duda, entre tanta historia nefasta, entre tanto dolor sin edulcorar, encontramos historias llenas de la fuerza de aquellos que quieren luchar por reclamar lo que es suyo, de reclamar ser felices por encima de todo, y vivir, sobre todo vivir, aunque sea buscando sin resuello por las caminos llenos de burocracia y silencios.

Sigo intentando entenderlo. Y gracias a  Historias Robadas lo entiendo mucho más. Entiendo que existen personas sin alma, entiendo aquel dicho de poderoso caballero es Don Dinero, entiendo que hay injusticias que nunca podrán ser saldadas, por mucha venganza servida en plato fría que se nos ofrezca. Y es que, a raíz de la muerte hace poco de una de las principales imputadas en los casos de niños robados, y habiendo leído como si estuviera escrito para este momento el libro de Enrique J. Vila Torres, uno se da cuenta del horror que se puede encontrar detrás de historias como las que encierran estas páginas. Quizá sea un libro duro, puede que a las personas que lean esta reseña les parezca que es un libro que no leerían por no sufrir, pero sin duda alguna me parece un libro necesario, un libro que nos grita desde la estantería para que no nos volvamos ciegos, para que no tengamos una venda alrededor de los ojos y sepamos en todo momento que, aunque parezca irreal, aunque parezca que es una historia de otro mundo, esto sucedió en el nuestro, a escasos años de distancia.

Así que abramos nuestra mente, sintamos por un momento lo que aquellas familias tuvieron que sentir cuando se enteraron que su hijo muerto no era tal, y ayudemos, demos fuerzas desde la distancia a todas aquellas personas que luchan por recuperar una parte de su vida que jamás tuvo que ocurrir, pero que por personas que no debieran considerarse como tales, ocurrió cerca, tan cerca de todos nosotros, que quizá cualquier día sepamos, al abrir nuestra puerta, que un vecino ha vivido el dolor en sus propias carnes.

1 comentario en «Historias robadas»

  1. No conocía el libro. Un tema duro que yo creo que por mucho que me lo expliquen, no llegará a entender. Nunca llegaré a entender que exista este tipo de gente capaz de hacer cosas así, por mucho que me lo expliquen. No llegaré nunca a entender que el dinero para estas personas esté por encima de todo.
    Me apunto el libro.
    Besotes!!!

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