Beethoven: La sinfonía final

Reseña del cómic “Beethoven: La sinfonía final”, de Frank Marrafino & Brandon Montclare

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Pom, pom, pom, poooooooooooommmmm.

Cuatro simples notas seguidas, que hacen reconocible por sí solas una sinfonía completa. El destino llamando a la puerta dijo alguien. Beethoven anunciando el comienzo o despertando al auditorio, prefiero pensar yo. Tal vez las primeras que oí en mi vida del Español, como se conocía al compositor por su tez morena. Sea como sea Beethoven es un músico que siempre me ha gustado y que ha calado en la mayoría de la gente. Es de los pocos cuyo retrato cualquiera identifica a primera vista. No hablo ya de la relevancia e innovación que supuso en su época. Eso no sé valorarlo en la actualidad, en un mundo en el que hemos avanzado tanto tanto  musicalmente (que hemos involucionado y nos invade el puto reguetón de mierda y los putos cuarenta principales o el disco rayado de Rock Fm o el de la que quiere erigirse radio de Europa (¿pero dónde vas, radio de Europa? Anda, anda…) Pero en su época fue todo un subversivo, un innovador que dio la vuelta a todo lo establecido hasta el momento en cuanto a teoría y práctica musical.

El caso es que Ludwig tuvo, tiene y tendrá siempre una fuerza desbordante que atrapa sin remedio cualquier oído (cualquier oído que sepa apreciar lo bueno, claro) sin tener una cultura musical previa ni una experiencia dilatada, como fue mi caso desde bien pequeño.

He leído muchos libros y cómics de Beethoven, he visto películas sobre él y, por supuesto he escuchado mucha de su música (creo que es imposible oírla toda) y seguiré haciéndolo porque su vida, su obra y su personalidad son magnetismo puro que me atrae como la mierda a las moscas. Igual. Pero nunca había leído nada con un planteamiento tan fresco y curioso como este Beethoven: La sinfonía final.

Un cómic que bajo el guion de Montclare y Marrafino más de una docena de dibujantes e ilustradores se han propuesto recorrer la vida de nuestro compositor desde la infancia hasta su lecho de muerte, intercalando bien cuentos u obras en los que este se inspiró para componer determinada obra, bien alguna de sus propias obras (Fidelio), sin olvidar su sordera y su supuesto mal humor provocado precisamente por esa pérdida de audición, algo que le jodía sobremanera al ser un sentido que en él debería ser mejor que en cualquiera.

El cómic se lee con voracidad y no importa lo más mínimo que no seas un fan del alemán; si te gusta la música o simplemente una buena historia ha de gustarte este Beethoven: La sinfonía final. Losestilos de los diversos autores no desentonan ni te sacan de la lectura –salvo la última historia (Ezinma)– y me han resultado sumamente atractivos y apropiados para cada trama.

Y sin embargo, de todos los relatos del cómic, el que más me ha gustado ha sido el penúltimo, Inspiración. Una pianista que, al interpretar Para Elisa (una pieza que a mí tampoco me gusta de tanto que la he oído), imagina qué diría Beethoven de ella al tiempo que de la nada se materializa este. La chica decide enseñarle el mundo, le lleva a teñirse su icónica melena, la música en la calle, el güisqui, el karaoke y hasta le lleva a un concierto de su famosa novena sinfonía, en donde Beethoven se extraña de tanta formalidad entre el público y de que no se aplauda entre movimiento y movimiento de sinfonía.

En resumen, te guste o no Beethoven (pero si te gusta sobre todo) un cómic que hace un recorrido soberbio por la vida de este genial, atormentado y humanista compositor, que nos puede ayudar a entender mejor tanto a él como a algunas de sus obras.

Un cómic que es la caña, editado con mucho cariño y mimo por la recién descubierta editorial Bao.

Recomendabilísimo.

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