Reseña del libro “Criada”, de Stephanie Land
Mucho se ha escrito y hablado ya sobre cómo Criada, y su serie posterior “La asistenta”, denuncia las opresiones ejercidas sobre las mujeres que son madres solteras, supervivientes de violencia de género e inmersas en el círculo de la pobreza. La protagonista del libro es la propia autora Stephanie Land, quien vio cómo desaparecía bajo sus pies la entelequia de la estabilidad estructural al quedarse embarazada.
Infectada por el virus del amor romántico, extasiada ante la relación bohemia con el que termina siendo un alcohólico violento y maltratador, la mujer protagonista de Criada cuenta a modo de cuaderno de bitácoras su deriva. Es clásico el modelo de la rana en la olla para explicar las relaciones tóxicas y como poco a poco la espiral de la violencia de género va ahogando a las mujeres. Una rana relajada en un agua fresca y deliciosa, pero dentro de un recipiente que se acerca al fuego. Al principio, solo notará un agradable calorcito que le molestará progresivamente.
Un día, el que creías que era el amor de tu vida, te insulta en público, te retira la palabra unos días, no te mira a lo ojos, te quita de la titularidad de la cuenta, abandona sus responsabilidades domésticas o se enfurece porque los platos no están fregados. De ahí solo hay un paso a romper una pared con un puñetazo al lado de tu cara o que le tengas que quitar cristales del pelo a tu hija de dos años porque ese hombre al que considerabas tu protector te acaba de tirar un bol.
Esta es la situación detonante en la serie, pero en el libro Criada puedes profundizar y ahondar en el detalle del laberinto o, mejor, del callejón sin salida en el que poco a poco se va viendo la protagonista. Sin proyecto profesional, sin amiguis propios, sin apoyo familiar, sin autonomía económica y con una hija muy pequeña. Dentro de un sistema que no la cree, que la juzga, que desprecia su no productividad tradicional al modelo, que no valora su trabajo de cuidados y que no tiene estructura que garantice sus mínimos derechos humanos fundamentales, como la vivienda o la alimentación.
Como otros libros, Criada especialmente por su carácter biográfico, a cada lectora le tocará en uno de los puntos que nos duelen. Escribo en femenino porque la pobreza tiene nombre de mujer dados los datos internacionales desagregados por sexos y porque las madres somos mujeres. Cuando la protagonista decide no abortar empiezan los ataques de su pareja. Será su decisión libre de ser madre o de maternar libremente la que la lance al abismo social de la dependencia, la precariedad y la pobreza.
Aunque el contexto es el de EEUU, lo descrito conecta con todos los países, pues las leyes que deberían garantizar los derechos de las mujeres tienen carácter internacional. Los programas de cupones de alimentos, refugios para mujeres maltratadas, trabajos que nadie quiere relacionados con la limpieza y los cuidados, mal pagados en cantidad y en legalidad, son comunes allí y aquí. Las mujeres que además tienen que justificar que son las que deben tener la custodia de esas criaturas hijas e hijos de maltratadores se extienden por todo el ancho mundo. En España, es escandaloso y vergonzoso el tratamiento que la justicia está haciendo del caso de Juana Rivas.
Criada pone sobre la mesa esos picos de violencia estructural, vicaria, patriarcal, que tan normalizada está a nivel social, político y legal. Tratar a las mujeres pobres como ignorantes e incapacitadas para cuidar de sí mismas y de sus criaturas. Los pasajes de las clases a las que le obligan a ir cuando tiene que luchar por la custodia de su pequeña son demoledoras. Todas las madres hemos tenido y tenemos que sufrir a diario que nos infantilicen llamándonos “mamis”, pero que de eso dependa que puedas proteger la integridad física de tu hija, no tiene nombre.