Días de fiesta

Reseña del libro “Días de fiesta”, de Jo Ann Beard

Días de fiesta

La capacidad de Jo Ann Beard para contar la vida a través de una escena o una situación cotidianas quedó patente el su anterior obra, Los chicos de mi juventud, pero en esta ocasión ese  talento extraordinario suyo para la autoficción, la ficción, la crónica o lo que sea que haga, que realmente no sabría decir qué es (aunque sí que es extraordinario) va un poco más allá porque se deja pocas entradas del catálogo de emociones por despertar en el lector. 

Hay dos tipos de textos en Días de fiesta, unos en los que reflexiona sobre su forma de entender la literatura, y otras que calificaría como cuentos, aunque la autora no use ese término. Ella en realidad habla de ensayos y no termino de entender los motivos, aunque nada más lejos de mi intención que discutirlo. Sean lo que sean, no los podría disfrutar más se llamaran como se llamaran. Ocurre que me han parecido tan extraordinarios, que su capacidad para convertir lo cotidiano en deslumbrante literatura, con sencillez, es tal que esos textos que parecen conferencias me interesan mucho, pero me gustan menos que los más puramente narrativos. Des estos últimos, algunos me deslumbran por la emoción, que en algunos casos se puede contener a duras penas, si es que se puede, pero también hay dos que me ha resultado tremendamente angustiosos.

Comencemos por la angustia. Werner, en el que al protagonista se le incendia la casa con él dentro (con él y con su gato) y La tumba de la lucha libre, en la que una mujer narra cómo es atacada en su propia casa son ambos unos relatos extraordinarios, el resultado que consigue Jo Ann Beard a través de un estilo tan sencillo como honesto es verdaderamente admirable. Si yo fuera igual de honesto que ella probablemente hablaría de envidia más que de admiración, o al menos tanto de lo uno como de lo otro, porque realmente envidio su capacidad para condensar la vida y contarla con ese talento y esa penetración psicológica que realmente no están al alcance de todo el mundo. Pero no está bonito, la envidia no es una emoción positiva así que dejémoslo en admiración. Ustedes hagan como que se lo creen, pero ya les advierto que si leen este libro sentirán lo mismo que yo, y es que tengo la sensación de que me encantaría leer mi vida narrada por Jo Ann Beard, que en cierta manera es así porque logra que uno se identifique con ella aunque poco tenga que ver, pero sería un verdadero placer leer lo que esta autora podría hacer con el material con el que nosotros construimos nuestra cotidianeidad.

Otro de los relatos que me ha llamado mucho la atención es Cheri, que trata de la enfermedad, de la degeneración, de la eutanasia. Realmente no habla de la muerte, sino de vivir la enfermedad, incluso en su forma de narrar la muerte es una experiencia vital. Dudo que se pueda hablar de esto de forma más sincera y honesta (vuelvo a utilizar el mismo calificativo) de lo que lo hace Jo Ann Beard en este texto.

Hay otro aspecto que quisiera destacar como algo realmente positivo, y es su forma de describir la relación con los animales, que si tuviera que describir lo haría como amor verdadero, no hiperglucémico sino como diría que lo viven la mayor parte de los amantes de los animales, que tienen claro que no son humanos con más pelo y no por ello los quieren más ni menos. No hace mucho me comentó una etóloga que gran parte de los problemas que tiene que tratar se derivan de la obsesión de los propietarios (algunos) por no permitirles comportarse como animales, pero eso, aunque me de mucho que pensar, es otra historia.

Días de fiesta es uno de esos libros que sorprenden, incluso cuando, como es mi caso, ya se está persuadido de las habilidades de la autora. Sorprende y se agradece, porque en tiempos de artificio, futilidad y desmesura, hay pocas cosas más gratificantes que esas historias pequeñas que se hacen grandes al ser leídas gracias a la honestidad (una vez más) con la que están escritas, a la emoción desnuda, eso que de toda la vida hemos llamado literatura. 

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

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