Afterparty

Reseña del libro “Afterparty”, de Daryl Gregory

Afterparty

Los libros de Philip K. Dick me acompañaron durante toda mi época universitaria. Me los descubrió un gran amigo que en ese momento estudiaba matemáticas y era un gran aficionado a la ciencia ficción. Yo no era una asidua a este tipo de literatura pero enseguida entré en sus juegos psicotrópicos, me fascinaba como se movía entre el límite de lo real y lo ficticio siendo el límite una línea borrosa, casi imperceptible. La manera de estar y de introducir al lector en varios universos de manera simultánea me cautivó.

En Afterparty encontramos a K. Dick de manera irremediable en cada una de sus páginas y es que, al igual que en Una mirada en la oscuridad, lo teológico, las drogas y la salud mental convergen para dejar paso una obra hilarante, llena de momentos tan absurdos como divertidos. Un cóctel inyectado en vena para los amantes del género.

Lyda Rose es paciente del hospital psiquiátrico de neuroatípicos, hasta que se da cuenta que el Numinoso ha vuelto a las calles. Consumir Numinoso te permite ver a Dios, sentirlo y mantener conversaciones con él. Esta droga es altamente adictiva ya que no sólo te permite ver a Dios sino que es tan convincente que acabas creyendo que realmente existe. Decidida a erradicarla, sale del hospital para descubrir quién y cómo ha vuelto a fabricarla. Durante este peculiar viaje no estará sola, le acompañarán unos carismáticos personajes que le ayudarán, unos más que otros, a deshacer el entuerto.
La droga se presenta en Afterparty como una solución a los males de la sociedad, al igual que la religión. Daryl Gregory se apropia de la famosa cita de Marx, tornándola real, convirtiendo la religión literalmente en el opio del pueblo.

Me encanta el pulp que desprende, desde la portada sugerente, llamativa y llena de color con brillos circulares a trasluz, (como si al mirarla hubieses consumido Numinoso) hasta el lenguaje, el cual es sencillo y directo y en muchas ocasiones sicalíptico. El ritmo es trepidante, las páginas queman en las manos conforme vas avanzando, como si fueras dentro de un bólido a 200 km/h.
Este ritmo tan ágil lleno de diálogos obscenos la hace una novela muy cinematográfica, en la que se nos presenta continuamente a personajes excéntricos en escenarios ridículos, alimentando nuestra curiosidad en un vaivén de giros argumentales acumulativos en los que es difícil seguir el ritmo. No podía dejar de pensar en diálogos propios del cine de Tarantino, tanto por sus malhablados personajes como por sus disparatadas conversaciones. Es una novela que no se harta de provocar, provocación que me ha llevado a recurrentes carcajadas histéricas.

Daryl Gregory nos presenta una premisa futurista pero próxima a nuestro presente, ya que las cuestiones que nos plantea podrían volverse reales en unos años. La ficción y la realidad, al igual que pasaba con K. Dick se difumina, llevándonos a una ineludible reflexión acerca de problemas sociales que estamos viviendo en la actualidad. Esto hace que la experiencia lectora se convierta con Afterparty en algo más familiar, algo que no suele pasar con la ciencia ficción y nos permite compartir las experiencias que viven los personajes como algo nuestro. Sin duda una auténtica experiencia espiritual-lisérgica.

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