Ayer me puse el despertador un poco antes de lo normal: a las cinco y media o así. Buena hora, ¿verdad? Sobre todo, para meterse en la cama. Aún no estaban puestas las calles, pero la Avenida 45 días por año venía hasta arriba de coches en desolada peregrinación. Lo hice para aprovechar. Para terminar […]