Amapolas en octubre

Reseña del libro “Amapolas en octubre”, de Laura Riñón Sirera

Amapolas en octubre

“No le des vueltas a lo que podríais haber hecho mejor, las relaciones nunca son perfectas; siempre hay inseguridades, y momentos en los que uno quiere más que el otro, o que demanda algo que el otro no puede dar, y no porque no quiera darlo, sino porque no sabe o no puede, pero eso no significa que quiera menos.”

Después de leer Todo lo que fuimos, de esta misma autora, que ha sido una de mis mejores lecturas del 2021, mis ganas por leer algo más de ella aumentaron en muy poco tiempo. Ya llevaba tiempo queriendo leer Amapolas en octubre y esta versión ilustrada me ha animado a hacerlo justo ahora. Y creo que ha sido el mejor chute de energía para estas fiestas inundadas de Covid-19. Si no lo tienes tú o alguien de tu familia, lo tiene alguno de tus amigos o algún contacto estrecho. Están siendo las fiestas más solitarias que recuerdo… Y creo que, si algo necesitamos más que nunca aquellos que disfrutamos leyendo, son libros que nos lleven (aunque sea, a distancia) a las personas que más queremos.

Y creo que este un gran ejemplo. En esta novela, Carolina, una librera de mediana edad, se enfrenta a una madre enferma y a otros problemas del pasado que le impiden ser totalmente ella misma. Y de esto exactamente trata este libro, entre otros muchos temas, de ese camino que seguimos para encontrarnos a nosotros mismos cuando nos sentimos perdidos o cuando las circunstancias no acompañan. Me ahorraré más detalles de la sinopsis porque creo que es una novela en la que hay que entrar bastante a ciegas.

En este camino que emprende la protagonista, nos encontramos algunos que otros baches, que son superados, sobre todo, por la huella que deja la lectura en las vidas de los personajes. La literatura tiene un papel clave en esta historia, formando parte de la vida de la librera desde su infancia, ya que sus padres eran unos apasionados que, desde el principio, inculcaron a Carolina y a su hermano Guillermo los beneficios de la lectura:

“¡Qué maravilla!, los libros son el único lugar de la casa donde todavía podemos estar tranquilos.”

De esta forma, a través de libros como La señora Dalloway, de Virginia Woolf; Ariel, de Sylvia Plath; Mujercitas, de Louise May Alcott o ‘Nada’, de Carmen Laforet, nos va revelando recuerdos de grandes acontecimientos de su vida, que la convirtieron en la mujer que es ahora. Los que revelaron sus miedos, los que le ayudaron a conocer mejor a sus padres, a redescubrirse en una etapa en la que todos estamos perdidos, a enamorarse y perder el amor, o a comprender a su mejor amiga. Esto me ha encantado y me ha parecido tremendamente original y cierto. ¡Cuántos libros nos encuentran en los momentos en lo que más los necesitamos! Cuánto nos ayudan las palabras, las vivencias, los pensamientos y las emociones de otros cuando más necesitamos que empaticen con las nuestras…

Por otro lado, otro de los grandes temas que trata esta novela es el amor y la comprensión, tanto en la familia como en la amistad o la pareja. Todos necesitamos que nuestros seres queridos nos comprendan y nos apoyen en las decisiones que tomamos o los caminos que elegimos seguir, aunque no estén de acuerdo con ellos, al igual que todos necesitamos oír que nos estamos chocando contra un muro. Que nos estamos equivocando y no queremos ver más allá, pero que es necesario verlo y darnos cuenta de ello para avanzar.

También me ha encantado cómo la autora te introduce, a medida que vas leyendo, en un espacio en el que tienes seguro, tranquilo, para que te sientas como en casa. A veces necesitamos lecturas que nos ofrezcan verdades como puños, incluso las que no queremos aceptar, pero tendiéndonos la mano. Con ternura, cariño y empatía. La vida ya es demasiado dura para que las formas también lo sean. Y Laura da una importancia tremenda a la forma, está tan bien cuidada la narración, las palabras escogidas, que es un placer leerla, hasta en las partes más duras. Hasta cuando la muerte llama a la puerta de los protagonistas.

Y qué decir de las ilustraciones de Fernando Vicente… Personalmente, me encanta este ilustrador, lo sigo desde hace bastante tiempo, y creo que no puedo ser objetiva en este punto. Todas son preciosas, pero destacaría la de JO, la librería de Catalina, y la de ella con su amiga Andrea, cuando están estudiando. Ambas tienen detalles preciosos y son muy importantes para el desarrollo de la historia.

En fin, que tenéis que leer Amapolas en octubre si necesitáis una lectura para daros una segunda oportunidad. Para dejar en el pasado lo que os martiriza y lo que os impide avanzar. Para revelar esas verdades que guardáis en vuestro interior. Para perdonaros a vosotros mismos y a aquellos que, sin quererlo o queriéndolo, os han hecho daño. Para reencontraros con vosotros mismos, respirar y seguir adelante. Porque, como dice Lana, la ayudante de Carolina en la librería, “las personas dan lo que tienen dentro”, y si tenemos miedo, odio, rencor o desesperanza, es muy difícil encontrar la luz. Y también es complicado ofrecer la mejor versión de nosotros mismos y vivir, con sus tropiezos, errores y misterios, que es lo más importante de todo. Algo que nos está robando la pandemia en estos dos años, y una ilusión que nos devuelve Laura en esta bonita novela.

2 comentarios en «Amapolas en octubre»

  1. Tu comentario sobre “Amapolas en octubre” ha llegado a mi vida cuanto más lo necesito.
    Tus palabras son justamente lo que me está pasando, lo que siento y lo que de verdad necesito. Es como si hubieras ordenado mis penas, problemas, desengaños y, sobre todo, mucho dolor, en este post. Me has leído la mente. Dicen que las cosas pasan por algo. Pues bien, tú has llegado de casualidad a mi vida cuanto más lo necesito. Muchísimas gracias por este post y muchas felicidades también por saber escribir con tanta sensibilidad que me has llegado al corazón.
    Un abrazo!
    Isabel

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    • ¡Muchísimas gracias, Isabel! Me alegro de que te haya gustado y espero que te animes con el libro porque merece mucho la pena. Es muy bonito saber que las palabras que escribimos con sentimiento pueden llegar a otras personas que han experimentado lo mismo y que se sientas escuchadas o comprendidas. Para mí es uno de los motivos por los que leo.
      Un abrazo enorme!!
      Virginia

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