Los chicos de mi juventud

Reseña del libro “Los chicos de mi juventud”, de Jo Ann Beard

Los chicos de mi juventud

Aun estando convencido como lo estoy de que la relación entre la literatura y la realidad es problemática y que de hecho suele haber más verdad en los géneros que tratan de alejarse más de ésta, resulta imposible acercarse a Los chicos de mi juventud sin creérsela a pies juntitas. Y cuando digo creérsela no me refiero a pensar «esto ocurrió» sino a que lo leído inmediatamente se convierte en recuerdo y resulta difícil discernir si uno fue a un concierto de Eric Clapton, por ejemplo, o simplemente leyó cómo lo hicieron su autora y su prima, o al menos los personajes que habitan estas páginas y pasan por ser ellas mismas con apariencia de brutal honestidad.

El estilo de Los chicos de mi juventud es sencillo, parece escrito directamente en los recuerdos del lector, como si las páginas no fueran más que une escenario donde alguien cuenta su vida, como podría ser una cafetería en la que un amigo te cuenta los problemas que tuvo su padre con el alcohol los excesos de su juventud o sus primeras relaciones amorosas.

Hay muchas cosas en estas páginas, sería difícil destacar algo porque es un privilegio asistir al cuadro completo, a porciones de vida de unos personajes desde que son embriones en los úteros maternos hasta la desaparición de esas madres cerrando la puerta de lo que fue su juventud, sin embargo la una reseña es una pieza literaria y no hay motor literario como la contradicción así que voy a contradecirme destacando una parte de ese conjunto del que acabo de decir que no se puede destacar nada y es que la pieza en la que la autora relata el alcoholismo de su padre, esa dura experiencia para una niña que sin embargo la narra dejando ver la realidad en toda su crudeza pero también el cariño que una hija, pese a todo, siente por su padre. Me ha parecido un relato extraordinario, esa capacidad de sumergir al lector no en la historia que cuenta sino en la mirada a través de la que la cuenta es verdaderamente extraordinaria. No es que la autora desaparezca en sus letras, es que es el propio lector el que se diluye en éstas y convierte esta lectura en toda una experiencia vital.

Tratándose de una edición cuidada en la que se percibe el cariño por el proyecto, es de recibo destacar a quienes han puesto su esfuerzo en lograr que el resultado final sea como es y en ese sentido quisiera destacar la siempre meritoria labor de traducción que en esta ocasión corre a cargo de Raquel Vicedo.

No conocía a esta autora, ha sido la primera vez que leo algo de ella pero siento como si llevara toda una vida leyéndola, no tengo la sensación de haber leído una buena colección de historias sino de haber sido testigo de unas vidas, de ser un primo o uno de esos chicos de la juventud de Jo Ann Beard que aparecen en sus páginas. No es que me haya gustado más o menos, que evidentemente lo ha hecho y mucho, sino que tengo la convicción de que un libro como este debe medirse con otros parámetros, dudo que haya sido escrito con otra intención que esa, la de escribirlo, pero sea cual fuera la intención de la autora con esta Los chicos de mi juventud me ha resultado una novela impactante, toda una lección de narrativa, una demostración de cómo de universal puede resultar lo íntimo si se enfrenta con honestidad y talento.

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

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