El abrazo del monstruo, de Félix J. Palma

el abrazo del monstruo“¿Te comerías un plato bien lleno de mierda de perro para salvar a tu hija?” Eso es lo que yo pondría en la faja de este libro, pero también es cierto que quería comenzar esta reseña muy a las bravas. “¿Qué serías capaz de hacer para salvar a tu hija?”, lo que figura en la faja original, no está mal, lo reconozco, pero le falta pegada. Es más romántico, elegante y fino, pero es muy suave. No. Mi opción es más salvaje, morbosa, bruta y prepara al lector para la violencia que le espera en el interior… Y conseguiría el objetivo de toda faja, que no es sino sumar ventas.

Este es mi primer contacto con Félix J. Palma. No había leído nada de él, pero sí había leído sobre su obra. Todo eran elogios y alabanzas e incluso en algún sitio lo comparaban con Asimov, (resultando Palma vencedor), ya que había conseguido hacer que uno de sus libros (el segundo de su famosa trilogía cartográfica) fuera una precuela en la que ni importara el orden de lectura ni se desvelaran argumentos que se cruzaran. Pero no solo eso. Al margen de colocar en un pedestal las imaginativas historias del gaditano, las loas también se dirigían hacia su prosa. Con todo esto admito que me picaba la curiosidad, pero me achantaba un poco el hecho de que las setecientas y pico páginas se me atragantaran y no viera el momento de acabarlo.

Pero no. Me rindo ante el genio de Palma. Me ventilé su novela a una velocidad de vértigo sin darme cuenta, y ya me he agenciado su El mapa del tiempo. Es evidente que este hombre tiene un don para arrastrarte a los mundos que describe, para llevarte del presente al pasado y para conseguir que veas, con la misma claridad que si estuvieras sentado ante una pantalla de cine, lo que tiene que contarte. Me quito el sombrero que ni tengo ni uso.

El abrazo del monstruo es un libro complejo. Parece fácil según lo vas leyendo, pero hilvanar todos los frentes que va abriendo (el presente, el pasado, los miedos, la literatura, la amistad, lo fantástico, lo policíaco, el amor, la paternidad,…) en una única historia es de todo menos fácil.

Diego Arce es un escritor de libros de misterio. Tuvo un pelotazo diez años antes con su primera novela, Sangre y ámbar y lo petó. Pero no consiguió repetir el éxito de aquella y su editor le ha suplicado miles de veces que vuelva a usar a El Monstruo, el villano de su gran éxito, a pesar de que Diego se niega mil y una veces. Pero curiosamente, cuando finalmente accede a la petición del editor, alguien que imita al Monstruo y el modus operandi de este en la novela, secuestra a su hija de siete años. ¿Y cuál es ese modus operandi? Diego deberá superar tres pruebas en directo para salvar a su hija. Si no lo consigue, la prueba la hará su hija y luego la matará.

Diego se volverá loco intentando rescatar a su hija. Sospechará de posibles culpables, se remontará al pasado, a su infancia, a las pesadillas que sufrió con El Monstruo, y llegará (y llegaremos) a pensar, por diversas circunstancias, que su creación literaria ha cobrado vida, que el miedo de la infancia se ha hecho carne y ha abandonando las páginas que tanto éxito le dieron una década antes y que él pensaba haber relegado al papel en un cajón cerrado con llave en su escritorio.

“Por el poder que la palabra me otorga, te expulso de mis pesadillas y te encierro en el papel”

Palma salpicará la novela con insertos de Sangre y ámbar que el inspector Rocamora, a cargo de la investigación, leerá en diagonal para intentar llevar a esta a buen puerto (¡toma lugar común!), y para que el lector comprenda mejor los paralelismos entre esa novela y la realidad de lo que está sucediendo.

El abrazo del monstruo es una mezcla de novela con toques de fantástico y de puro noir (y esto es aún más cierto tras acabar de leer el libro y comprobar que no hay un solo personaje 100% puro, que todos tienen algo turbio, algo que los mancha, algo que los aleja de los extremos del blanco y negro y los condena a un eterno gris intermedio). Y esto es enormemente bueno, es un buen cimiento para el libro porque, a pesar de que en sí la historia pueda parecer rocambolesca (que no lo parece), es lo que dota de credibilidad a los actores de este libro, lo que te ancla a la historia. A todos me los creo, todos tienen algo que hace que quieras saber más de ellos, todos tienen unas motivaciones,… Algunos se hacen querer y otros se convierten en odiosos hijos de puta a los que te gustaría reventar varias veces. Incluso hay algunos que evolucionan y de los que cambias de opinión conforme avanzas en la lectura. Esa es una de las grandezas de este libro: la tridimensionalidad palpable de todos sus actores, tanto principales como secundarios o meros figurantes.

Por otra parte, en algunos pasajes me ha recordado, y lo he disfrutado, al It de Stephen King (a quien se menciona en alguna ocasión), sobre todo cuando Diego va a un viejo caserón con sus amigos, y son momentos que logran poner un poco los pelos de punta.

“Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan.”

En cuanto a la línea de investigación, es coherente y el equipo policial, con sus trepas e informáticos, me ha convencido. Siguen un camino lógico, verosímil y sus pasos son los que seguimos nosotros también. El lector va descubriendo las cosas a la vez que la policía, y eso es otro punto a favor.

¿Superará Diego la/s prueba/s? ¿Quién es El Monstruo? ¿Es una persona real, de carne y hueso, o…?

En definitiva, un libro que me ha “secuestrado” desde el principio y sin ser consciente de ello. Un autor que he descubierto y del que me voy a obligar a leer más. Y una novela que, aún a riesgo de sonar precipitado por lo poco recorrido de 2019, será uno de los libros más importantes del año.

Compradlo, pedidlo prestado, robadlo (no temáis a la comisaria Bargalló), pero leedlo, “jolines” y tened cuidado porque…

EL MONSTRUO EXISTE, VIVE, ES REAL.

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