Cuando sale la reclusa, de Fred Vargas

Cuando sale la reclusaTodos tenemos nuestras debilidades literarias, y la mía, en cuanto a novela negra, es Fred Vargas. Por eso esperaba como agua de mayo la nueva aventura de su personaje más carismático, el inigualable comisario Jean-Baptiste Adamsberg. Cuando sale la reclusa, su última historia, es la novena de la serie protagonizada por este policía de París, la decimosegunda si contamos también dos novelas gráficas y una colección de relatos (Fluye el Sena), también protagonizados por él. Como lector indisciplinado y caótico que soy, he ido leyendo gran parte de su bibliografía de modo salteado. Pese a empezar por el primer libro (El hombre de los círculos azules), luego he ido alternando, y sobre todo disfrutando, sus historias de un modo salteado, siendo para mí Un lugar incierto la mejor novela de la saga, hasta el momento.

Para sus seguidores, primero hay que situar un poco la acción. Esta nueva historia de Fred Vargas empieza con Adamsberg en la pequeña y fría isla islandesa de Grímsey, lugar donde se desarrollaba parte de la última novela, Tiempos de Hielo. El lugar parece venirle como anillo al dedo a Adamsberg, cuyas rarezas encajan a la perfección con un sitio tan gélido y apartado. Pero esa calma se interrumpe y el comisario debe volver a dirigir su unidad. Pese a no ser de su incumbencia, Jean-Baptiste empieza a interesarse por un caso que no parece tal; dos ancianos del sur del país mueren víctimas de la picadura de la araña reclusa (Loxosceles refunscens). Todo hace indicar que son muertes naturales y sin conexión, pero ese sexto sentido tan característico de nuestro protagonista le hace ver que hay gato (o araña) encerrado en esas misteriosas muertes. Por cierto, un sexto sentido que, cada vez más, choca frontalmente contra el resto de la brigada, que empieza a hartarse de las excentricidades de su jefe.

Lo primero que me llama la atención de Cuando sale la reclusa es que, veintiséis años después de su primera novela, Jean-Baptiste Adamsberg sigue en forma. En esta ocasión, y mientras empieza a obsesionarse con la historia de la reclusa, le da tiempo incluso a resolver dos pequeños casos con una sencillez pasmosa, demostrando que, pese a su proceder poco ortodoxo, su valía sigue estando casi intacta. Además, los problemas internos en la brigada empiezan a ser problemáticos. Con poco tino y a su manera, así es él, Adamsberg tiene que conseguir que todos sus acólitos remen en la misma dirección, tensando la cuerda e intentando acallar las voces discordantes que surgen por el camino. Incluso, y para gozo de sus fans más acérrimos, tenemos en esta ocasión un crossover con Mathias Delamarre, otro mítico personaje de la escritora francesa, que forma parte de la trilogía de Los tres evangelistas.

Aunque en esta ocasión, y mira que me cuesta escribir esto, hay que achacarle algún que otro defecto a la novela. La investigación y la trama fluyen adecuadamente. Fred va administrando convenientemente las pistas y misterios para tener al lector enganchado a su historia. De un posible caso de picaduras de arañas, se salta a otros temas mucho más macabros. Sin embargo, la gran cantidad de posibles víctimas, sospechosos potenciales y policías haciendo sus seguimientos oportunos son tantos que uno llega a perderse con tanto nombre y lugar. Quien se conozca al dedillo la geografía francesa disfrutará viajando con Adamsberg y su equipo de norte a sur. Pero quien, como yo, tenga conocimientos no tan extensos de nuestro país vecino, es probable que quede abrumado con tanta información.

Pero todo esto no impide reconocer las bondades literarias que un libro como Cuando sale la reclusa y una autora como Fred Vargas ofrece. Su estilo singular, poco ajustado a los cánones, no suele ser del gusto de todos. Adamsberg, con esa bruma constante en su interior que no le permite centrarse, no entrará nunca en un decálogo policial que explique cómo dirigir una brigada. Incluso los miembros de su equipo (para mí el gran valor de sus historias), todos algo excéntricos a su manera, no sean tan perfectos o efectivos como los de otras series de novelas norteamericanas o inglesas de tanto éxito. Quizá tanta imperfección estribe en que Fred Vargas no escribe buscando la excelencia y la admiración que sí buscan otros compañeros de profesión. Esta autora francesa no busca narraciones efectistas. Sus personajes son raros, sus asesinos son raros y las muertes que en ellas se producen también lo son. Pero dentro de toda esta rareza subyace una autora con mayúsculas y un personaje único con el que no paro de disfrutar.

César Malagón @malagonc

3 comentarios en «Cuando sale la reclusa, de Fred Vargas»

  1. Hola buenas.
    He escuchado en la radio la última parte de un reportaje sobre Fred Vargas.

    Me ha llamado la atención uno que se encontraban unos 25 pares de zapatos con pies dentro en la puerta de un parque.

    ¿Podrías decirme el título? ¿Hay algún libro que sea el primero de una hipotética saga?

    Gracias de antemano

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