Creo que no exagero si digo que, tras treinta años dando botes por el universo Marvel, Frank Castle acabó encontrando al guionista que mejor entendió su drama interno y su personalidad: Garth Ennis. El guionista que se dio a conocer entre el gran público por su Predicador y toda una serie de obras de talante gamberro tuvo un primer acercamiento al Castigador en una miniserie que resultaba irónica: en el tono socarrón habitual de Ennis, Punisher no era más que una parodia de sí mismo, tn sólo una excusa para un cómic descerebrado del montón. Pero hete aquí que Garth Ennis tuvo una nueva oportunidad para acercarse al personaje, pero esta vez desde una perspectiva seria. Iría hasta el fondo de su psique para tratarlo de una forma verdaderamente adulta y realista. Y de esa nueva interacción con el personaje salió la maxiserie que ahora Panini edita en su colección Marvel Sagas, y que ya se inició con el tomo Nacimiento.
En el principio es el segundo tomo de la saga, guionizado por Ennis y dibujado en su totalidad por Lewis LaRosa. Tras los episodios en los que el guionista irlandés nos situó en la guerra del Vietnam para entender las motivaciones más profundas del personaje, ahora nos lleva al otoño de la vida de Frank Castle. Es un personaje maduro, entrando ya en la vejez, cansado de una lucha eterna contra el mal, pero aún así su empeño no ha cedido ni un ápice. Atrás ha quedado la sed de venganza por el asesinato de su familia. Ahora todo lo que le queda a Frank es la batalla que libra contra el mal, en la que se ha perdido completamente. Los últimos vestigios de humanidad han acabado cediendo a través de la pervivenvia de su guerra personal, y en esta ocasión, se enfrentará a todas las familias de la mafia en un sanguinario enfrentamiento en el que no hay vuelta atrás. Al mismo tiempo, la CIA intenta contactar con él para proponerle trabajar para ellos contra el terrorismo internacional, para lo que han obtenido la ayuda de un antiguo colaborador de Castle, Microchip, al que los lectores habituales de Punisher reconocerán.
Una vez liberado de la censura propia de Marvel, Ennis es capaz de crear al Castigador definitivo. La obra no da tregua al lector y la acción le envuelve casi desde la primera página. Ennis da inicio al volumen con un desgarrador y explícito recuerdo de la muerte de la mujer e hijos del protagonista para luego llevarnos a una montaña rusa que no hace sino escalar.
El Castigador: En el principio tiene la suerte de contar con un dibujante de excepción, Lewis LaRosa, que con su trazo realista pero sucio resulta un acierto estilístico definitivo. La planificación de página sigue un esquema bastante rígido: la mayoría de ellas son viñetas apaisadas que simulan una gran pantalla de cine, y el peso del trazo se dirige a los fuertes claroscuros que dominan la narración. Hay veces en las que incluso podríamos decir que el rostro sumido en las tinieblas de Frank Castle nos recuerda vivamente al de Clint Eastwood: un rostro duro, indomable, ideal para representar al Castigador.
Sin concesiones, con un Ennis más comedido en su vena más bufonesca, esta nueva entrega de El Castigador es el inicio de la historia definitiva de Frank Castle. Una historia que atrapa al lector desde sus primeros compases y lo arrastra a una espiral de violencia y destrucción hasta su conclusión. Un Ennis en estado de gracia que, afortunadamente, se toma en serio a sí mismo y al personaje para ofrecernos una historia crepuscular teñida de odio y venganza, pero sin evitar el que, estos mismos elementos nos impidan reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la violencia y de sus límites. ¿Y sabéis qué es lo mejor de este tomo? Que no hace más que comenzar lo que seguirá en los siguientes.
@cisnenegro
Aunque me gustó más la primera entrega: El Castigador 1: Nacimiento, esta entrega también me ha gustado bastante.
El guion de G. Ennis está a la altura de las expectativas. Con un lenguaje para adultos y desenlaces sorprendentes. Destacaría ese personaje que se saca Ennis de la chistera, que se llama Pitssy y que se parece en todo al Joe Pesci de películas de mafiosos.
El dibujo de L. LaRosa también está a la altura. La mirada de auténtico demente del personaje apodado “Tinta” es genial.